Cr¨¦dito y carb¨®n
Europa necesita una uni¨®n bancaria supranacional que garantice un acceso equitativo al cr¨¦dito
Jean Monnet, el padre fundador de la integraci¨®n europea, ten¨ªa un m¨¦todo: dejar a un lado las discusiones abstractas sobre el poder, la soberan¨ªa o las identidades y concentrar todas las energ¨ªas en encontrar soluciones pr¨¢cticas a los problemas de fondo que bloqueaban el avance en la cooperaci¨®n entre pa¨ªses. Frente a los federalistas, que pensaban (y piensan) que la paz y la reconciliaci¨®n entre europeos solo ser¨ªa posible mediante la creaci¨®n de los Estados Unidos de Europa, Monnet se mostraba convencido de que la integraci¨®n ten¨ªa que empezar por la econom¨ªa, no por la pol¨ªtica. Las ventajas del m¨¦todo Monnet eran m¨²ltiples: se trataba de un proceso incremental, basado en peque?os pasos, de abajo arriba y que pod¨ªa ser gestionado eficazmente por una reducida ¨¦lite.
Para Monnet, la mayor¨ªa de los problemas ten¨ªan una soluci¨®n t¨¦cnica bastante evidente, pero que la gente se resist¨ªa a visualizar porque pensaba solo en t¨¦rminos nacionales. Sus estadillos repletos de cifras se hicieron famosos tanto durante la I como la II Guerra Mundial, cuando jug¨® un papel esencial como organizador del esfuerzo militar aliado. En ambos conflictos, la t¨¢ctica de Monnet consisti¨® en hacer ver a los aliados que compartir sus recursos econ¨®micos no solo les har¨ªa ganar la guerra, sino que era menos costoso que no hacerlo. Gracias a Monnet, los aliados sobrevivieron a la asfixia econ¨®mica provocada por la guerra submarina alemana durante la primera guerra y pudieron desbordar industrialmente a Alemania durante la segunda.
Despu¨¦s de la II Guerra Mundial, Monnet se concentr¨® en la b¨²squeda de una soluci¨®n al principal problema que separaba a Francia y Alemania: el acceso a la producci¨®n de carb¨®n y acero en la cuenca del Ruhr, que hist¨®ricamente hab¨ªa servido para sostener el rearme de los Ej¨¦rcitos alemanes. Para ello, Monnet propuso crear una instituci¨®n que garantizara a los dos pa¨ªses el acceso libre e igual a dichos recursos. La Declaraci¨®n Schuman del 9 de mayo de 1950, que celebramos hoy como el D¨ªa de Europa, no fue m¨¢s que la presentaci¨®n p¨²blica de ese plan de Monnet.
?Qu¨¦ har¨ªa Jean Monnet si volviera? Muchos piensan que precisamente lo que est¨¢ en crisis hoy es el m¨¦todo de Monnet. Argumentan que la integraci¨®n econ¨®mica est¨¢ agotada, que hemos chocado contra el doble muro de las soberan¨ªas y las identidades y que sin cambios de calado en ambos niveles no podremos avanzar. Nada peor, dicen, que seguir intentando forzar la integraci¨®n por la puerta de atr¨¢s, con medidas t¨¦cnicas que se adoptan de espaldas a los ciudadanos. La salvaci¨®n del euro, dicen, requiere una uni¨®n pol¨ªtica articulada mediante cambios en los tratados europeos y las Constituciones nacionales y legitimada popularmente v¨ªa referendos populares donde espec¨ªficamente se obtenga el consentimiento de la ciudadan¨ªa.
Este es, en gran parte, el argumento dominante en Alemania para resistirse a aceptar poner en pie los dos grandes pilares que nos permitir¨ªan superar la actual crisis. Me refiero, uno, a la uni¨®n bancaria, que permitir¨ªa resolver el problema del acceso al cr¨¦dito privado, y dos, a los eurobonos o cualquier mecanismo parecido de mutualizaci¨®n de las deudas p¨²blicas de los Estados miembros.
Pero si Jean Monnet volviera, seguro que pensar¨ªa que Europa est¨¢ exactamente donde estaba en 1950: atenazada, dividida y a punto de desintegrarse por ser incapaz de resolver el acceso a un recurso econ¨®mico esencial, el cr¨¦dito. El cr¨¦dito, p¨²blico y privado, est¨¢ jugando hoy exactamente el mismo papel que entonces jug¨® el carb¨®n. Las econom¨ªas de hoy no dependen del carb¨®n y el acero para construir tanques, sino del cr¨¦dito para financiar el crecimiento y el bienestar de sus ciudadanos. Como estamos experimentando, en la Europa posmoderna, los pa¨ªses que pierden el acceso al cr¨¦dito o se endeudan en exceso quedan en una situaci¨®n de subordinaci¨®n equivalente a la de los pa¨ªses ocupados o sometidos de la Europa moderna. Por su parte, los pa¨ªses que tienen acceso al cr¨¦dito est¨¢n en condiciones de preservar su autonom¨ªa y dictar la pol¨ªtica econ¨®mica a los deudores.
Necesitamos pues resolver el acceso al cr¨¦dito. Eso explica que la uni¨®n bancaria, que aparentemente es una cuesti¨®n sumamente t¨¦cnica, sea pol¨ªticamente m¨¢s relevante que ninguna otra cuesti¨®n que tenemos encima de la mesa. Igual que Monnet cre¨® la Comunidad Econ¨®mica del Carb¨®n y el Acero (CECA), necesitamos una uni¨®n bancaria supranacional que garantice el correcto funcionamiento del sector financiero y el acceso al cr¨¦dito de forma equitativa. Y como Monnet demostrar¨ªa, esa opci¨®n es menos costosa que el sistema actual, por lo que podemos legitimarla pol¨ªticamente sin necesidad de hacer una federaci¨®n. Los bueyes, dir¨ªa Monnet, van delante, no detr¨¢s del carro, y las casas no se empiezan por el tejado.
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