¡°Espa?a, aparta de m¨ª este c¨¢liz¡±
En los ¨²ltimos d¨ªas, me vengo enterando que el gobierno espa?ol ha expulsado a decenas de mis compatriotas, directamente desde el aeropuerto de Barajas, argumentando que no tienen una supuesta "carta de invitaci¨®n" necesaria para entrar a su pa¨ªs. Me parece, por decir lo menos, aberrante y humillante, en vista de los lazos que aparentemente nos unen.
Soy hijo y nieto de espa?oles, nacido en M¨¦xico y absolutamente mexicano gracias a la generosidad de esta tierra y de su gente. Mi mujer es mexicana y mis hermanos y sobrinas tambi¨¦n lo son. Mis padres, en cuanto pudieron, pidieron la nacionalidad. Y lo somos todos, orgullosamente.
No tuve, tengo, ni tendr¨¦ nunca un pasaporte espa?ol. Y por supuesto, jam¨¢s pedir¨¦ que nadie me firme una "carta invitaci¨®n", ni mostrar¨¦ mi estado de cuenta, ni el recibo del hotel, ni mi boleto de regreso a M¨¦xico para que me dejen entrar a Espa?a. As¨ª qu¨¦, no volver¨¦ mientras esas pol¨ªticas unilaterales y absolutamente injustas y discriminatorias prevalezcan.
Alguien, argumentaba que todos los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea la piden. He estado en Francia, Italia y Portugal y nunca me han exigido nada m¨¢s que mi pasaporte.
En estos tristes tiempos de recesiones y desasosiego, en los que Grecia, la cuna de la civilizaci¨®n, est¨¢ a punto de convertirse en la "tumba de la civilizaci¨®n" por seguir a rajatabla las pol¨ªticas del Fondo Monetario Internacional, quiero, cari?osamente, decirle a los espa?oles (que no a su gobierno), que tengo grabadas, fielmente en la memoria, las palabras del gran poeta peruano C¨¦sar Vallejo escritas en 1937, en su texto "Espa?a, aparta de m¨ª este c¨¢liz" y que hoy por hoy, vienen a cuento:
"...s¨ª la madre
Espa?a cae -digo, es un decir-
salid, ni?os del mundo; id a buscarla!..."
Y les digo tambi¨¦n, que estaremos aqu¨ª para lo que se ofrezca. Nuestros lazos y nuestras sangres son indisolubles e indivisibles. Incluso, a pesar de nuestros gobiernos.
S¨®lo quiero recordar, sirva para lo que sirva, que finalizando la Guerra Civil Espa?ola, M¨¦xico acogi¨®, sin reservas, a miles de refugiados que de ¨¦sta, hicieron su propia patria y as¨ª, salvaron la vida.
Cuando le preguntaron al General L¨¢zaro C¨¢rdenas, presidente de la rep¨²blica, a cuantos refugiados podr¨ªa M¨¦xico recibir, contest¨® con un telegrama que hoy por hoy, me sigue pareciendo la s¨ªntesis de la solidaridad, la buena fe y el compromiso con un pueblo que sufr¨ªa.
Dijo, escueta y maravillosamente: "?Que vengan todos!"
Esa es la "Carta Invitaci¨®n" con la que ¨¦ste espl¨¦ndido pa¨ªs respondi¨® a sus hermanos de ultramar.
El gobierno espa?ol lo ha olvidado.
Yo no.
Y sigo diciendo, una y otra vez, ?Gracias, M¨¦xico!
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