La paz despu¨¦s de la guerra
El premio Nobel ha sido muchas veces pol¨¦mico pero casi siempre ha acertado al reconocer esfuerzos genuinos de reconciliaci¨®n
El a?orado polemista Christopher Hitchens, que muri¨® de c¨¢ncer hace ahora un a?o, una enfermedad que narr¨® con la misma rotundidad y lucidez que marc¨® toda su obra, comienza su ensayo sobre Henry Kissinger diciendo que el prop¨®sito de su libro no es denunciar los cr¨ªmenes del que fuera secretario de Estado de EE UU, sino que su objetivo es que acabe siendo juzgado y condenado por un tribunal penal internacional. Kissinger es premio Nobel de la Paz que comparti¨® con el vietnamita Le Duc Tho en 1973 por sus esfuerzos para acabar con la guerra de Vietnam. Es posible encontrar unos cuantos peros a la lista de pol¨ªticos que han recibido este galard¨®n ¨Cempezando por Barack Obama, un presidente que si bien fren¨® los abusos de la administraci¨®n Bush, no ha dudado en utilizar los drones y no ha cerrado Guant¨¢namo--, pero tambi¨¦n est¨¢n en ella todos los grandes nombres que han dado pasos gigantescos en nombre de la paz, desde Jean Henry Dunant en 1901, padre de la convenci¨®n de Ginebra tras contemplar el horror de la batalla de Solferino, hasta Martin Luther King, Ren¨¦ Cassin, Aung San Suu Kyi, Liu Xiaobo o, claro, Nelson Mandela.
El problema del premio Nobel de la Paz es una obviedad: a la paz se llega despu¨¦s de la guerra y alguno de los que lo han recibido fueron combatientes antes de pacifistas. Eso s¨ª, mostraron la suficiente lucidez como para ser capaces de reconocer el momento en que ya no ten¨ªa sentido seguir combatiendo, cuando hab¨ªa que olvidar principios que parec¨ªan irrenunciables en nombre de una soluci¨®n. El caso m¨¢s claro se produjo en 1994 cuando el palestino Yasir Arafat y los israel¨ªes Simon Peres e Isaac Rabin recibieron el galard¨®n. Arafat y Rabin se hab¨ªan pasado media vida luchando el uno contra el otro, pero al final acabaron en Oslo. Sus renuncias en nombre de la paz le costaron la vida al ex primer ministro israel¨ª, asesinado en noviembre de 1995 por un fan¨¢tico sionista, venerado todav¨ªa por los colonos. En Irlanda del Norte, recibieron el galard¨®n John Hume y David Trimble. El IRA se qued¨® fuera, pero han pasado los a?os y sus dirigentes han demostrado su compromiso con la paz. Lo que entonces hubiese parecido un esc¨¢ndalo, ahora tal vez no lo ser¨ªa.
En cuanto a la Uni¨®n Europea, puede tener muchos defectos, pero su contribuci¨®n a la paz en el continente es indudable. De hecho, no es la primera vez que los intentos de reconciliaci¨®n en Europa reciben este galard¨®n: en 1926, ya fueron premiados el alem¨¢n Gustav Stresemann y el franc¨¦s Aristide Briand por su trabajo para lograr la reconciliaci¨®n francoalemana. Fracasaron pero sin su esfuerzo seguramente el proyecto de construcci¨®n europea no hubiese avanzado tan r¨¢pido tras el cataclismo de la II Guerra Mundial.
El historiador Antony Beevor mantiene que la guerra ha desaparecido del continente europeo porque las democracias no combaten entre s¨ª, no por la UE. Pero resulta muy dif¨ªcil desligar los dos procesos, como qued¨® claro despu¨¦s de la ampliaci¨®n al este, con la entrada de los pa¨ªses que estuvieron al otro lado del Tel¨®n del Acero. Si es un premio que reconoce la paz que llega despu¨¦s de la guerra, la UE lo merece sin ninguna duda. Europa puede tener muchos problemas, much¨ªsimos, demasiados, pero la paz y la reconciliaci¨®n no est¨¢n entre ellos.
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