Depresi¨®n pos-Osama en Guant¨¢namo
La muerte de Bin Laden y la Primavera ?rabe hace que muchos presos reconsideren el por qu¨¦ decidieron unirse al terrorismo de Al Qaeda
Encerrados ya durante una d¨¦cada, los 167 detenidos en la c¨¢rcel m¨¢s emblem¨¢tica e infausta de la guerra contra el terrorismo han vivido recientemente un punto de inflexi¨®n que, seg¨²n sus captores, les ha hecho replantearse los motivos por los que se unieron a la yihad. El momento lleg¨® en mayo. El l¨ªder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, fue aniquilado en una residencia fortificada en Pakist¨¢n. Mientras, dictadores seculares en el mundo musulm¨¢n ca¨ªan como fichas de domin¨®, abatidos por una oleada de revueltas populares, bautizadas como la Primavera ?rabe. En ellas, Al Qaeda qued¨® marginada. Ante la muerte del l¨ªder terrorista, muchos de estos detenidos se quedaron pensativos durante una temporada.
¡°La muerte de Bin Laden fue un punto de inflexi¨®n¡±, explica Zak, el asesor cultural de la prisi¨®n, un jordano de 53 a?os que trabaja aqu¨ª desde 2005. ¡°Muchos conoc¨ªan a Bin Laden personalmente. Lucharon por ¨¦l. Uno hasta era su guardaespaldas¡±. Durante d¨ªas, los detenidos se quedaron pegados al televisor. ¡°No mostraban emociones¡±, a?ade Zak. ¡°Son inteligentes. Lo hicieron para no delatar sus conexiones. Pero se notaba que les afect¨® el verlo morir en su casa. Algunos aun pensaban que Bin Laden estaba activo en la lucha, viviendo en cuevas. Para ellos fue un golpe psicol¨®gico. Se dieron cuenta de que en los ¨²ltimos 10 a?os ellos han estado aqu¨ª encerrados y ¨¦l ha estado viviendo tranquilamente en su casa¡±.
Los detenidos, y los cuatro presos que ya han sido condenados (entre ellos el conductor y el guardaespaldas de Bin Laden) tienen acceso a televisi¨®n y prensa escrita. Han seguido, puntualmente, la actualidad de los meses pasados. La muerte del l¨ªder de Al Qaeda ha dado lugar a un cambio sustancial: ahora, un 90% de los presos presenta un comportamiento moderado. Entre ellos, un 10% se declara abiertamente progresista. Un ejemplo: una parte no ha ayunado en el pasado mes del Ramad¨¢n. La mayor¨ªa juega al f¨²tbol, toma clases de inform¨¢tica, habla a menudo con los guardas femeninos, algo que los m¨¢s radicales no toleran.
As¨ª es la vida en Guant¨¢namo una d¨¦cada despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre. El mismo centro de detenci¨®n en un acantilado junto al mar Caribe, en la isla de Cuba. El mismo sol abrasador. Las mismas iguanas paseando en el patio. Pero una lecci¨®n aprendida por el Ej¨¦rcito de Estados Unidos: cuanto m¨¢s margen de maniobra se le da a los detenidos, menos tiempo pasan escuchando a los pocos que todav¨ªa predican la guerra santa con el Cor¨¢n en la mano. Entre la mayor¨ªa de los detenidos a¨²n cunde la esperanza de poder volver a sus pa¨ªses. No es un mero espejismo. Al fin y al cabo, 608 ya han sido transferidos a otras naciones. Muchos de ellos est¨¢n ya en libertad.
¡°Los detenidos en Camp 6 viven juntos, rezan juntos, trabajan juntos, comen juntos¡±, explica el coronel Donnie L. Thomas, comandante del centro de detenci¨®n. ¡°Ahora ellos se dise?an su propio horario. Aqu¨ª no planificamos sus horas de sue?o. Pueden pasar en recreo hasta 20 horas al d¨ªa. S¨®lo se cierra el patio entre la medianoche y las cuatro de la ma?ana. Pero en ese espacio de tiempo todav¨ªa pueden moverse con libertad dentro de su bloque de celdas. Pueden hablar unos con otros. Pueden entretenerse, ver televisi¨®n. Duermen cuando quieren dormir¡±.
Eso es para los que muestran buen comportamiento. Luego est¨¢ el n¨²cleo duro, entre el que se encuentran el ide¨®logo de los atentados del 11-S, Khaled Sheikh Mohammed, y el supuesto responsable del ataque contra el destructor USS Cole en 1999, Abd Al-Rahim Al-Nashiri. Son unos 20, y est¨¢n encerrados en la otra prisi¨®n, Camp 5, de m¨¢xima seguridad. Es un lugar l¨²gubre. Cuando una puerta se entreabre, se ve a tres guardas en posesi¨®n de un pasillo con doce puertas rojas. Uno de ellos lleva la cara cubierta con una visera de pl¨¢stico transparente, bajo una luz fluorescente. Se protege as¨ª de los ataques con fluidos: orina, saliva, semen.
Este s¨ª que es el Guant¨¢namo de antes. El de las celdas individuales de 9'8 metros cuadrados, en las que los presos pasan hasta 22 horas al d¨ªa. El de los guardas que patrullan d¨ªa y noche, control¨¢ndoles en periodos de entre uno y tres minutos. El de los monos de color naranja. El de las manchas de heces en el techo, la ¨²nica protesta que les queda a esos hombres desesperados. Camp 5 es, adem¨¢s, un vestigio. El presidente Barack Obama ha dado la orden de cierre, y esta prisi¨®n de m¨¢xima seguridad est¨¢ vac¨ªa. Algunos, por mal comportamiento. Otros, porque consideran que los dem¨¢s detenidos se han vendido al enemigo y prefieren pasar sus d¨ªas en la pureza de la soledad, leyendo el Cor¨¢n.
Uno de los guardas que asoman en el bloque de Camp 5 es una mujer. Su trabajo es de especial riesgo. Los detenidos radicales la insultan con frecuencia. ¡°Tenemos guardas que son mujeres y algunos de los detenidos se quejan por ello¡±, explica el coronel Thomas. ¡°Somos una fuerza en la que sirven mujeres y debemos usarlas como parte de la guardia del centro. Eso es un hecho. Los detenidos deben entender que las mujeres son parte de este equipo y que deben dejar atr¨¢s esas quejas¡±.
En el otro centro, Camp 6, la relaci¨®n con las mujeres es m¨¢s fluida. Esos presos est¨¢n m¨¢s expuestos al mundo exterior: a la televisi¨®n, a la prensa, a la radio. Hablan con sus familias por tel¨¦fono, pasan m¨¢s tiempo debatiendo sobre la actualidad. Estos d¨ªas, en estas otras celdas hay cierta desaz¨®n. La mayor¨ªa de detenidos son de Yemen. Algunos de Libia y Siria. Ven c¨®mo sus pa¨ªses luchan a favor de la libertad al margen de los medios a los que ellos recurrieron en el pasado.
¡°Algo que les da motivo de arrepentimiento es ver lo que las acciones de los ciudadanos ha logrado o est¨¢ logrando en sus pa¨ªses, sin el uso de armas¡±, explica Zak, el asesor cultural. ¡°A ellos se les reclut¨® para la lucha y el uso de armas... Las promesas que les hicieron se quedaron en meras palabras. La gente de a pie, en las calles, est¨¢ logrando mucho m¨¢s que esa lucha armada a la que se unieron¡±. A la d¨¦cada de cautiverio se a?ade la desaz¨®n, ahora, de que no fue la yihad la que hizo caer a los tiranos.
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