Holanda teme a los ¡®fontaneros¡¯ del Este
La Haya pide ayuda a la UE para proteger su mercado laboral de la llegada de rumanos y b¨²lgaros
![Isabel Ferrer](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F8b95639c-d8ad-4697-89e7-0a8b128cb4e1.png?auth=2ab4e65ae234b6368ea105ef1c40df093c1068ef274989c980910cd81cb9140c&width=100&height=100&smart=true)
El ¡°fontanero polaco¡± es una figura imaginaria creada en algunos pa¨ªses de la UE, en especial Holanda, Francia y Reino Unido, para describir de forma gen¨¦rica al inmigrante llegado del Este y Centro de Europa en busca de trabajo. No todos los polacos asentados en suelo holand¨¦s desde 2007 ejercen dicho oficio, claro, pero el apelativo est¨¢ a punto de aplicarse tambi¨¦n a rumanos y b¨²lgaros. El pr¨®ximo 1 de enero, caer¨¢n las barreras impuestas a ambos grupos para obtener permisos de trabajo en el ¨¢mbito comunitario, y Holanda est¨¢ inquieta. Teme la quiebra de su mercado laboral si el flujo de nuevos inmigrantes, cifrado por la OCDE en unos 900.000 para toda la Uni¨®n Europea, desborda las previsiones.
La extrema derecha de Geert Wilders ha aprovechado el recelo actual para ganar votos. Seg¨²n ¨¦l, en igualdad de condiciones, el candidato holand¨¦s se quedar¨¢ en el paro porque los nuevos extranjeros aceptar¨¢n salarios baj¨ªsimos. M¨¢s sutil, el Gobierno de centro izquierda, formado por liberales y socialdem¨®cratas, ha echado mano de la lucha del pa¨ªs contra el mar para pedir ayuda a Bruselas. ¡°En algunos sitios, los diques est¨¢n a punto de reventar. La situaci¨®n se parece al C¨®digo Naranja¡±, ha dicho el viceprimer ministro, Lodewijk Asscher, recordando la se?al que advierte de la subida de las aguas.
Asscher utiliza la expresi¨®n en un art¨ªculo escrito en holand¨¦s e ingl¨¦s con el brit¨¢nico David Goodhart, y no quiere alterar la libre circulaci¨®n de trabajadores en el seno de la UE. Es uno de uno de los pilares del edificio comunitario, y tocarlo precisar¨ªa redactar un nuevo Tratado Europeo. Lo que desea es ¡°evitar los efectos negativos para el mercado patrio de la entrada de trabajadores que lo sobrecargar¨¢n y pueden ser adem¨¢s explotados¡±, ha dicho. La frase es mucho m¨¢s educada que las soflamas de Wilders, pero desvela la inseguridad del Gobierno, que acumula cifras desalentadoras: el pa¨ªs sigue en recesi¨®n; la tasa de paro es de un 8,5%, y el d¨¦ficit previsto para 2014 asciende al 3,9% del PIB.
¡°Da la sensaci¨®n de que Holanda apenas se ha recuperado del choque de recibir oleadas de inmigrantes econ¨®micos polacos (110.000 est¨¢n inscritos, aunque pueden sumar en realidad 170.000) y creen que pasar¨¢ lo mismo. Ruman¨ªa y Bulgaria son pa¨ªses pobres, y las firmas holandesas quieren mano de obra barata, es cierto, pero puede que no haya un ¨¦xodo masivo¡±, se?ala Cristina Cristescu, directora ejecutiva de la Fundaci¨®n Holanda-Ruman¨ªa, dedicada a informar y acoger a sus compatriotas. A pesar de que hay entre 23.000 y 30.000 rumanos registrados en Holanda, ¡°la mayor¨ªa ha salido ya y su primera opci¨®n es Espa?a, Italia o Alemania. De todos modos, el ayuntamiento de La Haya, por ejemplo, espera una aut¨¦ntica avalancha. Por eso abrir¨¢ en noviembre una ventanilla, servida por informadores que prepararemos, para que muestren c¨®mo manejarse en la sociedad holandesa¡±, a?ade.
El caso de Bulgaria es algo distinto. Si bien la peor imagen la tienen los polacos, y el mayor choque cultural parecen sufrirlo los rumanos, los b¨²lgaros son asociados con la corrupci¨®n. Aunque las cifras oficiales suman 21.000 censados, una vez m¨¢s, el total real puede alcanzar los 40.000. Seg¨²n el Centro de Planificaci¨®n Social y Cultural, hay dos grupos bien diferenciados: un 25% de estudiantes que piensa regresar, y una abultada comunidad de turcos b¨²lgaros, minor¨ªa ¨¦tnica en su propio pa¨ªs. Muy poco preparados estos ¨²ltimos, y sin hablar apenas holand¨¦s, ingl¨¦s o alem¨¢n, su futuro preocupa sobremanera a las autoridades. Sin olvidar el posible efecto migratorio de las actuales protestas contra el Gobierno b¨²lgaro, acusado de ignorar a la poblaci¨®n.
Las organizaciones humanitarias que coordinan la asistencia a la comunidad b¨²lgara en Holanda creen que la llamada de Asscher a Bruselas busca, sobre todo, dinero comunitario. Eso, y una gesti¨®n conjunta del encaje social y laboral de los reci¨¦n llegados. De todos modos, conviene recordar que parte del fraude que se pretende combatir se deriva de los propios patrones holandeses. Un 12% de la fuerza actual de trabajo del campo y la jardiner¨ªa procede de pa¨ªses del Centro y Este de Europa. En el sector servicios es un 7%. En algunos invernaderos, que surten de verduras y flores al mundo entero, rumanos, b¨²lgaros y polacos aceptan sueldos por debajo de la legalidad, rechazados por los aut¨®ctonos. Los sindicatos han pedido que se ponga coto a esta pr¨¢ctica, y ha habido una reacci¨®n inesperada. Mientras el Gobierno quiere imponer sanciones, tanto Wilders como los Socialistas Radicales, que suben a su vez en los sondeos, proponen endurecer de nuevo la obtenci¨®n de permisos de trabajo. Sus votantes, euroesc¨¦pticos en esencia, no temen vulnerar las normas europeas si fuera preciso.
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