El triste final de un l¨ªder triste
Durante meses, a Pier Luigi Bersani las encuestas le llamaron presidente, y ¨¦l se lo crey¨®
Durante meses, a Pier Luigi Bersani las encuestas le llamaron presidente, y ¨¦l se lo crey¨®. Fue en la segunda mitad del 2012. El secretario general del Partido Democr¨¢tico (PD), nacido en Piacenza hace 61 a?os, comunista de joven y admirador de Juan XXIII en cuanto sent¨® la cabeza, hab¨ªa logrado hacerse un nombre en el futuro de la pol¨ªtica italiana gracias a varias carambolas. La primera y principal fue que, en noviembre de 2011, Silvio Berlusconi hab¨ªa sido descabalgado del poder en una operaci¨®n de ingenier¨ªa pol¨ªtica ejecutada por Giorgio Napolitano con el gui¨®n de los mercados y Angela Merkel. Desaparecido el tah¨²r de Arcore, Bersani se dedic¨® a apoyar por ¡°sentido de Estado¡± las reformas del primer ministro t¨¦cnico mientras esperaba recoger, en las elecciones previstas para la primavera de 2013, la cosecha de su responsabilidad. No se dio cuenta de que Berlusconi no estaba retirado, sino hibernando, y que Beppe Grillo se estaba llevando tras de s¨ª, plaza a plaza, la rabia de los sufridores de la crisis.
Bersani pens¨® ¨Cy no iba mal encaminado¡ªque el obst¨¢culo m¨¢s importante para ganar el futuro estaba en su propio partido. Y decidi¨® enfrentarlo, en una acci¨®n que le honra, de frente y por derecho. Aunque seg¨²n los estatutos del PD no ten¨ªa necesidad, convoc¨® unos primarias abiertas para elegir al candidato del centro-izquierda a la jefatura del Gobierno. Se impuso a Matteo Renzi, el joven y carism¨¢tico alcalde de Florencia, quien acept¨® democr¨¢ticamente la derrota, pero adopt¨® un papel de vigilante ¨Cde suplente deseando saltar a la cancha-- no siempre c¨®modo para Bersani. El regreso con cajas destempladas de Berlusconi, la dimisi¨®n de Mario Monti y su conversi¨®n de t¨¦cnico en pol¨ªtico, adem¨¢s del esc¨¢ndalo del Monte dei Paschi de Siena ¨Cun banco siempre ligado a la izquierda¡ª le pusieron el futuro cuesta arriba. La campa?a que Bersani se imagin¨® un paseo se convirti¨® en un infierno al estilo Berlusconi: zafarrancho de promesas, titulares, acusaciones, chistes y refriegas. Y ah¨ª Bersani se fue apagando, desdibujando, enfadando, perdiendo.
Tras conocer los resultados de las elecciones del 24 y 25 de febrero, Pier Luigi Bersani tard¨® un d¨ªa en comparecer. Dijo con cara de funeral: ¡°Hemos ganado, pero no hemos vencido¡±. Intent¨® pactar un gobierno con Grillo, un presidente de la Rep¨²blica con Berlusconi, y fracas¨® en ambas tareas. Al final se va acuchillado por los suyos, con la amargura de haber envenenado la vejez a dos viejas glorias de su partido. Franco Marini y Romano Prodi son las ¨²ltimas v¨ªctimas de un primer ministro que solo lo fue en las encuestas. Un triste final para un l¨ªder triste.
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