Derecho y poder en pugna
El caso Assange supone un nuevo pulso entre las normas jur¨ªdicas y la pol¨ªtica
El nombre de Julian Assange se ha convertido en uno de los mayores animadores de la escena diplom¨¢tica internacional. Un nombre de esos que arrastra la pol¨¦mica y enciende pasiones con su mera menci¨®n. El h¨¦roe que arroj¨® luz sobre la tramoya de la pol¨ªtica mundial. El villano que comprometi¨® la seguridad nacional de Estados Unidos y puso en peligro a sus aliados y colaboradores. Todos sabemos de su ascenso al estatus de celebridad internacional y de sus Wikileaks. Y todos sabemos de la ca¨ªda al averno. Dificultades financieras. Cr¨ªticas profesionales. Y, por ¨²ltimo, los l¨ªos judiciales. Sucesi¨®n de cap¨ªtulos que se iban tan r¨¢pido como los de una buena novela: denuncias en su contra por violaci¨®n en Suecia, peripecias que le llevaron a pedir la protecci¨®n en la Embajada de Ecuador en Londres, la amenaza del Gobierno ingl¨¦s de detenerlo a¨²n dentro de la embajada y la salvadora decisi¨®n del Gobierno ecuatoriano de concederle asilo pol¨ªtico. ?Qu¨¦ traer¨¢n las pr¨®ximas entregas? ?Fuga? ?Hast¨ªo y locura? Ya veremos.
Y, mientras, los principios del Derecho Internacional son sometidos a una nueva prueba de estr¨¦s. El derecho al asilo recogido en su forma moderna en la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos (1948) regula la posibilidad de buscar asilo por aquellos que en sus pa¨ªses son perseguidos por motivos pol¨ªticos o por delitos comunes conexos a delitos pol¨ªticos. Una puerta de escape a tantos que se han enfrentado y se enfrentan al riesgo de represi¨®n y muerte. ?Pero le encaja a Assange tal figura? Las denuncias en su contra vienen por delitos de violaci¨®n y el delito com¨²n no permite la concesi¨®n del asilo. Sus defensores alegan que es un mero pretexto para acabar extradit¨¢ndolo a Estados Unidos donde se adelantar¨ªa el juicio pol¨ªtico contra Assange. De acuerdo a lo establecido en la Convenci¨®n Americana de Derechos Humanos (1969) eso permite la concesi¨®n del asilo. Ser¨ªa un proceso cuestionado. ?Se avendr¨ªa el sistema judicial sueco a tal ama?o?
Y el Gobierno ingl¨¦s, tan apegado a su insularidad y singularidad hist¨®rica y jur¨ªdica, complicando las cosas al declarar su disposici¨®n a detener a Assange en la Embajada ecuatoriana en Londres, obviando que las sedes diplom¨¢ticas son inviolables y gozan de protecci¨®n jur¨ªdica especial, precisamente para que puedan cumplir sus funciones especiales. Esta extempor¨¢nea declaraci¨®n facilit¨® la decisi¨®n a Rafael Correa, incapaz de aceptar la violaci¨®n de la soberan¨ªa de su representaci¨®n en Londres. Ahora, con la precipitaci¨®n de todas las partes por buscar una justificaci¨®n pol¨ªtica a las decisiones de derecho, empiezan las consultas diplom¨¢ticas. Consultas que todos sabremos c¨®mo terminar¨¢n, con los aliados de cada una de las partes involucradas apoyando, ?oh, sorpresa!, a sus aliados. ?Alguien velar¨¢ por el Derecho y el proceso? Prefiero no responder a mi pregunta.
Assange se ha convertido en persona non grata para quienes dirigen la diplomacia internacional, pero a¨²n ellos deben reconocerle, al menos un m¨¦rito: ese su sexag¨¦simo d¨ªa recluido-protegido-asilado en la Embajada ecuatoriana en Londres, nos obliga a desempolvar los viejos manuales de Derecho Internacional y a mirar si este en¨¦simo ¡°nuevo orden mundial¡± que nos ha tocado vivir ha asumido los principios de la legalidad para ordenar la comunidad internacional o si seguimos atados al universo hobbesiano donde s¨®lo el poder da orden al mundo.
Miguel M. Benito L¨¢zaro es director de Relaciones Institucionales del Instituto de Altos Estudios Europeos
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