La plaza no admite m¨¢s trampas
Los egipcios no quieren la transici¨®n dise?ada por la c¨²pula militar
Las cosas est¨¢n mal en Egipto. El aroma a libertad de la primavera ¨¢rabe se ha mezclado con el hedor de la sangre y de la represi¨®n. Est¨¢ previsto que el pr¨®ximo lunes empiece a elegirse el nuevo Parlamento que deber¨¢ designar a la comisi¨®n que redacte la Carta Magna, pero la fecha se acerca mientras el pa¨ªs se sume en una escalada de violencia. Algunos egipcios est¨¢n confusos, muchos enfadados. Los carteles electorales se alternan con las pintadas de los activistas en las paredes del barrio de Bursa contra el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que gobierna el pa¨ªs. Dicen que ¡°no tiene legitimidad¡± y que ¡°el pueblo quiere un Gobierno civil que le rescate¡±.
¡°Yo grito en casa¡±. Esa es la respuesta que da Ayman, con una carcajada, cuando le preguntan si va a votar el pr¨®ximo 28 de noviembre para decir que no ir¨¢ a las urnas. Este joven bromea usando la homonimia entre la voz ¨¢rabe que se refiere a los verbos votar y gritar, una coincidencia que ha aprovechado el ingenio cairota para sus habituales chistes ante la cercan¨ªa de los comicios. Ayman es el responsable de preparar las shishas en un caf¨¦ de Bursa, en el centro de El Cairo, uno de los rincones donde los activistas o los j¨®venes se re¨²nen a charlar o hablar de pol¨ªtica y donde se refugian cuando en Tahrir el gas lacrim¨®geno es insoportable.
Osama, que tapiza sillas en un peque?o local junto al edificio de la Bolsa y es de un barrio popular, cree que ¡°deber¨ªa salir alguien nuevo a quien votar¡±. Tiene la sensaci¨®n de que las listas van llenas de candidatos del antiguo partido de Mubarak. Saader, que en ¨¢rabe significa paciente, es el nombre supuesto que se atribuye un estanquero ambulante. ?l no se f¨ªa de ninguno de los que van en las listas. ¡°Son unos ladrones, los mismos que antes¡±, argumenta. ¡°Antes los votos llegaban a las 500 libras en el ¨²ltimo momento. Nos ofrec¨ªan m¨®viles, regalos, por eso nunca fui a votar¡±. Saader comprende a los que protestan porque cree que ¡°Tantaui no tiene nada que ofrecer¡±. Mohamed Hussein Tantaui, el mariscal al frente de la Junta Militar, es en su opini¨®n ¡°igual que Mubarak¡±.
¡°El pr¨®ximo golpe de Estado ser¨¢ contra ¨¦l¡±. Las palabras de Saader, un sexagenario ¡°que ya lo ha visto todo¡±, resumen el motivo por el que las protestas han vuelto a las calles de Egipto. ¡°Si alg¨²n desconocido gobernara confiar¨ªa en ¨¦l, pero ?en el Ej¨¦rcito? Ya me lo conozco. Quiero algo mejor para mi hijo menor, que est¨¢ en secundaria¡±, a?ade. Un parroquiano, Ibrahim, se une a la conversaci¨®n. ¡°Yo prefiero que gobiernen los militares a los islamistas. Imag¨ªnate. Si llegasen al poder cerrar¨ªan los bares, tapar¨ªan a las mujeres. No podr¨ªamos sentarnos aqu¨ª juntos a fumar una shisha¡±.
Adel, un profesor que sortea las sillas y las mesas, cree que existen muchas posibilidades de que los militares quieran quedarse en el poder. Pero, aunque no tiene claro a qui¨¦n votar¨¢, cree que las elecciones deben continuar para que ¡°al menos haya un Parlamento y una posibilidad de que los militares se vayan¡±. ¡°Si pretenden acomodarse que se preparen. La gente ya sabe el camino a Tahrir¡±, argumenta.
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