¡°Rezo para que desaparezca la confusi¨®n¡±
Fieles y turistas se acercan a la Plaza de San Pedro en busca de respuestas
En el centro de la plaza de San Pedro, bajo el obelisco, Gerardo Hojos, seminarista de Costa Rica, reza el rosario. Un forro polar, una mochila y una peque?a cruz apuntada al coraz¨®n. ¡°Rezo para que se me vaya la confusi¨®n¡±, admite. ¡°No me siento abandonado, pero intento practicar la regla de que cada uno tiene que cargar con su cruz. ?Ahora qu¨¦?¡±. Cae una lluvia fina, pero el cielo est¨¢ azul, una sola nube carga el aire, justo encima de la c¨²pula de Miguel ?ngel. Turistas y fieles guardan cola para entrar al templo. De boca en boca salta la misma pregunta que se hace este cura treinta?ero. El reba?o que acaba de perder a su pastor est¨¢ preocupado.
En el borde de la columnata de Gian Lorenzo Bernini, se extiende una selva de tr¨ªpodes, micr¨®fonos y c¨¢maras. Fabio Magni, taxista de 61 a?os, no se queja de que las televisiones ocupen el carril donde suele aparcar, justo donde la calle de la Conciliazione entra en la plaza de San Pedro. ¡°Aprovecho para echar una oraci¨®n. Al principio, me qued¨¦ sorprendido, desprotegido. Luego pens¨¦ que es una lecci¨®n: para hacer cualquier cosa en la vida, desde el Papa hasta el taxista, hay que dedicarle toda tu fuerza y seriedad. Cuando [el Papa] supo que no pod¨ªa hacerlo bien, prefiri¨® dejarlo en lugar de dejar que otros le manipularan¡±.
¡°Es una cosa muy rara¡±, exclama el napolitano Pasquale Bianco, ¡°seguro que hay algo debajo, un complot¡±. ¡°El Papa es nuestro padre, le seguimos queriendo y nos acompa?a¡±, dice su mujer Mar¨ªa. Abre la cartera y ense?a una foto de Benedicto XVI.
Un grupo de japoneses se mueve r¨¢pido tras el paraguas replegado que la gu¨ªa blande como si fuese un estandarte: ¡°Mi madre¡±, relata uno de ellos, ¡°me avis¨® con un mensaje al m¨®vil que dec¨ªa: ¡®Vas a acordarte de este d¨ªa toda tu vida¡±. Tiene 18 a?os y sonr¨ªe.
Giuliana Gaudioso y Claudia Giuffrida tienen la misma edad y llegan de Catania. Son cat¨®licas. Tienen reacciones opuestas: ¡°Si el matrimonio entre hombre y mujer es indisoluble¡±, dice la primera, ¡°?c¨®mo no lo va a ser con Dios? Este Papa al principio me pareci¨® fr¨ªo. Aprend¨ª a quererle porque el Esp¨ªritu Santo le eligi¨®. Ahora, ?en qu¨¦ quedamos?¡±
¡°Tendr¨¢ sus razones¡±, suaviza la amiga. ¡°Hasta Jes¨²s era un hombre. Mi fe no vacila. Solo me pregunto si el sucesor va a seguir en lo que ¨¦l dej¨® a medias: aclarar los esc¨¢ndalos y empezar a reflexionar sobre temas como preservativo y homosexualidad. No pudo llegar hasta el fondo. Espero que no volvamos atr¨¢s¡±.
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