Cameron exaspera a Bruselas
La Comisi¨®n se harta de las maniobras de Londres, que amenaza con un refer¨¦ndum sobre la permanencia en la UE
La UE, que va o viene de algo parecido a una crisis existencial, est¨¢ inmersa en una inesperada vuelta a antiguas tribulaciones: euroescepticismo, populismo, nacionalismo y un repliegue hacia lo intergubernamental. Como si no hubiera bastantes problemas, el proyecto europeo puede verse seriamente da?ado si Reino Unido insiste en renegociar las condiciones de su pertenencia al club y ese experimento sale mal. El Gobierno del conservador David Cameron quiere mejorar su contrato con Europa. Y amenaza con un refer¨¦ndum sobre la salida de la UE. ¡°Londres no acaba de decir qu¨¦ quiere¡±, se?alan fuentes europeas. ¡°Funciona con un chantaje continuo que antes asustaba y ahora roza el hartazgo; ha conseguido exasperar a Bruselas y a su gran aliado, Berl¨ªn¡±.
Cameron anunci¨® sus planes en enero: si gana las elecciones en 2015 propondr¨¢ un cambio en los tratados. Quiere imponer una lista de cosas que prefiere volver a decidir en Westminster. Se trata, en suma, de renacionalizar competencias ante una UE a la que acusa de d¨¦ficit democr¨¢tico y de intrusismo: ¡°La gente se pregunta por qu¨¦ Europa regula la ropa y las joyas que lleva el peluquero¡±, resum¨ªa esta semana el ministro David Lidington con inconfundible aroma demag¨®gico.
Cameron dise?¨® esa estrategia para apaciguar las voces m¨¢s euroesc¨¦pticas en sus filas. La jugada se le fue de las manos. Le ha salido un partido respond¨®n por la derecha, eur¨®fobo y racista (UKIP); y entre los tories solo ha conseguido que los antieuropeos le pidan m¨¢s. Ni siquiera Barack Obama apoya la tentaci¨®n secesionista. Pero la mayor derrota de Cameron se produce, por ahora, en Bruselas y Berl¨ªn, cada vez m¨¢s a disgusto con la situaci¨®n.
Londres forma parte de una Uni¨®n en baja forma: lejos de ser capaz de ofrecer las ventajas de un milagro econ¨®mico a una comunidad de beneficiarios en continuo aumento, Europa ya ni siquiera est¨¢ segura de poder ofrecerse esas cosas a s¨ª misma. Por eso reaparecen viejos fantasmas: ¡°Londres quiere blindar la City de las consecuencias de la mayor integraci¨®n de la eurozona, y ah¨ª no va a lograr gran cosa, porque para reparar las grietas del euro se requiere m¨¢s integraci¨®n. Y quiere limitar los derechos de los inmigrantes, incluso de la Uni¨®n: esa es una l¨ªnea roja en Europa. Es incre¨ªble que el pa¨ªs que m¨¢s puj¨® por ampliar la UE y que m¨¢s presume de querer liberalizar mercados a su vez tenga la desfachatez de venir con ese tipo de propuestas¡±, critica una fuente europea. Londres quiere libre acceso al mercado europeo sin pagar nada a cambio: ninguna regla europea debe minar el poder¨ªo de la City; si el paro vuelve a ser el problema, cerremos la frontera.
Bruselas alerta de que cualquier movimiento para reescribir los tratados provocar¨ªa un domin¨® de referendos en la UE. Pero Cameron no atiende a razones: argumenta que los cambios acelerados en la eurozona para luchar contra la crisis exigen reabrir los tratados. Y ah¨ª se apoya en Berl¨ªn. El problema es que la m¨²sica de Londres chirr¨ªa en la canciller¨ªa: Cameron quiere recuperar poder en justicia y seguridad, por ejemplo, ¡°y eso es innegociable para Berl¨ªn¡±, seg¨²n una alta fuente alemana. Lo mismo sucede en Bruselas. Reino Unido denuncia el turismo de prestaciones: la llegada de inmigrantes que m¨¢s que trabajo quieren beneficios sociales. ¡°?D¨®nde est¨¢n los datos que sustentan esa tesis?¡±, cuestiona una alta fuente europea. ¡°La movilidad de los trabajadores en la UE es solo del 3%; puede que con la crisis la cifra haya subido un poco, pero es en todo caso muy baja¡±.
La Comisi¨®n maneja estudios que demuestran que la entrada de los pa¨ªses del Este ha contribuido en varios puntos de PIB al crecimiento de la UE. Pero esos datos no aparecen en el debate brit¨¢nico. ¡°Lo de Cameron es pura ideolog¨ªa. Tacticismo pol¨ªtico. El pragmatismo brit¨¢nico parece haberse esfumado¡±, indican fuentes europeas. Incluso en los temas m¨¢s econ¨®micos, como la uni¨®n bancaria o la lucha contra la evasi¨®n fiscal, los brit¨¢nicos desean estar presentes para proteger sus intereses, pero a la vez no quieren formar parte del n¨²cleo duro del euro, que toma las decisiones: la contradicci¨®n es absoluta.
Europa prefiere que Londres siga en el club, pero se extiende el sentimiento de que debe hacerlo con las normas comunes. Cameron espera que tras las elecciones alemanas la UE d¨¦ un empuj¨®n a reformas claves para del euro (mutualizaci¨®n de la deuda, uni¨®n bancaria total) para amenazar entonces con el tradicional veto y sacar contrapartidas. Pero es improbable que esa estrategia sirva: ¡°Los socios son muy reticentes a una repatriaci¨®n de poderes a la carta¡±, sostiene Bruselas.
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