Egipto impone la ley en el Sina¨ª
El Cairo lanza el mayor despliegue militar en d¨¦cadas en la pen¨ªnsula para luchar contra integristas


En el arc¨¦n de la carretera 232, a dos kil¨®metros de la valla separa Israel de Egipto yacen los restos de la batalla que ha hecho saltar las alarmas en las sedes de gobierno de Egipto, Israel y la Autoridad Palestina. Casquillos de bala, la puerta trasera de un blindado calcinada y un trozo de neum¨¢tico militar dan testimonio de la magnitud de un ataque poco habitual incluso en estas latitudes y que ha desencadenado el mayor despliegue del Ej¨¦rcito egipcio en el Sina¨ª en d¨¦cadas.
La llamada operaci¨®n ?guila tiene como objetivo pacificar el Sina¨ª, una regi¨®n des¨¦rtica formalmente bajo bandera egipcia, pero convertida desde hace meses en tierra de nadie. All¨ª, las grandes familias beduinas se reparten el contrabando de armas, drogas e incluso en ocasiones de turistas secuestrados. El vac¨ªo de poder ha permitido adem¨¢s a grupos yihadistas de diverso pelaje instalarse en este territorio des¨¦rtico, desde donde traman y lanzan ataques como el del pasado domingo. Todo esto a las puertas de Israel.

¡°Ahora mismo, el Sina¨ª es nuestra preocupaci¨®n m¨¢s inmediata. Si el Ej¨¦rcito egipcio no toma el control del territorio, al otro lado de la frontera vamos a tener un nuevo Afganist¨¢n¡±, temen fuentes diplom¨¢ticas israel¨ªes. Numerosos observadores coinciden en se?alar que el caos que ha precedido y sucedido a la revoluci¨®n que destron¨® al dictador Hosni Mubarak hace 18 meses supuso un punto de inflexi¨®n en el Sina¨ª. Los habitantes prendieron fuego a las comisar¨ªas y expulsaron a las fuerzas de seguridad. Durante los meses de la pre y post revoluci¨®n, el Ej¨¦rcito concentr¨® sus esfuerzos en estabilizar el Cairo, el canal de Suez y otros puntos estrat¨¦gicos del pa¨ªs, dejando de lado el remoto desierto donde los l¨ªderes tribales imponen su ley. Las pocas fuerzas destinadas al Sina¨ª se concentraron sobre todo en las zonas tur¨ªsticas del sur y el este, dejando desprotegido el norte y el centro del Sina¨ª.
Desprotegido y tambi¨¦n abandonado. Las comunidades beduinas se quejan de la discriminaci¨®n hist¨®rica que sufren por parte de un Estado que dicen les mira por encima del hombro y que no les permite servir en el Ej¨¦rcito o acceder a puestos p¨²blicos. El abandono ha propiciado el nacimiento de una sociedad paralela, al margen de la ley.
¡°Hay muchos aqu¨ª que maldicen la revoluci¨®n¡±, cuenta Mohamed Sabry, un joven periodista de El Arish, quien describe a grandes trazos la situaci¨®n en el Sina¨ª. ¡°Hay grupos extremistas, que no est¨¢ muy claro si son de la Yihad o salafistas. El comercio de armas lo controlan las grandes familias beduinas. Si por ejemplo quiero comprar un kal¨¢snikov, no hay ning¨²n problema. Se lo pides a los beduinos y ellos te consiguen lo que quieras¡±, cuenta por tel¨¦fono desde El Arish.
Mujaimar Abu Saada, profesor de la universidad de Al Azhar en la vecina franja de Gaza, explica que desde la ca¨ªda de Mubarak y del r¨¦gimen libio ¡°empezaron a llegar armas m¨¢s sofisticadas a Gaza a trav¨¦s de los t¨²neles desde el Sina¨ª. De repente se empezaron a ver lanzamisiles como los de los rebeldes libios e incluso han metido camionetas libias de contrabando. Tambi¨¦n han llenado Gaza de droga y esto evidentemente es un problema para nosotros¡±.
Algunas redes de contrabando tradicionales se han reciclado y convertido en c¨¦lulas terroristas, aprovechando la infraestructura y la implantaci¨®n sobre el terreno que ya ten¨ªan, seg¨²n sostiene el informe titulado Sina¨ª: un nuevo frente, publicado por el Washington Institute for Near East Policy el pasado enero. ¡°La combinaci¨®n de organizaciones terroristas palestinas, beduinos salafistas yihadistas y una infraestructura de contrabandistas ha convertido la pen¨ªnsula en un refugio seguro para terroristas con armamento pesado y sofisticado y una amplia libertad de acci¨®n. En otras palabras, [el Sina¨ª] es como un gran dep¨®sito de armas con cientos, tal vez miles de milicianos dispuestos a luchar por sus causas¡±, dice el estudio.
¡°Unos grupos radicales isl¨¢micos son egipcios y otros han venido del extranjero. Hay incluso campos de entrenamientos, almacenes de armas. Pero en realidad, nadie sabe exactamente lo que hay all¨ª¡±, detalla Abu Saada en conversaci¨®n telef¨®nica desde Gaza.
Fue hace una semana, cuando los soldados egipcios romp¨ªan el ayuno de Ramad¨¢n, en un cuartel junto a la frontera. Decenas de enmascarados entraron, mataron a 16 uniformados y robaron dos blindados con los que emprendieron rumbo a Israel. Uno de ellos, cargado de explosivos, estall¨® en el puesto militar israel¨ª. Con el camino ya despejado, el segundo veh¨ªculo entr¨® hasta aqu¨ª, hasta este punto de la carretera 232, donde un drone lo fulmin¨® desde el aire. Dos ocupantes lograron escapar y fueron acribillados minutos m¨¢s tarde por los soldados israel¨ªes, seg¨²n la reconstrucci¨®n de los hechos que ofrecen diversas fuentes militares.
Justo en la frontera, en el puesto militar que los israel¨ªes llaman Rafiah, se puede ver todav¨ªa el vac¨ªo y la destrucci¨®n que dej¨® la explosi¨®n del blindado en pleno paso fronterizo. Al otro lado de la valla que recorre la frontera, una bandera egipcia anuncia que aquello es ya otro pa¨ªs.
En el kibutz de Kerem Shalom, tambi¨¦n pegado a la frontera y la franja de Gaza, sus habitantes, acostumbrados a la lluvia de cohetes procedentes de la franja y a correr al refugio a la primera de cambio, se recuperan todav¨ªa de un susto. ¡°El domingo, los atacantes nos invadieron y esto ya es otra cosa¡±, piensa Andy Brekell, uno de los residentes de este kibutz de la vieja escuela, en el que sus miembros comparten los salarios y en el que el atentado les pill¨® cenando en el comedor comunal.
Ning¨²n grupo se ha atribuido el atentado, mientras los actores implicados se han lanzado acusaciones cruzadas en los ¨²ltimos d¨ªas. Ham¨¢s, el movimiento islamista que gobierna en Gaza y los Hermanos musulmanes egipcios acusan al Mossad y a Israel de estar detr¨¢s del atentado. Israel y el Ej¨¦rcito egipcio sospechan de una posible implicaci¨®n palestina.
Lo que suceda en el Sina¨ª tiene implicaciones directas en las relaciones entre Israel y el movimiento islamista Ham¨¢s y en general en el conflicto israel¨ª-palestino. El extremo sur de la franja de Gaza se encuentra pegado a este paso fronterizo israel¨ª y linda tambi¨¦n con el Sina¨ª egipcio a trav¨¦s de Rafah, el ¨²nico punto de acceso a Gaza que no controlan los israel¨ªes. Si se demuestra que grupos armados palestinos participaron en el ataque, la ecuaci¨®n se complicar¨ªa a¨²n m¨¢s.
Sera quien fuere, de lo que no cabe duda es de que el grupo armado que ejecut¨® el atentado sali¨® del Sina¨ª y demostr¨® un grado de coordinaci¨®n y sofisticaci¨®n en la ejecuci¨®n del atentado in¨¦dito. El nuevo presidente egipcio, Mohamed Morsi, y el primero elegido en unas elecciones libres, ha prometido poner orden en la Pen¨ªnsula. Este es su primer gran desaf¨ªo pol¨ªtico y diplom¨¢tico en un pa¨ªs muy polarizado y con una opini¨®n p¨²blica mayoritariamente antiisrael¨ª. Morsi ha descabezado la c¨²pula del espionaje y ha destituido al gobernador de la zona. Ha ordenado tambi¨¦n el mayor despliegue militar desde 1979, a?o en que Israel y Egipto firmaron el Tratado de paz que impone la desmilitarizaci¨®n del Sina¨ª.
De momento, a los israel¨ªes no se les escucha. No parece importarles que se fuercen las costuras de un tratado obligado a adaptarse a una nueva realidad. Para los israel¨ªes, la prioridad es que alguien ponga orden en el Sina¨ª. Y si son los egipcios los que hacen el trabajo sucio, mejor. Yom Tov Samir, antiguo jefe del frente sur del Ej¨¦rcito israel¨ª y ahora en la reserva piensa que Israel s¨®lo intervendr¨¢ en caso de extrema necesidad. ¡°Entraremos en el Sina¨ª el d¨ªa que tengamos el cuchillo en la garganta¡±, sostiene.
Helic¨®pteros de combate, blindados y cientos de soldados egipcios han aparecido en los ¨²ltimos d¨ªas en los pueblos del Sina¨ª. Algunos de los que han presenciado el movimiento militar piensan sin embargo que hay mucho m¨¢s ruido que nueces. Que los combates no han sido tales y que los soldados disparan al aire para hacer ver que hacen. Que el despliegue militar ha sido hasta ahora m¨¢s bien una demostraci¨®n de fuerza que una ofensiva.
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