Los clics de la libertad
China prepara el quinto relevo generacional con una incipiente espacio p¨²blico de debate
Clic a clic. As¨ª es el combate. As¨ª avanza o retrocede la libertad. En el teclado del tel¨¦fono m¨®vil o de la tableta. Millones de ciudadanos, j¨®venes sobre todo, ejercen de este modo el derecho a expresarse, contando lo que ven, saben o sienten, que con frecuencia es la denuncia de abusos, si no de cr¨ªmenes. As¨ª est¨¢ sucediendo en todo el planeta, principalmente bajo las dictaduras. Y as¨ª sucede en China, con la dimensi¨®n de las grandes cifras propias de su demograf¨ªa, con sus 500 millones de usuarios de Internet y los 300 millones de Sina Weibo, la red social m¨¢s extendida.
Weibo, que en chino significa microbloguear, es una mezcla de Twitter y Facebook. Permite utilizar fotos, v¨ªdeos y emoticones, y es un instrumento informativo de primer orden en un pa¨ªs donde apenas existe el periodismo profesional, sometido al r¨ªgido control del r¨¦gimen o directamente instrumento de propaganda. En tres a?os de vida tiene ya 350 millones de usuarios, algo que da la medida de su envergadura si se compara con los 500 millones de usuarios conseguidos por Twitter en el doble de tiempo.
Seg¨²n el periodista y bloguero chino Michael Anti, seud¨®nimo de Jing Zhao, la idea de la creaci¨®n de un Twitter chino se define en dos palabras: clonar y bloquear. Se copia el original y se impide el acceso, de forma que el p¨²blico chino tiene que dirigirse al nuevo sistema controlado. Desde 2009, fecha de creaci¨®n de Weibo, el Gobierno oblig¨® a emplazar todos los servidores en Pek¨ªn para facilitar el bloqueo inmediato de las redes en caso de necesidad. La Primavera ?rabe no es posible en China, asegura Anti.
El Gobierno chino se ha enfrentado a una contradicci¨®n ante las tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n y de la informaci¨®n. De un lado, se siente obligado a promocionarlas e incluso a situarse en vanguardia en su uso porque sabe que el futuro de una econom¨ªa moderna pasa por la digitalizaci¨®n. Del otro, sabe que son un desaf¨ªo a su aspiraci¨®n autoritaria de control social. La f¨®rmula elegida es una astuta combinaci¨®n de m¨¢rgenes de libertad con una severa censura de las comunicaciones que puedan afectar a la estabilidad pol¨ªtica.
En una primera etapa admiti¨® la presencia de empresas extranjeras como Google o Yahoo, aunque las someti¨® a unas obligaciones de autocensura inaceptables. Pronto se dio cuenta, adem¨¢s, de que no bastaba con obligarlas a plegarse a sus condiciones porque el combate que se libraba era tambi¨¦n de car¨¢cter tecnol¨®gico y comercial. China es un mercado demasiado grande como para dejarlo entero en manos ajenas, por bien dispuestas que est¨¦n a someterse a las exigencias e incluso arbitrariedades del partido ¨²nico. As¨ª fue como aparecieron las redes chinas, que pronto se convirtieron en las hegem¨®nicas, y que nacen ya organizadas bajo las pautas de autocontrol exigidas desde el poder.
En Weibo hay mucho ruido, chismorreo y mensajer¨ªa basura. Es una v¨¢lvula de escape, que permite descongestionar en el mundo virtual el malestar que se expresa en el mundo real, una versi¨®n digital del viejo sistema de peticiones en la corte. La polic¨ªa del pensamiento est¨¢ situada dentro de la propia empresa, que rastrea palabras prohibidas, cierra cuentas y borra entre el 10 y el 20 por ciento de los mensajes seg¨²n las ¨¦pocas. Los momentos de mayor censura corresponden al estallido de los mayores esc¨¢ndalos. El 8 de marzo de este a?o ha sido el d¨ªa en que Weibo borr¨® m¨¢s mensajes, seg¨²n una investigaci¨®n de la Universidad de Hong Kong: hab¨ªan saltado los rumores de la destituci¨®n de Bo Xilai, el pr¨ªncipe rojo y alcalde de Chongqing, cuya esposa ha sido condenada por el asesinato de un ciudadano brit¨¢nico.
Seg¨²n Kaiser Kuo, m¨²sico rockero y portavoz de Baidu, el clon chino de Google, por primera vez su pa¨ªs cuenta con una esfera p¨²blica que escapa al control total al que aspira el Gobierno. Pero se da la paradoja de que el propio Partido Comunista la est¨¢ utilizando para sus particulares combates pol¨ªticos entre las distintas tendencias o entre los distintos niveles de la organizaci¨®n, contribuyendo a ensanchar sus m¨¢rgenes. Parte de las denuncias se libran de la censura porque desde el partido alguien decide utilizar el conflicto para deshacerse de un dirigente, perjudicar a una facci¨®n o promover la propia.
China se prepara para el XVIII Congreso, que se celebrar¨¢ este oto?o en fecha todav¨ªa desconocida y en el que se producir¨¢ el quinto relevo generacional en la c¨²pula del Estado y del Partido. Es la primera ocasi¨®n en que suceder¨¢ con esta ambigua esfera p¨²blica en marcha. El eclipse del futuro presidente Xi Jinping durante una semana, objeto de un torrente de rumores, hubiera quedado minimizado de puertas hacia adentro sin Weibo. No habr¨¢ Primavera China, al menos de momento, pero ser¨¢ dif¨ªcil que la censura frene la pulsi¨®n fren¨¦tica que lleva a millones de ciudadanos a expresarse en libertad a trav¨¦s de los teclados.
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