Condoleezza Rice amenaz¨® a Bush con dimitir por Guant¨¢namo
La ex secretaria de Estado de EE UU admite en sus memorias el error que cometi¨® al no prestar atenci¨®n inmediata al hurac¨¢n 'Katrina'- Desvela detalles de sus encuentros con Gadafi y Mubarak
Puede que las memorias de Condoleezza Rice sean en realidad las mejores que se hayan escrito hasta el momento sobre los a?os de la presidencia de Georgew W. Bush. En m¨¢s de 700 p¨¢ginas, la consejera del 43 presidente de la naci¨®n y luego secretaria de Estado hace un serio repaso a la pol¨ªtica exterior de George W. Bush y a la estrategia de su Administraci¨®n tras los ataques terroristas del 11-S que moldeararon su mandato. En el libro, no hay lugar para pasajes autobiogr¨¢ficos de infancia, adolescencia o a?os j¨®venes de sue?os por cumplir, todo eso lo retrat¨® Rice, 56 a?os, en un volumen anterior, por lo que sus memorias son pura pol¨ªtica, despachos de Washington con muchas tensiones y enfrentamientos entre sus compa?eros de Gabinete.
No Higher Honor. A memoir of My Years in Washington est¨¢ escrito con pasi¨®n pero sin rabia, sin b¨²squeda de venganza o necesidad de vilipendiar a nadie. Cierto es que Rice deja claro que entre ella y el ex vicepresidente Dick Cheney ¨Cquiz¨¢ el n¨²mero dos con m¨¢s poder en la historia de la Casa Blanca- y Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, hubo m¨¢s de un enfrentamiento, que se sinti¨® desautorizada y que incluso lleg¨® a amenazar ¨Csi esto se puede hacer- a Bush con presentar su dimisi¨®n ¨C¡°Si algo as¨ª vuelve a suceder, o Gonzales [Al Gonzales, consejero legal de Bush y cerebro de Guant¨¢namo] o yo tendremos que dimitir¡±, dijo Rice a Bush cuando supo que se hab¨ªa decidido instaurar las famosas comisiones militares.
Inteligente, con aplomo y siempre refinada, Rice considera ¨Cy as¨ª lo escribe- que todos los problemas que pudo tener con sus colegas de Gabinete fueron puramente profesionales, que nunca fueron ¡°personales¡±, lo que otorga un candor al libro que raramente se ha visto en vol¨²menes anteriores de sus compa?eros en el poder.
De pr¨®xima publicaci¨®n el d¨ªa 1 de noviembre, varios medios de comunicaci¨®n norteamericanos han tenido acceso al libro y lo han diseccionado. Tambi¨¦n han extra¨ªdo algunas de las opiniones que la secretaria de Estado tuvo sobre mandatarios extranjeros y l¨ªderes pol¨ªticos. Por ejemplo, Rice escribe que el presidente de Sud¨¢n, Omar Hasan Al Bashir, parec¨ªa que ¡°estaba drogado¡±; que sinti¨® que necesitaba ¡°una ducha¡± tras estrecharle la mano al presidente de L¨ªbano Emile Lahoud; o recuerda c¨®mo Hosni Mubarak se opon¨ªa a las reformas en su pa¨ªs diciendo que lo que de verdad necesitaban los egipcios era ¡°mano dura¡± y en ning¨²n caso ¡°interferencias extranjeras¡±.
La relaci¨®n m¨¢s extra?a la vivi¨® Rice con el recientemente fallecido presidente de Libia, Muamar el Gadafi ¨Crelaci¨®n unidireccional, por supuesto-. Gadafi sent¨ªa una morbosa fascinaci¨®n por la secretaria de Estado que dej¨® plasmada en la composici¨®n de un v¨ªdeo con im¨¢genes de la jefa de la diplomacia norteamericana y una canci¨®n que llevaba por t¨ªtulo Flor negra en la Casa Blanca. ¡°Era muy extra?o, pero nunca fue grosero¡±, asegura Rice.
Lamentos tambi¨¦n tiene algunos. Aunque m¨¢s bien pocos. Rice considera un error que EE UU no ratificase el acuerdo clim¨¢tico de Kioto ¨C¡°fue como pegarnos un tiro en el pie-; y haberse tomado unos d¨ªas libres cuando el hurac¨¢n Katrina ¨Cy la incompetencia de la Administraci¨®n- devastaban Nueva Orle¨¢ns. Rice viaj¨® a Nueva York a finales de agosto de 2005 y se aloj¨® en el Palace. Antes de salir a cenar y ver una obra de teatro llam¨® al entonces secretario de seguridad interior, Mike Chertoff, y le pregunt¨® si hab¨ªa algo que ella pod¨ªa hacer para ayudar en Luisiana. Chertoff le dijo que la llamar¨ªa si la necesitaba, por lo que Rice colg¨®, se visti¨® y se fue a ver Spamalot, un musical en Broadway.
?¡°A la ma?ana siguiente, me fui de compras a la tienda de Ferragamo¡±, escribe Rice en sus memorias. Pero cuando la secretaria de Estado se dio cuenta de la magnitud de la tragedia en el sur de EE UU, supo que se hab¨ªa equivocado abandonando Washington. Llam¨® a Bush y le comunic¨® que regresaba de inmediato. ¡°Me habr¨ªa dado de tortas por haber estado tan ciega¡±, rememora Rice. ¡°Yo era no solo la secretaria de Estado, sino la persona de color de m¨¢s alto rango en la Administraci¨®n y una asesora clave del presidente¡±. La gran mayor¨ªa de los m¨¢s de 1.800 fallecidos a causa del Katrina eran afroamericanos. ¡°?En qu¨¦ estaba pensando?¡±, se recrimina Rice.
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