Las v¨ªctimas de la explosi¨®n de Ecatepec, sin casa ni dinero
La carretera mexicana donde se estrell¨® un cami¨®n de gas hace un mes sigue siendo un peligro mortal para los vecinos
El pueblo de San Pedro Xalostoc, a 15 kil¨®metros del DF, est¨¢ dividido por una ca¨®tica autopista de cuatro carriles que zumba por encima de la cabeza de sus habitantes. La carretera era un incordio al que la gente se hab¨ªa acostumbrado, pero ahora se ha vuelto una amenaza. "Ese pinche monstruo me ha quitado a mi gente", se queja Guadalupe Bustos, una mujer de 82 a?os que tras la explosi¨®n de un cami¨®n cargado de gas a la altura del municipio, suceso en el que murieron 27 personas, perdi¨® pr¨¢cticamente a toda su familia.
Un mes despu¨¦s de aquello la mayor¨ªa de las v¨ªctimas no ha cobrado las indemnizaciones, siguen sin tener d¨®nde alojarse y el poco ordenado tr¨¢nsito mexicano contin¨²a fluyendo alrededor de sus vidas. San Pedro, en la zona metropolitana de Ecatepec de Morelos, amaneci¨® el viernes empapelado con cartulinas que llamaban a toda la comunidad a celebrar una misa en memoria de los fallecidos. En la puerta de la casa de tres pisos sobre la que cay¨® el remolque y que provoc¨® la muerte instant¨¢nea de 14 miembros de una misma familia, el p¨¢rroco del pueblo despliega un altar improvisado. ¡°Ojal¨¢ algo as¨ª no vuelva a ocurrir¡±, pide mirando al cielo y con una mano en la Biblia.
Con las manos y los pies vendados, Edgar Pacheco, quien despert¨® esa ma?ana con una llamarada de fuego sobre su cara, cree que hay que tener fe en estos momentos porque conf¨ªa poco en que las autoridades resuelvan de inmediato el problema. ¡°No hemos cobrado ninguna indemnizaci¨®n y seguimos sin tener casa, pero ?usted cree que importamos a alguien?¡±, se?ala. El joven, con quemaduras de tercer grado en el 30% del cuerpo, perdi¨® a su madre en el accidente, a la que hac¨ªa una breve visita desde Estados Unidos, donde trabajaba como ilegal poniendo suelos.
El desastre sucedi¨® la madrugada del 7 de mayo, sobre las 5.15. Esa noche, el conductor hab¨ªa estado haciendo cola con otros camiones en un centro de distribuci¨®n de gas de Pemex, en Tepeji del R¨ªo. El tr¨¢mite dur¨® unas siete horas. En ese tiempo, Juan Omar D¨ªaz, nacido en 1976 y gran aficionado a Facebook, dijo haber dormido unas tres y media. Una vez que llen¨® los dos tanques y los enganch¨®, puso rumbo a la autopista. Transitaba por la Pachucha-M¨¦xico, por el carril de la derecha, cuando se intent¨® cambiar de carril y acto seguido peg¨® un volantazo para volver al mismo. Esa maniobra afect¨® a los enganches de la carga y una de las pipas sali¨® volando a un lado de la carretera, sobre las viviendas. El conductor declar¨® despu¨¦s que una furgoneta de transporte p¨²blico no identificada se le hab¨ªa cruzado. Los investigadores de la fiscal¨ªa que lleva el caso lo achacan a su exceso de velocidad ¨Cmanejaba a 85 cuando lo recomendado es 60- aunque realmente creen que se qued¨® dormido. Esto ¨²ltimo no han podido comprobarlo.
La carretera federal era un molestia asumible para los que no tienen otro sitio en el que vivir pero se convirti¨® en algo peligroso cuando hace cuatro a?os se ampli¨® de dos a cuatro carriles. Eso acab¨® con los ¨¢rboles y las granjas de animales de Bustos, la se?ora con cuyo testimonio abre este reportaje. Su hija Maricela Enr¨ªquez perdi¨® a toda la familia de un golpe: la hija, el marido y un ni?o de 11 a?os. De esa casa, pegada a la alambrada de la v¨ªa, sobrevivieron dos personas. Una chica de 15 a?os llamada Wendy y Andrea, un beb¨¦ de un a?o y ocho meses. Las dos est¨¢n en Houston, Estados Unidos, recuper¨¢ndose de las heridas. Wendy, en el momento de la explosi¨®n, estaba embarazada de ocho meses y le tuvieron que practicar una ces¨¢rea. El beb¨¦ sobrevivi¨® y contin¨²a hospitalizado. Todos ellos aseguran no haber recibido nada, salvo las tarjetas de supermercado del gobierno del Estado de M¨¦xico.
En San Pedro Xalostoc se considera de poca educaci¨®n centrarse en el dinero tras algo como esto, pero no queda otra. El Gobierno federal y el de su regi¨®n anunciaron hace unos d¨ªas que pagar¨¢n a los afectados 14 millones de pesos (m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares). Los peritos calculan las p¨¦rdidas en el doble, 28, que es hasta donde se supone que van a llegar Mitra, la empresa de transportes, y Gas Metropolitano, propietaria de la carga. Las tarjetas repartidas ten¨ªan un saldo de 25.000 pesos. ¡°De esas cantidades que me habla yo no he visto nada¡±, sostiene un hombre que ha perdido a tres familiares. El despacho de abogados Carswell y Calvillo asegura que ya se han concretado algunos pagos pero que la mayor¨ªa se ejecutar¨¢n en breve.
Al otro lado de la carretera murieron otras cuatro personas, todos habitantes de la misma casa. Ese lugar est¨¢ lleno de chabolas, coches carbonizados y hasta perros callejeros con las patas ensangrentadas por unas heridas que aun no cicatrizan. ¡°?Reubicaci¨®n ya!¡±, han escrito en color rojo en los muros de las precarias viviendas. Mart¨ªn Reyes pinta de oro viejo la puerta de su casa y de verde chapultepec una barda. ¡°Claro que tengo miedo. Por las noches me levanto sobresaltado al m¨ªnimo ruido¡±, declara sin dejar la brocha. El DF es la ciudad con m¨¢s tr¨¢nsito de veh¨ªculos peligrosos de todo el pa¨ªs, y en el Valle de M¨¦xico, todo lo que hay alrededor de aqu¨ª, existen m¨¢s de 250 empresas dedicadas a este negocio. Por la autopista circulan constantemente trailers que se cruzan con peque?as furgonetas de pasajeros que paran donde les viene en gana para recoger o soltar pasaje.
El suceso abri¨® d¨ªas despu¨¦s un debate sobre la necesidad de limitar el acceso de los camiones con mercanc¨ªas peligrosas a las ciudades pero con el paso del tiempo se ha ido apagando. El ¨¢rea de comunicaci¨®n de la Secretar¨ªa de Comunicaciones y Transportes (SCT) no respondi¨® a ninguna de las preguntas que le hizo este peri¨®dico. Se supone que el ministerio est¨¢ elaborando alg¨²n tipo de regulaci¨®n sobre los veh¨ªculos que llevan doble carga, un peligro en la carretera a todas luces.
El conductor del cami¨®n sigue encarcelado a la espera de juicio. En los alrededores del penal de Chiconautla, el domador de un circo itinerante exhibe un puma para atraer p¨²blico a la funci¨®n de la tarde, pero D¨ªaz Olivares no puede ver la escena a trav¨¦s de la ventana de la enfermer¨ªa. Apenas consigue levantarse de la cama despu¨¦s de la operaci¨®n en las piernas (roturas de tibia y peron¨¦) y las quemaduras que sufre en el 14% del cuerpo. Su parte m¨¦dico reza que progresa adecuadamente y que ha recuperado los cuatro kilos que perdi¨® en el hospital. Ahora pesa 122, muchos para su 176 cent¨ªmetros. Se ve que no ha perdido el apetito. Los que le cuidan establecen que no ha sufrido ning¨²n tipo de depresi¨®n, angustia o miedo. ¡°No le ha ca¨ªdo el veinte¡±, consideran en la prisi¨®n. Sus noches no se han llenado de olas de fuego. Esa es solo la pesadilla de los que viven a un lado u otro de la carretera de San Pedro Xalastoc.
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