Los republicanos bloquean el nombramiento del secretario de Defensa
La ins¨®lita maniobra de la oposici¨®n corrobora la controvertida personalidad de Chuck Hagel
El hostigamiento del Partido Republicano al Gobierno de Barack Obama ha alcanzado nuevas cotas con el ins¨®lito bloqueo del nombramiento de Chuck Hagel como secretario de Defensa, una medida que mina autom¨¢ticamente la autoridad de quien tendr¨¢ que dirigir el Ej¨¦rcito de la primera potencia mundial y que deja temporalmente en suspenso la formaci¨®n del nuevo equipo de seguridad de Estados Unidos.
Nunca en el historia la oposici¨®n hab¨ªa recurrido al obstruccionismo parlamentario que le permite la ley para impedir la confirmaci¨®n de un secretario de Defensa. Por su naturaleza es uno de los cargos m¨¢s sensibles del pa¨ªs y, por eso mismo, uno de los pocos en los que se sol¨ªa respetar sin grandes objeciones la voluntad el presidente.
El bloqueo es una constataci¨®n de que la hostilidad de los republicanos hacia Obama no se ha atenuado tras las elecciones y que no est¨¢n dispuestos a hacerle la vida m¨¢s f¨¢cil en este segundo mandato
Que esta vez no haya ocurrido as¨ª es, por un lado, una prueba de lo controvertida que resulta la figura de Hagel. Pero, sobre todo, es la constataci¨®n de que la hostilidad de los republicanos hacia Obama no se ha atenuado tras las elecciones y que no est¨¢n dispuestos a hacerle la vida m¨¢s f¨¢cil en este segundo mandato.
Hagel es, efectivamente, un hombre algo inusual como jefe del Pent¨¢gono. Cr¨ªtico en el pasado de la influencia que Israel ejerce sobre la pol¨ªtica exterior norteamericana y firmante de un manifiesto contra las armas nucleares, entre otras particularidades de su trayectoria, Hagel es, pese a su afiliaci¨®n al Partido Republicano, un personaje a cierta distancia del pensamiento dominante en Washington.
Durante la audiencia en el Senado, corrigi¨® algunas de esas posiciones y ratific¨® la alianza estrat¨¦gica entre EE UU e Israel. Pero, nervioso y algo incoherente, no ofreci¨® una imagen s¨®lida en esa comparecencia. Obama, no obstante, sigue creyendo en ¨¦l, y la Casa Blanca ha asegurado que no tiene ning¨²n duda de que, una vez confirmado, cumplir¨¢ eficazmente con la pol¨ªtica que el presidente decida.
Sin embargo, la irritaci¨®n de los republicanos no es solo con Hagel. Algunos de los que han bloqueado su nombramiento dicen haberlo hecho para que la Administraci¨®n revele m¨¢s datos sobre el famoso ataque del 11 de septiembre pasado contra el consulado norteamericano en Bengasi, en el que muri¨® el embajador y otros tres funcionarios.
Concretamente, la oposici¨®n quiere saber qu¨¦ hizo Obama esa noche, qu¨¦ decisiones tom¨® al conocer el ataque. Tratando de evitar este conflicto, la Casa Blanca envi¨® ya una nota a los senadores reconociendo que Obama no llam¨®, personalmente, al presidente de Libia, sino que lo hizo la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton.
Esa admisi¨®n no ha contentado a los republicanos, que a¨²n creen que, pese a que tanto Clinton como el actual secretario de Defensa, Leon Panetta, declararon ante el Congreso sobre Bengasi, la Administraci¨®n est¨¢ escondiendo algo en relaci¨®n con ese episodio. Aunque as¨ª fuese, resulta sorprendente la utilizaci¨®n de un caso como el de Bengasi, con el que Hagen no tiene absolutamente nada que ver, para paralizar su nombramiento.
Hagel es, pese a su afiliaci¨®n al Partido Republicano, un personaje a cierta distancia del pensamiento dominante en Washington
Obama ha acusado a la oposici¨®n de estar ¡°haciendo pol¨ªtica con la seguridad nacional¡±. Los republicanos lo justifican diciendo que necesitan m¨¢s tiempo para estudiar la situaci¨®n. Hagel fue ratificado por el comit¨¦ de Fuerzas Armadas del Senado ¨Csolo con los votos del Partido Dem¨®crata- el pasado martes. Dos d¨ªas despu¨¦s fue sometida al pleno y los dem¨®cratas se quedaron a dos votos de los 60 que se requieren para evitar el obstruccionismo. Aunque los dem¨®cratas tienen 55 de los 100 esca?os de esa c¨¢mara, la ley le permite a la oposici¨®n impedir cualquier votaci¨®n si la mayor¨ªa no llega a 60.
Ahora habr¨¢ que esperar al menos dos semanas m¨¢s para la confirmaci¨®n de Hagel, por lo que, para empezar, no podr¨¢ acudir la pr¨®xima semana a la cumbre de la OTAN en la que se decidir¨¢ el futuro de la guerra de Afganist¨¢n, un asunto crucial para EE UU.
El mejor de los escenarios futuros, y el m¨¢s probable, es que Hagel sea, finalmente, confirmado despu¨¦s de haberle hecho pasar a ¨¦l y a Obama por este embarazoso par¨¦ntesis. Pero, con dos semanas por delante, nadie sabe si a¨²n pueden producirse novedades que impidan definitivamente su nombramiento.
Hagel es amigo de Obama desde que ambos coincidieron como senadores. Probablemente, en ese momento, fue la originalidad del pensamiento de Hagel lo que despert¨® la atenci¨®n del ahora presidente. Pero tambi¨¦n su hoja de servicios. Hagel es poseedor de dos corazones p¨²rpura por el valor demostrado como combatiente en la guerra de Vietnam, de la que sali¨® con un esp¨ªritu pacifista muy com¨²n en esa generaci¨®n. Ser¨ªa el primer jefe del Pent¨¢gono de la historia que ha escuchado antes el sonido de las balas en el campo de combate.
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