Los fugitivos del imperio ruso en Siria vuelven a su tierra del C¨¢ucaso
Decenas de descendientes de los huidos por las guerras del siglo XIX regresan a Abjazia
![Pilar Bonet](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F20305dc5-7626-4aae-ba59-6e4ab29f2aac.png?auth=637102860dc774e4edecc8d35394dc6e08d620e804b66b7dbdb83c18f1a37160&width=100&height=100&smart=true)
![Hijos de los "repatriados" sirios en Sujum (Abjazia).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DGSI5WMZVSSNVRTMX27CXMMM5Y.jpg?auth=87c4dac78f98f3477f23fa9cf8b72c1ed1a572b5d3a3533da05c55fc43a86491&width=414)
Cargada con una bolsa de juguetes y ropa, la activista c¨ªvica Tsiza Gumba es recibida como una madre por los repatriados de Siria, ni?os y adultos que de forma provisional se alojan en la residencia Aitar de Sujum, la capital de Abjazia. Aqu¨ª, a las orillas del mar Negro, en la sede de una clausurada misi¨®n de la ONU, aguardan su futuro varias decenas de ciudadanos sirios descendientes de los majadzhiri, como se llama a los habitantes locales huidos de la expansi¨®n imperial rusa en el C¨¢ucaso en la segunda mitad del siglo XIX.
Aquellos abjazos decimon¨®nicos compartieron su destino con otros pueblos divididos por la conquista rusa, como los ubijos, adigos o shapsugs. En conjunto, estas comunidades exiliadas al Imperio Otomano recibieron el nombre gen¨¦rico de cherquesos. En el mundo se calcula que hay varios millones de cherquesos, la mayor¨ªa de los cuales ¡ªcerca de seis millones¡ª residen en Turqu¨ªa. Otros contingentes menores viven en Siria y Jordania. El ministro de Exteriores de Abjazia, Viacheslav Ch¨ªrikba, estima que entre 300.000 y 500.000 abjazos de origen viven en Turqu¨ªa y menos de 10.000, en Siria.
Desgajada de Georgia en una cruel guerra civil (1992-1993), Abjazia solo ha sido reconocida como Estado por Rusia (2008) y por unos pocos pa¨ªses m¨¢s, entre ellos Venezuela y Nicaragua. Pese a sus limitaciones internacionales y econ¨®micas, Abjazia ha lanzado un plan de repatriaci¨®n sin precedentes en nombre de unas leyes, seg¨²n las cuales la nacionalidad abjaza se trasmite por v¨ªa paterna. Ni siquiera Mosc¨², inquieta por el ¡°factor isl¨¢mico¡±, atiende de forma tan sistem¨¢tica a sus propios cherquesos, que piden ayuda desde el comienzo de la guerra en Siria y que, en parte por su cuenta y riesgo, se trasladan al norte del C¨¢ucaso.
Por el viaje, alojamiento, manutenci¨®n y formaci¨®n ling¨¹¨ªstica cada abjazo-sirio repatriado cuesta 300.000 rublos (unos 7.600 euros) al presupuesto de Abjazia, seg¨²n el jefe del Comit¨¦ de Repatriaci¨®n, Zurab Adleyba. Adem¨¢s, la sociedad local se ha volcado, afirma Gumba, que compra neveras, aparatos de aire acondicionado, sof¨¢s y muebles para los reci¨¦n llegados gracias en parte a donaciones particulares.
Todo comenz¨® en una reuni¨®n de activistas c¨ªvicos que en enero se dirigieron al presidente de Abjazia, Alexandr Ankvab, explica Gunda. ¡°El empeoramiento de la situaci¨®n sociopol¨ªtica en Siria despierta preocupaci¨®n entre los ciudadanos de Abjazia debido a la amenaza a las vidas de nuestros compatriotas, abjazos ¨¦tnicos [¡] descendientes directos de los refugiados que abandonaron el territorio de residencia hist¨®rica de los abjazos [¡] como resultado de las guerras ruso-cauc¨¢sicas y ruso-turcas, y otros eventos del siglo XIX¡±, afirmaban en su llamamiento.
Cherquesos que han vivido en Turqu¨ªa, el Gol¨¢n y Damasco regresan a Abjazia
Las autoridades se pusieron en marcha y enviaron una misi¨®n de reconocimiento a Siria, con ayuda rusa. Sigui¨® una primera oleada de inmigrantes, unas 40 personas, que, con visados de tr¨¢nsito rusos, llegaron a Abjazia en mayo desde Damasco, v¨ªa Mosc¨², en un avi¨®n de la compa?¨ªa Aeroflot. Abjazia se prepara para acoger a un segundo grupo de 110-120 personas este mes. Como Aeroflot dej¨® de volar a Siria el 6 de agosto, el grupo deber¨¢ ser trasladado en un ch¨¢rter ruso, que Abjazia est¨¢ dispuesta tambi¨¦n a pagar.
En la residencia Aitar, los sirios-abjazos esperan la puesta a punto de las viviendas que ocupar¨¢n cerca de Sujum. Algunos tienen trabajo y otros lo buscan mientras reciben clases de abjazo, un complicado idioma que su generaci¨®n ya no habla. Los repatriados han recibido pasaportes abjazos con sus ¡°apellidos hist¨®ricos¡±, recuperados gracias a los archivos de las asociaciones de cherquesos de Siria. Estos apellidos difieren en muchos casos de sus apellidos ¨¢rabes de Siria y los nuevos pasaportes solo son v¨¢lidos en el ¨¢mbito de reconocimiento de Abjazia como Estado.
¡°Los primeros repatriados vinieron de Turqu¨ªa y de Siria a principios de los noventa, antes de la guerra. Una parte se marcharon durante los duros a?os de bloqueo que siguieron, pero en total deben quedar unas 2.000 personas¡±, afirma Ch¨ªrikba, seg¨²n el cual la inmigraci¨®n a Abjazia se ha incrementado por una raz¨®n: "Nuestro crecimiento econ¨®mico es del 8%".
Los abjazos de Siria est¨¢n culturalmente m¨¢s alejados de Abjazia que los de Turqu¨ªa, pero voluntarios de ambos pa¨ªses acudieron a luchar contra los georgianos a principios de los noventa y algunos, como Farid Ariutaa, perecieron en la guerra. Su fotograf¨ªa cuelga a la entrada del Comit¨¦ de Repatriaci¨®n, mientras Riad, su hermano, cuenta que su esposa y tres hijos acaban de llegar de Siria.
La guerra abjazo-georgiana culmin¨® en 1993 con el ¨¦xodo de cerca de 200.000 georgianos, que hab¨ªan formado el contingente poblacional m¨¢s numeroso en Abjazia cuando esta era una autonom¨ªa sovi¨¦tica subordinada a Tbilisi. En 1989, Abjazia ten¨ªa algo m¨¢s de medio mill¨®n de habitantes. Seg¨²n el censo de 2011, tiene 240.000, de ellos 122.000 abjazos y 43.000 georgianos. Los campos sin cultivar y las casas destruidas y abandonadas salpican el despoblado paisaje, especialmente cuando uno se aleja de la costa. Pero las autoridades vetan el retorno a los georgianos. Alegan que colaboraron con la expedici¨®n militar enviada por Tbilisi en 1992 y que su predominio en ¨¦poca sovi¨¦tica fue provocado por Stalin para alterar la composici¨®n ¨¦tnica en Abjazia.
El empleo es la gran inquietud de Mogamed Uanarua, que en Damasco ¡°dibujaba patrones de ropa para Benetton por ordenador¡± ¡°Cuando hayamos organizado el alojamiento, me ocupar¨¦ de buscarte trabajo¡±, dice Tsiza, dispuesta a indagar en ¡°un taller de confecci¨®n de trajes regionales¡± local. A diferencia de la mayor¨ªa de los repatriados, Basel Marsh¨¢n habla ruso, pues estudi¨® microelectr¨®nica en Nalchik (capital de Kabardino-Balkaria, en el C¨¢ucaso ruso). En Damasco era jefe de secci¨®n en el Ministerio de Comunicaciones y ten¨ªa coche oficial. Ahora trabaja en una de las dos empresas de tel¨¦fonos m¨®viles de Abjazia. Su hermano, Aus Marsh¨¢n, dentista, habla ingl¨¦s pero no ruso ni abjazo, y tiene un trabajo provisional. ¡°Nuestro abuelo que vivi¨® 107 a?os se march¨® de Abjazia en 1895, se escondi¨® en las monta?as de Karach¨¢yevo-Cherkesia, y de all¨ª huy¨® a Turqu¨ªa. Siempre supimos que ¨¦ramos abjazos. De Turqu¨ªa, nuestra familia pas¨® a Siria. Hasta la guerra ¨¢rabe-israel¨ª de 1967, vivimos en los altos del Gol¨¢n, luego, en un pueblo de cherquesos cerca de Damasco¡±, cuenta Basel. ¡°Nos criamos entre los ¨¢rabes, pero nunca nos adaptamos del todo. Siria es un pa¨ªs con muchas nacionalidades, muchas lenguas¡ y muchos idiotas¡±, afirma.
Mohamed Geshba trabajaba en la Embajada de Estados Unidos en Siria y ha venido con sus cuatro hijos y toda su familia, excepto un hermano que permanece en Damasco. Shami Marsh¨¢n, de 22 a?os, trabaja ya de carpintero y, por los or¨ªgenes de su madre, entiende algo de adigueio (idioma emparentado con el abjazo), pero no abjazo.
Geshba, como parte de los emigrantes, observa el Ramad¨¢n. En Abjazia, con una mayor¨ªa cristiana, no hay mezquitas y hay quien cree que los refugiados no permanecer¨¢n aqu¨ª mucho tiempo. ¡°De momento, siguen llegando, y en la pr¨®xima remesa esperamos que nos ayude el Alto Comit¨¦ de los Refugiados de la ONU¡±, dice Adleyeba.
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