Las dos caras de Ron Paul
El candidato, el tercero m¨¢s votado en Iowa, atrae a votantes de derecha e izquierda con un mensaje pacifista y una oposici¨®n a la intervenci¨®n estatal
Ron Paul fue tercero, con el 21% de los votos, en los caucus de Iowa y es segundo en las encuestas en las primarias del pr¨®ximo martes en New Hampshire. Ha recolectado m¨¢s de 13 millones de d¨®lares en el ¨²ltimo trimestre del a?o y, no solo es uno de los grandes animadores de la campa?a electoral del Partido Republicano, sino que se le cree con tir¨®n suficiente como para intentar por su cuenta el asalto a la Casa Blanca como candidato de un tercer partido. Sus m¨¦ritos: un mensaje inusual que le permite conectar tanto con la derecha como con la izquierda.
Su foto pod¨ªa verse este oto?o en Nueva York entre las tiendas de Ocupa Wall Street. Sus discursos han cautivado durante mucho tiempo a los miembros de la John Birch Society, el colectivo de extrema derecha que es precursor del Tea Party, grupo al que, a su vez, pertenece su hijo Rand, senador por Kentucky. Con la combinaci¨®n de un supuesto pacifismo y una radical oposici¨®n a toda intervenci¨®n del Estado en la actividad de los ciudadanos, ha construido una s¨®lida plataforma pol¨ªtica cuyo efecto puede ser mayor del que se calculaba hasta hace poco. Miles de j¨®venes le siguen en todo el pa¨ªs bajo el lema de RePAULution (por revolution) y es considerado asimismo un h¨¦roe por quienes se niegan a hacer concesiones sobre el origen libertario y extremadamente individualista de este pa¨ªs.
Los extremismos, en cierto sentido, pueden hacer tambi¨¦n una contribuci¨®n a la sociedad. La guerra moral en la que se cree embarcado Rick Santorum, el segundo en Iowa, puede servir para recapacitar sobre el declive de algunos valores ¨¦ticos que es necesario conservar. El radicalismo anti Estado de Paul puede resultar un buen recordatorio sobre los excesos en el uso del poder en los que incurren algunos gobiernos. Pero en el caso de Paul, ese radicalismo no est¨¢ separado de muchas y diversas contradicciones, y su figura, que despierta tantas pasiones entre personas tan diversas, tiene numerosas aristas, algunas de ellas bastante controvertidas.
Blancos y adinerados
En primer lugar, esa diversidad entre sus seguidores es relativa: casi todos son blancos, hombres y, en general, de buena posici¨®n econ¨®mica. Es extra?o ver negros, latinos o mujeres entre los activistas de su causa. Quiz¨¢ sea porque Paul es contrario al aborto y partidario de eliminar la decisi¨®n del Tribunal Supremo que lo legaliz¨®, para darle esa potestad a los Estados.
Quiz¨¢ sea tambi¨¦n por los art¨ªculos abiertamente racistas que Paul escribi¨® desde 1985 en el newsletter Political Report, que despu¨¦s se llam¨® Ron Paul Survival Report. En uno de esos art¨ªculos, que a¨²n se pueden consultar en Internet, Paul lamenta la desaparici¨®n del apartheid en Sur¨¢frica, y en otro justifica que los negros, y solo los negros, menores de edad sean tratados judicialmente como adultos.
En el caso de los hispanos, el nulo inter¨¦s en Paul puede que tenga que ver con su rechazo a la inmigraci¨®n. ¡°Una naci¨®n sin una frontera segura no es una naci¨®n en absoluto. No tiene sentido luchar contra el terrorismo fuera mientras dejamos abierta la puerta de nuestra casa¡±, ha declarado durante la presente campa?a. Se ha opuesto a todo tipo de ayudas a los inmigrantes y a cualquier programa social que facilite su integraci¨®n.
Contra las guerras
Existen, por supuesto, otras frases de Paul m¨¢s famosas y que repiten con m¨¢s frecuencia sus fieles. Aquellas que ensalzan la libertad de los ciudadanos de Estados Unidos y la Constituci¨®n que la protege. M¨¢s a¨²n, aquellas que condenan las guerras de Irak y Afganist¨¢n, as¨ª como las medidas de presi¨®n contra Ir¨¢n, pa¨ªs al que Paul reconoce el derecho a poseer armas nucleares. A algunos sectores de izquierda les gusta todav¨ªa m¨¢s su oposici¨®n al Estado de Israel o sus propuestas para eliminar bases militares, flotas de guerra o cualquier otra presencia militar norteamericana en el exterior.
Esas posiciones, que pueden ser justamente entendidas como pacifistas y progresistas, tambi¨¦n podr¨ªan ser, como la misma justicia, consideradas aislacionistas y retr¨®gradas. Basta para eso pensar en la intervenci¨®n militar contra Milosevic, contra Gadafi o contra Hitler en la II Guerra Mundial, a la que tambi¨¦n se opone el aspirante republicano.
Paul quisiera ser el presidente de un pa¨ªs aislado y gobernado dentro de sus propias fronteras por una utop¨ªa anarquista tan inveros¨ªmil como inhumana. ¡°En la Am¨¦rica de Ron Paul¡±, ha escrito Katha Pollitt, veterana columnista de The Nation, un emblema de la izquierda, ¡°no habr¨ªa protecci¨®n del medio ambiente, ni Seguridad Social, ni ayudas a los pobres, ni ayudas a la sanidad, ni educaci¨®n p¨²blica, ni leyes de derechos civiles, ni leyes antidiscriminaci¨®n, ni leyes de protecci¨®n a los minusv¨¢lidos, ni leyes para proteger a los consumidores de alimentos o medicinas, ni derechos sindicales¡±. Paul ha llegado a cuestionar la necesidad de controladores a¨¦reos y, durante un debate electoral reciente, admiti¨® que a aquel que no ha tenido la previsi¨®n de hacerse un seguro m¨¦dico privado, habr¨ªa que dejarle morir sin remordimientos si contrae una enfermedad.
Ron Paul es, sin duda, un pol¨ªtico sui generis y su campa?a tambi¨¦n lo es. En torno a ¨¦l, m¨¢s que una operaci¨®n pol¨ªtica, se ha creado una secta, un secta de lujo ¡ªel periodista Jonathan Alter ha descrito a Paul como ¡°un candidato boutique¡±¡ª y en las sectas ya se sabe que el l¨ªder es mitificado. Cu¨¢nto puede este culto durar y qu¨¦ impacto acabar¨¢ teniendo en la campa?a electoral, eso est¨¢ por ver.
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