Enzo Moavero, el negociador de Monti en Bruselas
El ministro italiano para Europa considera a la UE ¡°el ant¨ªdoto para evitar que acabemos como los peque?os Estados de la Italia del siglo XVI
Si le hablan de Henry Morton Stanley, se ilumina. Enzo Moavero Milanesi siente debilidad por los exploradores. Sobre todo por el gal¨¦s, que, haci¨¦ndose pasar por estadounidense, descubri¨® verdaderamente ?frica y se convirti¨® en uno de los s¨ªmbolos de la edad de oro de los viajes por el ecuador. Entre los viajeros, uno de sus favoritos es tambi¨¦n Giovanni da Pian del Carpine, el misionero de Umbr¨ªa que lleg¨® a Oriente un cuarto de siglo antes que Marco Polo. Colecciona mapas geogr¨¢ficos. Dice que le ayudan a comprender los cambios pol¨ªticos, las evoluciones del pensamiento y de la gente, el nacimiento y el fin de los imperios o, m¨¢s sencillo a¨²n, los Estados.
Cosas propias de un sherpa, y en efecto lo es. Desde que asumi¨® el cargo de ministro para Europa en el Gobierno de Monti, la misi¨®n de Moavero ha sido reparar la relaci¨®n entre Roma y Bruselas, desgastada por a?os de europe¨ªsmo descuidado. Es natural, dado que creci¨® en las instituciones europeas. Sabe a qu¨¦ puerta llamar y qui¨¦n le va a abrir, tanto en la Comisi¨®n como en el Consejo y el Parlamento. ¡°El ministro m¨¢s presente que se recuerda¡±, reconoce un eurodiputado. ¡°A veces puede ser prolijo, pero los parlamentarios le tienen gran aprecio¡±, dice un ayudante veterano.
Nacido en Roma en 1954, el abogado Moavero complet¨® sus estudios en el Colegio de Europa de Brujas y se especializ¨® en derecho comunitario. Tuvo una carrera r¨¢pida. Entr¨® mediante concurso en la Comisi¨®n y a finales de los a?os ochenta ya era jefe de gabinete de Filippo Maria Pandolfi, responsable europeo de Investigaci¨®n. Fueron cuatro a?os en el coraz¨®n de la m¨¢quina de los que surgi¨® una primera llamada al Palazzo Chigi, en 1993, cuando Giuliano Amato le pidi¨® que se incorporara al equipo de privatizaciones. Un Gobierno breve. Sin embargo, el nuevo primer ministro, Carlo Azeglio Ciampi, confirm¨® a Moavero, le nombr¨® subsecretario y le encarg¨® que crease una c¨¦lula de asuntos comunitarios. A aquellos a?os se remontan los primeros contactos con Mario Monti, entonces presidente de la Universidad Bocconi, la joya de la corona de las universidades italianas. Moavero era titular de un curso sobre la disciplina europea antimonopolios. Hasta entonces, solo conoc¨ªa al profesor Monti de lejos, pero entonces iniciaron una relaci¨®n destinada a convertirse en colaboraci¨®n plena. Cuando nombraron a Monti comisario de Mercado Interior de la UE, a principios de 1995, escogi¨® a Moavero para llevar las riendas de su gabinete.
Permaneci¨® all¨ª durante todo el mandato de un ejecutivo ca¨ªdo antes de tiempo debido a los esc¨¢ndalos, y all¨ª estuvo en los comienzos del segundo periodo de Monti, en Competencia. Sin embargo, esta vez solo se qued¨® un a?o. Con el nuevo siglo, Moavero volvi¨® al mantenimiento del motor europeo, fue director general en la Comisi¨®n y, desde 2006, juez en el Tribunal de Justicia de Luxemburgo, del que fue nombrado presidente de secci¨®n en 2010. Volvi¨® a Roma con Monti. Lo dej¨® todo. ¡°He dimitido, he quemado las naves¡±, ha confirmado en varias ocasiones. Su trabajo es tejer redes diplom¨¢ticas. En el ministerio ha asumido todos los poderes y ha llegado a limitar el ¨¢mbito de actuaci¨®n de Exteriores, que en a?os anteriores era m¨¢s amplio: se han o¨ªdo numerosas protestas en la Farnesina. ?l es quien mantiene los contactos con la gente de los primeros ministros en Bruselas, Berl¨ªn, Par¨ªs y Londres, y ha querido participar en persona en las negociaciones en curso sobre la nueva Uni¨®n econ¨®mica. ¡°Me gusta negociar¡±, confiesa, ¡°y mucho m¨¢s en Europa¡±. La vieja Europa, que posee la llave de la paz y la estabilidad, adem¨¢s de ¡°el ant¨ªdoto para evitar que acabemos como los peque?os Estados de la Italia del siglo XVI, borrados del mapa por las grandes potencias¡±. Todos dicen que quiere volver a Bruselas, que aspira a ser comisario europeo dentro de dos a?os. Es in¨²til pregunt¨¢rselo. Responder¨ªa que no es una pregunta que se le pueda hacer a un sherpa.
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