Sectarismo en Nigeria
El terrorismo islamista contra los cristianos amenaza la unidad del pa¨ªs m¨¢s poblado de ?frica
El auge del islamismo en el mundo ¨¢rabe y en pa¨ªses de mayor¨ªa musulmana est¨¢ forzando la marginaci¨®n de las comunidades cristianas o su ocultaci¨®n, cuando no desatando su abierta persecuci¨®n. El caso del hostigamiento impune de los coptos en Egipto es especialmente relevante, por representar alrededor del 10% de la poblaci¨®n del mayor pa¨ªs ¨¢rabe, pero situaciones semejantes se dan a escala en Siria, Irak o los territorios palestinos, donde las comunidades cristianas se baten en retirada ante una creciente violencia sectaria y las incumplidas promesas de protecci¨®n de los Gobiernos respectivos.
En Nigeria resulta inquietante la tibieza gubernamental hacia la violencia islamista contra los cristianos. El pa¨ªs m¨¢s poblado de ?frica parece encaminarse hacia una confrontaci¨®n entre sus mitades musulmana y cristiana si el presidente Goodluck Jonathan, un cristiano sure?o, no pone coto inmediato al terror desatado por Boko Haram, una milicia fundamentalista que pretende imponer la shar¨ªa en la totalidad del pa¨ªs. El grupo terrorista, modelado a imagen de los talibanes, ha reivindicado los sangrientos atentados de Nochebuena y Navidad contra iglesias cat¨®licas, m¨¢s de una treintena de muertos, y cuya r¨¦plica, el martes, ha sido el ataque contra una escuela ¨¢rabe, con seis ni?os heridos. Es la segunda Navidad que Boko Haram ¡ªcuya traducci¨®n dialectal, ¡°la educaci¨®n occidental es pecaminosa¡±, es suficientemente expl¨ªcita sobre su universo¡ª se ceba con templos cat¨®licos en Nigeria, donde la imposici¨®n de la ley isl¨¢mica en varios Estados ha forzado la huida de decenas de miles de cristianos. El grupo terrorista, semianiquilado en 2009, se ha reconstruido en una fuerza capaz de matar a centenares de personas, como lo demuestran sus recientes ataques en ciudades del norte y sus mort¨ªferos atentados suicidas en Abuja, la capital, en verano, uno de ellos contra la sede de la ONU.
No hay desaf¨ªo mayor en este escenario para el presidente Jonathan, elegido en abril, que prevenir que Nigeria sucumba a la violencia sectaria impulsada por el fanatismo islamista. El riesgo es catastr¨®fico en un pa¨ªs de 160 millones de almas, pobre pese a su abundancia petrol¨ªfera ¡ªinstigadora de una corrupci¨®n y violencia ilimitadas¡ª, con un Gobierno central d¨¦bil, una larga historia golpista y decenas de miles de muertos en a?os recientes en enfrentamientos separatistas e inter¨¦tnicos.
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