EE UU se enfrenta a un per¨ªodo de grandes decisiones
Barack Obama, el vencedor, se encuentra con un pa¨ªs muy polarizado pol¨ªticamente y con enormes desaf¨ªos, tanto internacionales como dom¨¦sticos, para poder conservar su influyente papel como primera potencia mundial.
La campa?a electoral ha mostrado la fuerte rivalidad que, en estos momentos, enfrenta a los dos grandes partidos, m¨¢s distanciados ideol¨®gicamente que en otros momentos de la historia. Ambos partidos, especialmente el Partido Republicano, se han alejado del centro y han convertido la tradicional batalla pol¨ªtica en una disputa entre dos modelos de Estado. El ganador se encuentra con una parte del Congreso, no solo hostil, sino dispuesta a frenar lo que se considerar¨¢ como un asalto a los valores esenciales de esta naci¨®n.
Obama tendr¨¢ de nuevo una C¨¢mara de Representantes dominada por la oposici¨®n. El Tea Party, como tal, ha perdido influencia en los ¨²ltimos meses. Pero, igualmente, la oposici¨®n est¨¢ dominada por conservadores comprometidos con la reducci¨®n de impuestos y el empeque?ecimiento del estado del bienestar.
El Senado seguir¨¢ controlado por el Partido Dem¨®crata. Cualquier intento republicano de reformar la estructura del estado para reducir el d¨¦ficit y la deuda ¨Ctarea imprescindible, antes o despu¨¦s, de una manera o de otra-, va a encontrar enfrente la oposici¨®n de quienes ven en ese esfuerzo un intento de eliminar la red de protecci¨®n social.
Esa situaci¨®n puede conducir a un peligroso estancamiento de Estados Unidos en el momento en que m¨¢s dinamismo se requiere. El predominio universal de este pa¨ªs, aunque no discutido a corto plazo, est¨¢ m¨¢s amenazado que nunca. La emergencia de China, India y otras grandes naciones en desarrollo est¨¢ creando ya el embri¨®n de un nuevo orden internacional. Los problemas econ¨®micos y de identidad de Europa privan a Washington de un aliado fundamental para ejercer su supremac¨ªa internacional. La indiferencia hacia Am¨¦rica Latina reduce el potencial de crecimiento norteamericano y su campo de influencia pol¨ªtica.
Todo ello, coincidiendo con retos may¨²sculos a los que el presidente estadounidense tendr¨¢ que hacer frente de inmediato. El primero de ellos es Ir¨¢n. El dossier sobre el programa nuclear de ese pa¨ªs y la forma en que puede ser interrumpido ha estado esperando sobre la mesa del Despacho Oval durante todos estos meses de campa?a, pero es dudoso que pueda esperar mucho m¨¢s. Israel est¨¢ impaciente, la sociedad iran¨ª se ha empobrecido con las sanciones y todos est¨¢n necesitados de mover ficha cuanto antes.
Tampoco Siria puede esperar mucho tiempo m¨¢s. Para la oposici¨®n de ese pa¨ªs las mayores esperanzas de cambio estaban centradas, parad¨®jicamente, en Romney. Obama no ha creado falsas ilusiones en esta campa?a respecto a una intervenci¨®n para evitar la matanza. Es de esperar que la prudencia exhibida en su primer mandato continuar¨¢.
Pasadas las urgencias electorales, EE UU se encuentra, en resumen, donde estaba antes de esta campa?a: en una fase de renovaci¨®n en medio de un entorno muy dif¨ªcil. Pese a que la situaci¨®n econ¨®mica est¨¢ mejorando y se crece y se crea empleo a un ritmo envidiable en Europa, no es suficiente a¨²n para seguir el paso de las potencias emergentes y, mucho menos, para tapar los grandes agujeros estructurales que existen en este pa¨ªs.
El presidente que cruce el 20 de enero el umbral de la Casa Blanca tendr¨¢ que acabar admitiendo que no se puede continuar eternamente gastando mucho m¨¢s de lo que se ingresa, a costa del aumento de una deuda que, si bien todav¨ªa no castiga la reputaci¨®n financiera de EE UU, s¨ª aumenta su dependencia del exterior y la debilita como naci¨®n.
Decisiones dif¨ªciles, como el aumento de impuestos, la reducci¨®n del presupuesto militar o la reforma de los m¨¢s costosos programas sociales, estar¨¢n en la agenda del pr¨®ximo presidente. Cualquiera de esas empresas, que ya son dif¨ªciles en tiempos de cierta cooperaci¨®n entre los partidos, puede hacerse imposible si no se supera la polarizaci¨®n actual.
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