?La ¨²ltima cumbre?
Es posible que la eurozona necesite en ¨²ltima instancia una verdadera autoridad supranacional. Hasta que exista una uni¨®n pol¨ªtica as¨ª con un poder ejecutivo claro, es de esperar que haya m¨¢s cumbres. La ¨²ltima no es m¨¢s que un paso en un largo camino
Los dirigentes europeos se han reunido para celebrar otra cumbre m¨¢s en la que decidir el destino de la zona euro. ?Est¨¢n ahora definidos todos los elementos esenciales de una soluci¨®n?
En la cumbre, los dirigentes acordaron unas normas fiscales m¨¢s estrictas y de m¨¢s calado que, en su mayor¨ªa, deben llevarse a la pr¨¢ctica a escala nacional. Esto contribuir¨¢ a aumentar la disciplina fiscal. De hecho, se ha demostrado que las normas fiscales nacionales tienen efectos importantes y considerables sobre los resultados fiscales, y este efecto no solo representa las preferencias de la sociedad por la disciplina fiscal. Hay tambi¨¦n buenos motivos para creer que las normas fiscales nacionales ser¨¢n m¨¢s ¨²tiles que las normas europeas, ya que influyen directamente en el proceso de toma de decisiones a escala nacional desde dentro (despu¨¦s de todo, la soberan¨ªa fiscal sigue siendo nacional).
A cambio, se ha puesto m¨¢s dinero sobre la mesa. Esto incluye 200.000 millones de euros para el FMI pero tambi¨¦n un avance del MEDE [el Mecanismo Europeo de Estabilidad]. La zona euro deber¨ªa disponer ahora de una cantidad de dinero considerable. Incluso sin apalancamiento, podr¨ªa haber hasta 700.000 millones de euros disponibles para ayudar a los pa¨ªses con problemas de liquidez. La suposici¨®n es que ese dinero se gastar¨ªa como actualmente en los pa¨ªses del programa, b¨¢sicamente sacando al pa¨ªs del mercado. Esto proporcionar¨ªa un plazo de alrededor de dos a?os para Italia o de un poco m¨¢s de un a?o para Italia y Espa?a. Se han descartado las posibilidades alternativas de usar los fondos para ofrecer ayuda presupuestaria o incluso recapitalizar los bancos.
Adem¨¢s, los dirigentes se han reafirmado en su promesa de que Grecia seguir¨¢ siendo un caso ¨²nico y que ning¨²n otro pa¨ªs impondr¨¢ p¨¦rdidas a los inversores. La implicaci¨®n del sector privado queda as¨ª descartada, pero se mantienen las cl¨¢usulas de acci¨®n colectiva (CAC). El nuevo sistema aplicable a la nueva deuda emitida se basar¨¢, por tanto, en normas y tendr¨¢ la posibilidad de reestructurar la deuda de acuerdo con las CAC definidas.
Sin embargo, los mercados siguen sin estar convencidos. En una subasta realizada el lunes, los bonos del Tesoro italiano a un a?o se vendieron a un tipo de inter¨¦s de casi el 6%. Si un tipo as¨ª se mantuviese durante mucho tiempo, impondr¨ªa una pesada carga a las finanzas p¨²blicas italianas y hasta podr¨ªa poner en peligro la solvencia del pa¨ªs. Entonces, ?qu¨¦ es lo que falta y por qu¨¦ la soluci¨®n de la cumbre sigue sin ser satisfactoria? Yo distingo al menos tres factores.
Primero, la cumbre no ha dado pie a una estrategia cre¨ªble sobre el modo de generar crecimiento. Sin un crecimiento econ¨®mico considerablemente mayor en el sur de Europa, las din¨¢micas de la deuda combinadas con las necesidades de revisar los precios har¨¢n peligrar la sostenibilidad. Aun cuando el sistema pol¨ªtico est¨¦ absolutamente decidido a cumplir todas sus obligaciones respecto a la deuda, el aumento del paro y un crecimiento d¨¦bil socavar¨¢n la estabilidad pol¨ªtica. El sur de Europa se encuentra, en mayor o menor grado, en una situaci¨®n de emergencia en cuanto al crecimiento por culpa de unos resultados educativos flojos, el mal gobierno, el endeudamiento elevado y la baja competitividad. La incapacidad para hacer frente a esto a escala regional, nacional y europea resultar¨¢ perjudicial.
Segundo, la cumbre sigue guardando silencio sobre la fragilidad del sistema bancario. El sistema bancario integrado de la eurozona necesita una autoridad de supervisi¨®n y resoluci¨®n bancarias integrada y poderosa respaldada por medios suficientes para evitar p¨¢nicos bancarios. El actual sistema, que gira alrededor de los supervisores nacionales y los recursos fiscales nacionales, es claramente fr¨¢gil y ha empezado a haber p¨¢nicos bancarios en algunos pa¨ªses. Aunque el BCE est¨¢ implic¨¢ndose m¨¢s en su faceta de proveedor de liquidez para los bancos, puede que, en ¨²ltima instancia, se necesite m¨¢s capital. Los jefes de Estado y de Gobierno no han sido capaces hasta ahora de convencer a los mercados de que est¨¢n dispuestos a identificar los bancos que tienen problemas graves y proporcionarles el capital necesario. Los bancos se muestran por tanto muy cautos a la hora de conceder cr¨¦ditos y esto es una r¨¦mora para el crecimiento.
Tercero, al aumentar la dependencia del FMI, una proporci¨®n mayor de la ayuda se entregar¨¢ con una condici¨®n de acreedor preferente. Una mayor implicaci¨®n del FMI es en principio bienvenida, ya que una instituci¨®n externa puede ser un hom¨®logo m¨¢s neutral a la hora de ofrecer ayuda, pero tambi¨¦n impondr¨¢ condiciones. Sin embargo, como el FMI ¨C a diferencia del MEDE ¡ª tiene una condici¨®n de acreedor preferente, el acceso a los mercados tras el programa puede ser m¨¢s dif¨ªcil. Las opciones alternativas para el uso de los fondos, por ejemplo ofrecer ayuda presupuestaria directa y as¨ª mantener el pa¨ªs en el mercado, no han sido respaldadas. Adem¨¢s, el hecho de que, una vez que el MEDE empiece a funcionar, toda la nueva deuda se emita con CAC, la situar¨¢ en desventaja respecto a la reservade deuda existente y podr¨ªa hacer aumentar los costes de financiaci¨®n.
Por ¨²ltimo, sigue habiendo un riesgo considerable en cuanto a la puesta en pr¨¢ctica de las medidas adoptadas. Habr¨¢ que concretar los detalles. Los Parlamentos nacionales tendr¨¢n que ponerse de acuerdo sobre las medidas adoptadas y los fondos adicionales provenientes de terceros pa¨ªses deber¨¢n destinarse al FMI, lo que podr¨ªa tenercomo consecuencia interminables debates sobre el gobierno del FMI.
M¨¢s adelante, es posible que la eurozona necesite en ¨²ltima instancia una verdadera autoridad supranacional que pueda ofrecer m¨¢s orientaci¨®n y apoyo para generar crecimiento, que pueda supervisar y respaldar los bancos y que pueda proporcionar distintas formas de ayuda a los Estados miembros. Hasta que exista una uni¨®n pol¨ªtica as¨ª con un poder ejecutivo claro (que, en caso necesario, pueda ofrecer un soporte de estabilidad respaldando unos bonos comunes), es de esperar que haya m¨¢s cumbres. La ¨²ltima cumbre no es m¨¢s que un paso en un largo camino.
Guntram B. Wolff es director adjunto de la fundaci¨®n Bruegel, con sede en Bruselas, y coautor de What kind of fiscal union? [?Qu¨¦ clase de uni¨®n fiscal?].
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