El cerco a El Asad
Crece la rebeli¨®n interna contra el r¨¦gimen sirio a la vez que su aislamiento diplom¨¢tico
La situaci¨®n siria ha experimentado un salto cualitativo con el ataque a un importante centro de espionaje militar pr¨®ximo a Damasco, que habr¨ªa ocasionado una veintena de bajas entre las fuerzas gubernamentales. La revuelta popular contra la despiadada dictadura de Bachar el Asad, que se acerca a su noveno mes, se hab¨ªa venido manifestando como un movimiento pac¨ªfico, que ha pagado su desaf¨ªo con casi 4.000 muertos. El asalto, el mi¨¦rcoles, del autodenominado Ej¨¦rcito Libre Sirio contra un acuartelamiento que juega un papel clave en la represi¨®n, a?ade a su importancia intr¨ªnseca el hecho de estar protagonizado por militares rebeldes, que comienzan a funcionar como brazo armado de una difusa oposici¨®n y cada vez en mayor n¨²mero se unen a la poblaci¨®n civil.
Hasta hace algunas semanas parec¨ªa imposible plantearse la posibilidad de un relevo en Siria, pese a haber perdido cualquier legitimidad un r¨¦gimen sanguinario que ha traicionado todas y cada una de sus reiteradas promesas liberalizadoras. Pero a El Asad comienzan a volverle la espalda hasta sus propios cofrades regionales. A la dictadura siria le importan poco las sanciones y condenas de Estados Unidos o la Uni¨®n Europea en nombre de los derechos humanos, mientras no afecten decisivamente a su ya atrofiada econom¨ªa o se abran paso hacia una resoluci¨®n en¨¦rgica del Consejo de Seguridad, algo que por el momento impiden Rusia y China. Pero cuesti¨®n distinta es para Damasco que la Liga ?rabe, durante 60 a?os un club de aut¨®cratas, amenace ahora con sanciones y su expulsi¨®n definitiva a uno de sus m¨¢s conspicuos miembros fundadores por no cumplir sus compromisos reformistas. O que Turqu¨ªa, antiguo aliado, acoja en su suelo a la balbuciente oposici¨®n siria. O que el rey de Jordania pida p¨²blicamente a El Asad que se vaya. La ira de Damasco se ha manifestado esta semana en el ataque orquestado contra varias embajadas ¨¢rabes.
Bachar el Asad, que se cre¨ªa a salvo del vendaval de dignidad que sacude el mundo ¨¢rabe, est¨¢ irremisiblemente acosado. El crescendo en Siria, donde decenas de personas siguen muriendo cada semana por querer librarse del tirano, exige de las potencias democr¨¢ticas redoblar sus esfuerzos econ¨®micos y diplom¨¢ticos, especialmente en Naciones Unidas, para acelerar el aislamiento de un r¨¦gimen exterminador y la ca¨ªda de su cabeza visible.
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