La mayor¨ªa de los colombianos se opone a que las FARC participen en la pol¨ªtica
La negociaci¨®n de paz en La Habana se centra ahora en el futuro de los guerrilleros
Si hay un asunto en el que los colombianos no parecen aflojar frente a la guerrilla de las FARC es a que participen en pol¨ªtica una vez se desmovilicen. Esta misma semana, los equipos negociadores de la paz en La Habana han comenzado a discutir esa posibilidad. El Gobierno ha intentado explicar que un proceso de paz, cualquiera que sea, busca que imperen las ideas y que de las armas se pase a las urnas, lo que significa abrir un camino para que esa guerrilla se transforme en un movimiento pol¨ªtico y se inserte en la democracia con todas las garant¨ªas. La idea no parece haber calado.
Resulta parad¨®jico que los colombianos respalden cada vez m¨¢s el proceso de paz que impulsa desde el pasado septiembre el presidente Juan Manuel Santos con las FARC, pero al mismo tiempo rechacen en un alto porcentaje que puedan participar en pol¨ªtica sin pagar un solo d¨ªa de c¨¢rcel. Seg¨²n la ¨²ltima medici¨®n de la encuesta Gallup Colombia, publicada el jueves pasado, el 70% de los colombianos respalda las conversaciones, tres puntos m¨¢s que en abril. Pero el 80% se opone a que haya impunidad para las FARC para que participen en pol¨ªtica. El rechazo no es nuevo pero va en aumento. En ninguna encuesta el rechazo ha bajado del 65%.
¡°Hay una mala reputaci¨®n de las FARC que es justificable. Uno ve en las encuestas que sin mayores diferencias de clase, pero s¨ª con algunas diferencias de regi¨®n, la gente en general los rechaza por las cosas que hicieron, pero por otro lado, hay una especie de nostalgia, se preguntan si realmente se necesita una negociaci¨®n, ceder o conceder algo¡±, dice Ang¨¦lica Rettberg, directora del Departamento de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de los Andes. Para Rettberg, los colombianos entienden que la soluci¨®n militar no es la deseable, pero tambi¨¦n interpretan la negociaci¨®n como una rendici¨®n de las FARC.
Para el analista Juan Carlos Palou, de la Fundaci¨®n Ideas para la Paz, una organizaci¨®n que apoya la salida negociada al conflicto, el sentir de los colombianos es producto de la pol¨ªtica de guerra contra el terrorismo impusta por el expresidente ?lvaro Uribe, pero tambi¨¦n de la influencia de un discurso anti impunidad. ¡°Los colombianos vienen con la idea de rechazar cualquier tratamiento benigno para un delincuente pol¨ªtico que pueda conducir a la impunidad¡±, dice Palou. Se suma que las FARC no ayudan con sus actos, particularmente, con el secuestro. Fueron suficientemente torpes al creer que pod¨ªan hacer pol¨ªtica a trav¨¦s del secuestro, lo que llev¨® a la hist¨®rica marcha ¡®No m¨¢s FARC¡¯ en 2008 [que reuni¨® a cerca de 14 millones de personas]¡±, agrega el analista.
El exmiembro de las FARC Yezid Arteta, analista de conflictos que vive en Espa?a, explica que a pesar de que la actual jefatura de la guerrilla es mayoritariamente urbana, las FARC son una organizaci¨®n de naturaleza campesina, desconectada de los centros urbanos que es donde se forja la opini¨®n p¨²blica y que en las zonas rurales la percepci¨®n frente a las FARC es diferente. ¡°All¨ª nadie se pregunta si las FARC deben o no participar en pol¨ªtica. Lo dan por descontado. Es una base social de muchos miles pero peque?a con relaci¨®n al pa¨ªs. Tiene la ventaja de que es organizada, fiel y contundente a la hora de pelear. El pa¨ªs lo est¨¢ viendo¡±, dijo. Seg¨²n Arteta, las reuniones en La Habana le han permitido a los negociadores de las FARC actualizar su discurso ¡°y poco a poco han empezado a conectar con las capas sociales m¨¢s informadas de las ciudades¡±.
El rechazo es relevante porque, cualquiera que sea el acuerdo entre el Gobierno y las FARC, deber¨¢ ser ratificado de alguna forma por los colombianos. ¡°Esa es la gran tarea pendiente para el Gobierno, una pedagog¨ªa a favor de la paz. Bien el bajo perfil, bien el hermetismo (durante el proceso), pero cuando el acuerdo requiera la refrendaci¨®n tienen que haber hecho un trabajo previo para que la gente entienda que la paz no viene gratis¡±, afirma Rettberg.
Para Palou, el Gobierno est¨¢ maniatado por el tema de la confidencialidad con la que se acord¨® negociar. "Ya no es un problema promover un proceso negociado porque la aprobaci¨®n es del 70 por ciento, el problema est¨¢ en difundir los contenidos de un potencial acuerdo de paz si se sabe que "nada est¨¢ acordado hasta que todo est¨¦ acordado". Solo s¨ª esto ocurre se podr¨¢ promover la conveniencia de lo que se negocie en La Habana", explica.
Por su parte, Arteta cree que si se logra firmar un acuerdo, el gobierno puede voltear la opini¨®n. "No hay que olvidar que el mecanismo de refrendaci¨®n se har¨¢ cuando ya no exista guerra con las FARC. El gobierno puede decirle al pa¨ªs que ha sido el ¨²nico que pudo cerrar el conflicto con las FARC. Es un hecho hist¨®rico y por eso todos los gobiernos lo han intentado, hasta Uribe. La percepci¨®n de unas FARC tirando discursos y no tirando balas, tendr¨¢ reconocimientos no solo en el plano nacional sino internacional y un apoyo de semejante naturaleza derribar¨¢ cualquier resistencia interna", a?adi¨®.
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