M¨¢s ¡®troikista¡¯ que la troika

La escena se produce en una de las centenares de miles de cumbres para salvar el euro que se han celebrado este a?o. Bruselas, mediados de febrero. Las c¨¢maras captan ¨Ccasi roban: los protagonistas no son conscientes de que salen en televisi¨®n¡ª uno de esos momentos que definen a las mil maravillas lo que de verdad sucede en Europa. Un c¨¢ndido Vitor Gaspar, el ministro portugu¨¦s de Finanzas, se acerca a su hom¨®logo alem¨¢n, Wolfgang Sch?uble, como el estudiante que trata de impresionar a su maestro. ¡°Haremos progresos sustanciales con el d¨¦ficit; ya hemos hecho progresos incre¨ªbles¡±, afirma el portugu¨¦s, cuyo Gobierno aplica a rajatabla los recortes asociados al plan de rescate que ha pedido su pa¨ªs. Inclinado junto a la silla de ruedas de Sch?uble ¨Cque qued¨® paral¨ªtico hace m¨¢s de 20 a?os, cuando un hombre le peg¨® tres tiros en un acto electoral celebrado en una cervecer¨ªa¡ª, Gaspar acaba de escuchar el veredicto de Alemania: ¡°Si es necesario adecuar el programa portugu¨¦s [es decir, flexibilizarlo], no habr¨¢ problema¡±. ¡°Muchas gracias¡±, acierta a responder con un hilo de voz.

Puede que haya llegado ese momento. Portugal, campe¨®n de la austeridad y las reformas, repta en el fondo de la crisis a pesar de todos esos tijeretazos; en parte por culpa de ellos, y de los que aplica el resto del continente. El paro no deja de subir y supera ya el 15%. La recesi¨®n ser¨¢ de a¨²pa este a?o: la crisis espa?ola hace mucho da?o. El consumo y la inversi¨®n se desploman, los ingresos p¨²blicos se hunden, la confianza se ha esfumado. Incluso el consenso pol¨ªtico, una de las grandes bazas de Lisboa en su obsesi¨®n de desmarcarse de Atenas, se resquebraja. Portugal, m¨¢s troikista que la troika (los hombres de negro de la Comisi¨®n, el BCE y el FMI), lleva meses haciendo sin rechistar todo lo que se le pide, incluso un poco m¨¢s, en parte por razones ideol¨®gicas ¨Cel Ejecutivo conservador cree a pies juntillas en la p¨®cima alemana; la oposici¨®n socialista empieza a desmarcarse, pero fue quien pidi¨® el rescate y negoci¨® las condiciones¡ª; en parte para destacarse como el alumno aventajado de esas pol¨ªticas.

Bruselas, Fr¨¢ncfort y Berl¨ªn no han dejado de aplaudir los esfuerzos del Gobierno portugu¨¦s por embridar el d¨¦ficit. El ministro alem¨¢n Guido Westerwelle aplaudi¨® ayer sin asomo de iron¨ªa las ¡°noticias positivas¡± que llegan de Portugal, que deber¨ªa volver a pedir prestado en los mercados internacionales en oto?o del a?o pr¨®ximo si el rescate funcionara. ?Funciona? El men¨² de recortes es sin lugar a dudas uno de los m¨¢s completos de Europa: subidas de todos los impuestos, recortes dr¨¢sticos en el gasto, rebajas de sueldos p¨²blicos y privados, reducci¨®n de los subsidios de paro, tijeretazo a las vacaciones y un largo etc¨¦tera que incluye una amnist¨ªa fiscal e incluso alguna que otra trampa con el d¨¦ficit. Todo eso no permitir¨¢ cumplir los objetivos fiscales fijados para este a?o. Se hace necesaria la en¨¦sima subida de impuestos y el en¨¦simo tijeretazo, que el primer ministro Pedro Passos Coelho present¨® ayer en horario de m¨¢xima audiencia. Los hombres de negro est¨¢n desde hace unos d¨ªas en Portugal: la nueva vuelta de tuerca busca contentar a la troika o est¨¢ directamente inspirada por sus deseos.

Habr¨ªa otra soluci¨®n: que Europa fuera menos estricta con el cumplimiento del d¨¦ficit. Lisboa sigue resisti¨¦ndose a pedir clemencia. ¡°Cuenta con que sigue siendo el alumno aventajado y con que al final la Comisi¨®n le conceder¨¢ algo de margen sin necesidad de hacer esa petici¨®n¡±, explicaron fuentes europeas. Pero eso est¨¢ por ver.