Anatom¨ªa de la crisis
Josep Borrell y Andreu Miss¨¦ dialogan sobre las consecuencias de la convulsi¨®n que est¨¢ padeciendo la moneda ¨²nica
En La crisis del euro. De Atenas a Madrid, Josep Borrell y Andreu Miss¨¦ dialogan sobre las consecuencias de la crisis que est¨¢ padeciendo la moneda ¨²nica desde hace dos a?os. Es una conversaci¨®n anal¨ªtica de los principales acontecimientos sin las pretensiones de un ensayo acad¨¦mico, que persigue explicar los desaf¨ªos del euro de la forma m¨¢s clara posible. El libro recoge una cronolog¨ªa de los hechos m¨¢s relevantes, analiza las causas de fondo de la crisis, los efectos de la posible quiebra de alg¨²n pa¨ªs y las salidas de esta encrucijada en ¡°la que lo peor ya es perfectamente posible¡±. A continuaci¨®n reproducimos algunos extractos del texto.
Este libro es la transcripci¨®n editada, ordenada y reducida de una larga conversaci¨®n intermitente e inacabada. Tiene su origen en una entrevista que Andreu Miss¨¦, corresponsal de EL PAIS en Bruselas, hizo a Josep Borrell poco tiempo despu¨¦s de que este asumiese la presidencia del Instituto Universitario Europeo de Florencia.
Fue publicada el 30 de mayo de 2010, poco despu¨¦s del dram¨¢tico fin de semana del 9 de mayo ¡ªpor azar del calendario, precisamente el D¨ªa de Europa¡ª, en el que los europeos transgredieron algunos de los principios fundadores del euro y en el que el Gobierno espa?ol inici¨® un doloroso proceso de ajuste fiscal. Con el titular ¡°Los Gobiernos han jugado al p¨®quer con los mercados y han perdido¡±, esa entrevista tuvo una cierta repercusi¨®n por la forma en la que se abordaba la crisis de la deuda europea que, a juzgar por lo que ocurri¨® despu¨¦s, estaba todav¨ªa en sus inicios.
La historia parece repetirse y tenemos una extra?a sensaci¨®n de d¨¦j¨¤ vu. Pero no es otra crisis, es la misma que empez¨® en EE UU. hace cuatro a?os, aunque ahora no sean las suprimes sino la deuda p¨²blica la que lastra los balances bancarios y siembra la desconfianza. El riesgo sist¨¦mico es potencialmente mayor que el de 2008, pero esta vez los Estados est¨¢n tan endeudados que no pueden ser los salvadores en ¨²ltima instancia, salvo los que han puesto a sus bancos centrales a monetizar su deuda imprimiendo moneda. En Europa todav¨ªa no estamos en esta situaci¨®n, pero sobre el BCE seguir¨¢n recayendo las soluciones de emergencia. El c¨ªrculo vicioso financiero ¡ªcrisis inmobiliaria, crisis de los bancos, crisis de los Estados que se precipitaron a ayudar a los bancos¡ª se ha trasladado a la econom¨ªa real. Las pol¨ªticas de austeridad sin visi¨®n econ¨®mica de futuro aplicadas para tranquilizar a los mercados han inducido una recesi¨®n que finalmente no tranquiliza a los acreedores. Saben bien que sin crecimiento no hay reducci¨®n posible de los d¨¦ficits ni del endeudamiento.
Las crisis sociales sacuden a los pa¨ªses que han aplicado dr¨¢sticos planes de ajuste, que se traducen en disminuci¨®n de empleo, rentas y servicios sociales. Una juventud sin futuro que constituye una peligrosa bomba de relojer¨ªa se manifiesta, de forma pac¨ªfica pero contundente, en Santiago de Chile, en Madrid, en Atenas y en Nueva York, y de forma violenta en Londres. El peque?o libro ?Indignaos!, de St¨¦phane Hessel, vende tres millones de ejemplares en todo el mundo.
Andreu Miss¨¦. Atenas, octubre de 2009. Los socialistas han ganado las elecciones con un programa de expansi¨®n del gasto social. Hasta entonces nadie hab¨ªa prestado atenci¨®n a la deuda griega. Pero cuando Papandreu denuncia que el d¨¦ficit era tres veces mayor que el comunicado a Bruselas, las agencias de calificaci¨®n de riesgos rebajan el rating de los bonos griegos.?No es sorprendente que no hubieran sospechado nada anteriormente?
Josep Borrell. Tampoco lo hicieron en EE UU con las subprime. Sin querer pensar que su reacci¨®n fuese debida a la llegada de un Gobierno socialista¡ aprovecharon el caso griego para rehacer su credibilidad perdida. Pero no es del todo cierto que nadie se diera cuenta de nada. Y la reacci¨®n al excesivo d¨¦ficit p¨²blico de Grecia tampoco fue inmediata.
A. M. Si alguien se dio cuenta de algo no parece que actuara. Y las advertencias de la Comisi¨®n no fueron apoyadas por el Consejo.
J. B. La Comisi¨®n hab¨ªa pedido auditar las cuentas de Grecia. Pero el Consejo, con Alemania a la cabeza, se opuso por considerar que se cuestionaba la soberan¨ªa de un Estado. Hacerlo con Grecia sentaba un peligroso precedente que pod¨ªa volverse en contra de Alemania, que hab¨ªa sido la primera en no cumplir el Plan de Estabilidad y Crecimiento (PEC).
Alemania estuvo cinco a?os superando el l¨ªmite del 3% de d¨¦ficit p¨²blico, aunque de forma mucho m¨¢s moderada que actualmente Grecia o Espa?a. La Comisi¨®n intent¨® sancionarla, al igual que a Francia, por d¨¦ficit p¨²blico excesivo, pero ambos pa¨ªses lograron una mayor¨ªa en el Consejo para impedirlo. Aquella decisi¨®n debilit¨® al PEC y puso de manifiesto que no se puede ser a la vez juez y parte.
A. M. ?C¨®mo una crisis financiera, una crisis generada por los bancos, se convierte finalmente en una crisis de la deuda p¨²blica?
J. B. Por la ca¨ªda de la actividad econ¨®mica, lo que supone menos ingresos fiscales y m¨¢s gastos p¨²blicos compensatorios, sociales o de inversi¨®n. Es decir, m¨¢s d¨¦ficit y, en consecuencia, m¨¢s deuda. Y porque los Gobiernos acuden en apoyo de los bancos y se cargan con sus deudas. Irlanda, con los 70.000 millones de euros que le cost¨® el intento de salvar a los bancos, es un ejemplo extremo de esta situaci¨®n.
A. M. El premio Nobel Joseph Stiglitz ha propuesto la nacionalizaci¨®n de la banca o crear una gran banca p¨²blica como respuesta a la crisis, ?no?
J. B. Hasta ahora no parece que nadie le haya hecho caso. Pero, ante las nuevas necesidades de recapitalizaci¨®n de los bancos, se plantean contrapartidas a las aportaciones de capital p¨²blico. Algo as¨ª se podr¨ªa hacer en Espa?a despu¨¦s de lo que nos ha costado la reestructuraci¨®n de las cajas de ahorros y ahora que se apela tanto a crear nuevos circuitos de generaci¨®n de cr¨¦dito.
A. M. Ya ves, volvemos atr¨¢s en el tiempo. Pero en el tema de las agencias de rating, ?cu¨¢n importante ha sido realmente su influencia en la especulaci¨®n contra Grecia y el euro?
J. B. Sin caer en simplificaciones manique¨ªstas, las agencias han echado le?a al fuego con sus valoraciones. Como m¨ªnimo han alimentado, justificado e impulsado las tendencias bajistas. A veces, como ha ocurrido (marzo de 2011) con Espa?a, sus decisiones son tan poco fundadas que habr¨ªa que llamarlas m¨¢s bien ¡°agencias de descalificaci¨®n¡±.
A. M. ?Y qu¨¦ alternativas hay a la austeridad generalizada?
J. B. Las hay, pero ninguna milagrosa. A nivel macroecon¨®mico, como te dec¨ªa antes, algunos pa¨ªses tienen m¨¢rgenes de maniobra que no utilizan. Como Alemania, que este a?o ha reducido su est¨ªmulo fiscal en 30.000 millones. Se podr¨ªa actuar a nivel europeo lanzando un plan de reconversi¨®n ecol¨®gica, financiado por el Banco Europeo de Inversiones, para disminuir nuestra dependencia del petr¨®leo y el gas. Este ser¨ªa el buen momento para un impuesto europeo sobre el carbono para financiar un programa de infraestructuras transnacionales y un plan de innovaci¨®n tecnol¨®gica a escala europea.
A. M. Sin embargo, muchos consideran los eurobonos como una parte fundamental de la soluci¨®n.
J. B. Y lo es. Solo este tipo de uni¨®n fiscal puede aportar una soluci¨®n estable. El problema es saber si llegar¨¢n a tiempo de evitar la recesi¨®n que nos amenaza.
A. M. ?Y cu¨¢les son las posibles direcciones que puede tomar Europa en la salida de la crisis?
J. B. Puede salir por debajo, aceptando la modificaci¨®n de la naturaleza del euro, o de su per¨ªmetro geogr¨¢fico, a causa de la exclusi¨®n de uno o varios pa¨ªses incapaces de asumir las restricciones que implica. Ser¨ªa dar marcha atr¨¢s en la historia de la integraci¨®n europea y un riesgo de desestabilizaci¨®n general del proceso. O puede salir por arriba, reforzando la solidaridad europea y avanzando en su gobierno econ¨®mico y en su federalismo fiscal. Reclamada por unos y rechazada por otros, esta soluci¨®n implica una gran voluntad pol¨ªtica que no parecen tener hoy varios de los Gobiernos y de los pueblos de Europa. Y sin esa voluntad pol¨ªtica ampliamente compartida, los riesgos de que el proceso se bloquee son muy grandes.
Esta es, en nuestra compartida opini¨®n, la verdadera encrucijada en la que se encuentra hoy el proyecto europeo.
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