El Dorado portugu¨¦s est¨¢ en Angola
J¨®venes ingenieros, abogados y profesores buscan su futuro en la antigua colonia lusa, ahora un pa¨ªs pujante cuya econom¨ªa crece a un ritmo del 10%
En el telediario del bar de al lado la cara de Silvio Berlusconi ilustra los datos de la imparable deuda italiana; entretanto, la cola de entrada al Consulado General de Angola en Lisboa, al sur de la ciudad, se estira y se encoge a un ritmo constante. Las noticias son malas: Italia se hunde, y Francia y Alemania parecen negociar casi en secreto la formaci¨®n de una Europa de dos velocidades en la que Portugal figurar¨¢, con seguridad, en la segunda divisi¨®n. En la cola hay dos j¨®venes misioneras, varios empleados de empresas constructoras que llevan y traen papeles y, entre otros ejecutivos, un tipo echado para adelante armado con un sombrero borsalino y sonrisa anticrisis.
Se llama Ant¨®nio Fernandes, tiene 36 a?os, habla varios idiomas, ha viajado ¨²ltimamente a 50 pa¨ªses diferentes y se dispone a liderar en Luanda la base africana de su empresa, la multinacional Cummins, especializada en material energ¨¦tico. Fernandes reclutar¨¢ un equipo de una cuarentena de personas, entre los que se cuentan varios portugueses. Con su espa?ol exquisito, su ingl¨¦s impecable y sus maneras educadas, simboliza un prototipo de joven portugu¨¦s preparado, inteligente, valiente y ambicioso que emigra para dejar atr¨¢s un pa¨ªs cada vez m¨¢s ahogado por los malos datos y la depresi¨®n colectiva. ¡°Supongo que volver¨¦ aqu¨ª dentro de 15 a?os, cuando ya haya adquirido m¨¢s experiencia. Ahora mismo, Portugal solo da oportunidades peque?as¡±.
Es una generaci¨®n abierta al mundo sin oportunidades aqu¨ª", dice un profesor
Angola, antigua colonia portuguesa con enormes yacimientos de petr¨®leo que impulsan un crecimiento econ¨®mico cercano al 10%, precisa con urgencia de ingenieros, abogados, economistas o profesores que hablen portugu¨¦s. Por eso, este pa¨ªs africano se ha transformado en una suerte de El Dorado para los portugueses cualificados que no encuentran en Europa la salida. ¡°Cuando me los encuentro por el mundo, s¨¦ reconocer a los trabajadores portugueses por lo que valen¡±, explica Fernandes: ¡°Somos laboriosos, tenemos facilidad para los idiomas, honestos, callados y poco conflictivos: ideales para un empresario¡±. Y a?ade, con un tono a medio camino entre la iron¨ªa y la amargura: ¡°Ahora mismo, tal y como est¨¢ todo, la principal y m¨¢s rentable actividad econ¨®mica del pa¨ªs es esa: la exportaci¨®n de personas¡±.
El presidente de la asociaci¨®n empresarial portuguesa AIP-CCI, Jos¨¦ Eduardo Marcelino Carvalho, cifra en un 10% de la poblaci¨®n activa el porcentaje que emigra al extranjero. Todos j¨®venes y sobradamente preparados. Muchos de ellos eligen Angola, donde ya residen m¨¢s de 130.000 portugueses, la mayor¨ªa en la capital, Luanda.
En Portugal gano 600 euros, en Angola dan el triple", afirma una emigrante
Las malas noticias sobre Portugal se suceden esta ma?ana lluviosa y desapacible: la UE cree que el PIB portugu¨¦s caer¨¢ un 3% en 2012, los diputados discuten en la Asamblea de Lisboa un presupuesto dur¨ªsimo que recortar¨¢ por todos lados y que, seg¨²n muchos, ni siquiera bastar¨¢ para contener la sangr¨ªa financiera en la que se deshace el pa¨ªs. Mientras, Isabel Ferreira, economista de 34 a?os, obtiene el ¨²ltimo de los tr¨¢mites para reunirse con su marido, un ingeniero de 30 que lleva un a?o en Luanda. Ella no ha estado nunca all¨ª. No sabe si le gustar¨¢ ni cu¨¢ntos a?os vivir¨¢n fuera de Lisboa. Solo tiene clara una cosa: ¡°Aqu¨ª la vida es dif¨ªcil. Yo gano 600 euros y all¨ª dan el triple. Portugal se ha quedado peque?o¡±.
El profesor de Econom¨ªa en el Instituto Superior de Econom¨ªa y Gesti¨®n de la Universidad T¨¦cnica de Lisboa, Manuel Ennes Ferreira, no se extra?a nada del fen¨®meno: ¡°Es una nueva generaci¨®n abierta al mundo que, adem¨¢s, no encuentra oportunidades aqu¨ª. Y en Angola hay dinero, hay financiaci¨®n y est¨¢ todo por hacer¡±. No cree que esto signifique necesariamente un empobrecimiento de por vida de Portugal: ¡°Es cierto que se van. Pero volver¨¢n en cuanto aqu¨ª vuelva a haber oportunidades. No es aquella generaci¨®n de inmigrantes de los a?os cincuenta o sesenta, aquellos que se iban a Fr¨¢ncfort o a Par¨ªs, a trabajar de obreros o de camareros y que volv¨ªan muchos a?os despu¨¦s solo para jubilarse¡±.
Hay 7.000 empresas lusas radicadas en Angola, que pronto se convertir¨¢ en el cuarto destino de las exportaciones de Portugal. Pero Luanda no es un para¨ªso. Nunca las ciudades alcanzadas por la fiebre del oro lo son. Es, por el contrario, una ciudad extra?a, cara, pobre a trechos e insegura, impulsada por un crecimiento engordado por el petr¨®leo pero rodeada de miseria, con una poblaci¨®n que, en su gran mayor¨ªa, no se beneficia de las riquezas que brotan del subsuelo. Esto lo sabe el decidido Ant¨®nio Fernandes, que ya ha estado all¨ª: ¡°Hay quien llega y se deprime a la semana porque no soporta las calles llenas de basura, el miedo a salir de noche, los atascos de tres horas, la corrupci¨®n de algunas instituciones. No es un pa¨ªs para nenas¡±.
Tal vez es cierto. Pero tambi¨¦n lo es que muchas veces no hay d¨®nde elegir. A un paso de llegar a la ventanilla de acceso, Carlos Macedo, de 35 a?os, explica en un pu?ado de frases r¨¢pidas su papel de buscador de pepitas de oro en esta historia, sin entrar en detalles: ¡°Soy comercial, estoy en paro desde hace meses, y hay clientes instalados all¨ª que me han aconsejado que me vaya. Me voy a la aventura. No s¨¦ qu¨¦ me voy a encontrar. Me voy solo; tal vez despu¨¦s me lleve a la familia¡±.
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