Irresponsable hasta el final
Berlusconi ha intentado un ¨²ltimo truco de trilero para alargar su agon¨ªa con una doble esperanza
No cab¨ªa esperar otra cosa. Silvio Berlusconi lleg¨® a la pol¨ªtica con el ¨²nico objetivo de garantizarse la inmunidad judicial y hacer crecer su patrimonio personal. Y en los ¨²ltimos diez a?os, de los cuales ha gobernado nueve, ha convertido a Italia en el pa¨ªs que seg¨²n la OCDE menos ha crecido, solo por detr¨¢s de Zimbabue y de Hait¨ª, y en el que m¨¢s se ha endeudado. Ahora los mercados, sus propios aliados y el Bundesbank le han dicho finalmente basta, pero ¨¦l ha sido incapaz de hacer un ¨²ltimo servicio a su malhadado pa¨ªs y a un continente que ser¨¢ siempre culpable de haberle tolerado todo, hasta los l¨ªmites de la indecencia.
Al anunciar su dimisi¨®n retardada el martes, Berlusconi ha intentado un ¨²ltimo truco de trilero para alargar su agon¨ªa con una doble esperanza, a cada cual m¨¢s espuria: por un lado, recuperar para la causa a los traidores que le han dejado en minor¨ªa, con la idea de presentarse dentro de un mes ante Napolitano con una flamante y renovada mayor¨ªa y seguir en el poder; y por otro, manejar a su antojo la maxienmienda parlamentaria que incluye las reformas exigidas por la UE, para meter en ella, de matute, algunas medidas ad personam, ad empresam, ad procesum y ad familiam. Ya lo hizo en 2006, y el hombre habr¨¢ cre¨ªdo que podr¨ªa volver a hacer lo mismo. Al fin y al cabo, pensar¨¢, el decreto debe ser aprobado a toda prisa y nadie va a tener tiempo de leerlo.
El problema es que, esta vez, quienes le deben autorizar a hacer la en¨¦sima trampa ya no son Napolitano, ni sus asustados aliados, ni sus subalternos, ni una oposici¨®n que por fin parece comportarse con cierta coherencia. Esta vez los jueces son los mercados. Y los inversores han hablado esta ma?ana con voz m¨¢s clara que nunca. La prima de riesgo italiana ha superado los niveles del rescate griego, portugu¨¦s e irland¨¦s. Los tenedores de deuda no creen las mentiras de Berlusconi, y no aceptan ya m¨¢s pr¨®rrogas ni m¨¢s trucos. La cl¨¢sica politiquer¨ªa italiana ha fenecido.
Mientras tanto, las canciller¨ªas llevan toda la ma?ana presionando a Roma, en p¨²blico y en privado, para que el primer ministro se quite de en medio. Y el Banco Central Europeo, aun a riesgo de parecer c¨®mplice en la ca¨ªda de Berlusconi, parece haber frenado las compras de bonos italianos, sabedor de que nada de lo que haga ya puede ayudar a salvar los muebles.
Irresponsable hasta el ¨²ltimo minuto, pensando solo en su propio pellejo, incapaz de tomar la decisi¨®n crucial (abrir la puerta de inmediato a un Gobierno t¨¦cnico) que quiz¨¢ ayudar¨ªa a Italia y a Europa a respirar un poco de aire, Berlusconi se ha mostrado en este final abyecto como lo que siempre ha sido. Un tirano banderas sin ¨¦tica ni moral que ha manipulado el Estado de Derecho y las instituciones para su propio beneficio. Ahora solo cabe confiar en que se largue lo m¨¢s deprisa posible, y que su catastr¨®fico legado nacional no conduzca a la destrucci¨®n total de Europa, como hizo su adorado Mussolini (al que ha citado esta ma?ana con nostalgia) hace 75 a?os.
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