El extra?o triunfo del rey Jorge
Se convierte en el primer presidente de la Rep¨²blica en ser reelegido

Los triunfos del presidente Giorgio Napolitano se levantan, desgraciadamente para Italia, sobre las miserias del pr¨®jimo. A principios de julio de 2009, Barack Obama lleg¨® al pa¨ªs para participar en la cumbre del G-8. Antes de reunirse con Silvio Berlusconi ¨Cya en tela de juicio por los esc¨¢ndalos de prostituci¨®n¡ªy de visitar los destrozos del reciente terremoto en L¡¯Aquila, el presidente de Estados Unidos acudi¨® a visitar al presidente Napolitano y a su esposa, Clio Bettoni. Despu¨¦s de alargar hasta casi una hora los 25 minutos inicialmente previstos, Obama ¨Cen un ejercicio de diplomacia espectacular¡ªtraz¨® un perfil del presidente italiano, antiguo comunista y padre del texto constitucional, que tambi¨¦n era, puesto del rev¨¦s, un rapapolvo a Berlusconi: ¡°Napolitano tiene una reputaci¨®n maravillosa. Y merece la admiraci¨®n de todo el pueblo italiano no solo por su carrera pol¨ªtica, sino tambi¨¦n por su integridad y gentileza: es un verdadero l¨ªder moral y representa de la mejor manera a vuestro pa¨ªs¡±.
Ahora, la figura pol¨ªtica de Giorgio Napolitano (N¨¢poles, 1925) vuelve a erigirse sobre un paisaje de escombros. M¨¢s que un ¨¦xito personal, el hecho de convertirse en el primer presidente de la Rep¨²blica en ser reelegido supone el fracaso sin paliativos de la pol¨ªtica italiana. Y, en un intento de ser justos, tambi¨¦n de s¨ª mismo. El caos absoluto y sostenido que atraviesa ahora Italia ¨C54 d¨ªas despu¨¦s de las elecciones a¨²n no hay Gobierno y los partidos no son capaces de encontrar un presidente de consenso en un pa¨ªs de 60 millones de habitantes¡ªtiene mucho que ver con la decisi¨®n tomada por Giorgio Napolitano en noviembre de 2011. Aquella arriesgada operaci¨®n para sustituir a Berlusconi por un ministro tecn¨®crata, elegido a dedo, con la complacencia de los mercados pero no de los electores, llamado a propiciar una oxigenaci¨®n de la pol¨ªtica que luego no se produjo, result¨® un fracaso. Y prueba de ello es que las relaciones entre Napolitano y Mario Monti sufrieron un descalabro ¨Cque ninguno de los dos se molest¨® demasiado en ocultar¡ªen la Navidad de 2012, cuando el primer ministro t¨¦cnico decidi¨® descender al campo de la pol¨ªtica tras haberlo negado durante meses. Monti se quitaba el disfraz de t¨¦cnico despu¨¦s de haber cumplido escrupulosamente el gui¨®n econ¨®mico marcado por Angela Merkel, pero dejando en blanco las reformas democr¨¢ticas que le hab¨ªa encomendado expresamente Napolitano: cambio de la ley electoral, transparencia en los dineros de la pol¨ªtica¡ Monti convenci¨® a los pol¨ªticos para ajustar el cintur¨®n de los italianos, pero en ning¨²n momento el propio.
?Est¨¢ Italia mejor ahora que cuando, en noviembre de 2011, Napolitano pidi¨® tiempo muerto a la democracia? ?La decisi¨®n de aceptar un nuevo mandato, como si no hubiera otro hombre u otra mujer con capacidad en Italia, es una se?al positiva de cara al exterior? Si ni la bolsa ni la prima de riesgo se quejan del desgobierno ¨Cdeben haberse acostumbrado--, ?a qu¨¦ viene tanta prisa si su mandato no expira hasta el pr¨®ximo 15 de mayo? ?No se est¨¢ arriesgando Napolitano a dilapidar en medio de la refriega su gran capital como estadista y hombre ecu¨¢nime?
Nada m¨¢s licenciarse en Derecho, el joven Napolitano fund¨® en 1942 un grupo antifascista que, durante la II Guerra Mundial, tom¨® parte en numerosas acciones contra los nazis. En 1945, con solo 20 a?os, se afili¨® al Partido Comunista Italiano (PCI), donde permaneci¨® hasta 1991. Su ruptura con el comunismo oficial se produjo en el hist¨®rico congreso de Rimini. Napolitano, que hab¨ªa sido elegido diputado en varias ocasiones y se hab¨ªa encargado de la diplomacia en el llamado ¡°gobierno en la sombra¡± del PCI, se integr¨® en el Partido Democr¨¢tico de la Izquierda. En 1992, tras unos meses como eurodiputado, regres¨® para sustituir como presidente de la C¨¢mara de Diputados a Oscar Luigi Scalfaro, que hab¨ªa sido elegido presidente de la Rep¨²blica. En 1996, Romano Prodi lo nombr¨® ministro del Interior, un verdadero hito en Italia, teniendo en cuenta su pasado comunista. De 1999 a 2004 fue reelegido eurodiputado y el 10 de mayo de 2006 ¨Cya envuelto en una merecida aureola de gran estadista, de hombre de consenso¡ªfue elegido presidente de la Rep¨²blica en la cuarta votaci¨®n. De los 1.000 grandes electores, fue votado por 543.
Hace siete a?os, en su discurso de investidura, Giorgio Napolitano defendi¨® un Estado laico independiente de la Iglesia, critic¨® el prejuicio de los italianos contra ¡°la energ¨ªa femenina¡± y tron¨® contra la ¡°gerontocracia masculina¡± que gobernaba el pa¨ªs. Ayer, al aceptar su reelecci¨®n como jefe del Estado, Italia no parec¨ªa muy distinta a la que se comprometi¨® a cambiar. Los obispos lo llamaron para que siguiera al frente del pa¨ªs, el comit¨¦ de sabios que ¨¦l mismo nombr¨® para intentar salir del laberinto pol¨ªtico no inclu¨ªa a ninguna mujer y ¨¦l ya no tiene 80 a?os, sino 87. Aun desgastado su prestigio por la operaci¨®n Monti ¨Cas¨ª lo se?alan los datos del centro de estudios Eurispes--, los italianos siguen respet¨¢ndolo y Barack Obama llam¨¢ndolo amigo. Pero, al confirmarse su reelecci¨®n, Berlusconi sac¨® del ba¨²l de los recuerdos una amplia sonrisa. Y eso siempre es un factor inquietante.
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