Debemos salvar a los ni?os de Siria
La Guerra en Siria no deber¨ªa ser vista como una cuesti¨®n pol¨ªtica lejana y compleja. Es una cat¨¢strofe cercana y humana; la mayor a la que se enfrenta el mundo hoy. Son nuestros ni?os. Y est¨¢n muriendo. ?D¨®nde est¨¢ la indignaci¨®n?
Noor -nombre ficticio- es una embarazada en estado avanzado, de 22 a?os, con un aire de alivio en su mirada. Lleg¨® hace apenas dos semanas, hambrienta y exhausta, al campo de refugiados de Zaatari en Jordania, acompa?ada de sus tres hijos. El hambre finalmente hizo lo que la incesable violencia no hab¨ªa logrado hasta entonces y les oblig¨® a dejar su casa porque sencillamente no hab¨ªa nada m¨¢s que comer. Caminaron durante cinco noches, temerosos de hacerlo durante el d¨ªa por miedo a los bombardeos.
Noor acuna con cuidado a su beb¨¦ en el campamento, Yazan -tampoco es su nombre real- es un beb¨¦ delgado. Demasiado delgado. Le han diagnosticado una deficiencia severa de calcio y a¨²n le tienen que salir varios dientes, a pesar de que tiene m¨¢s de un a?o.
Desde que comenz¨® la guerra en Siria, el pa¨ªs se ha desintegrado lentamente. M¨¢s de un tercio de los hospitales han sido destruidos, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Seg¨²n Save the Children, 3.900 escuelas han sido destruidas, da?adas u ocupadas para prop¨®sitos que nada tienen que ver con la educaci¨®n desde que comenz¨® el conflicto.
Hoy Siria no es un lugar para ni?os y, de forma escandalosa, m¨¢s de un mill¨®n de ellos han tenido que dejar sus hogares para huir con sus familias a campamentos o comunidades de acogida en pa¨ªses vecinos. Esos son los afortunados, porque miles y miles de personas ya han muerto. ?D¨®nde est¨¢ la indignaci¨®n?
Y cada ni?o obligado a dejar la escuela, obligado a huir, o cuyo desarrollo est¨¢ mermado, como el peque?o Yazan, a causa del conflicto es una mancha en nuestra conciencia colectiva. La comunidad internacional no s¨®lo no est¨¢ logrando una salida pac¨ªfica a este conflicto, sino que est¨¢ agravando ese fracaso al no hacer frente a sus terribles consecuencias. En nuestro fracaso al asegurar que la gente de Siria reciba comida y suministros b¨¢sicos, estamos condenando a los ni?os al hambre, otro de los horrores de la guerra.
Las familias atrapadas en Siria son hoy testigos de algunas de las peores escenas de violencia desde que comenzara el conflicto. Familias enteras no tienen acceso a la ayuda que necesitan urgentemente y cuando escuchamos sus voces nos hablan de una lucha desesperada por sobrevivir, bajo bombardeos, con la amenaza de la violencia y la disminuci¨®n de suministros mientras la guerra asfixia a las ciudades sirias.
La situaci¨®n es desalentadora para las familias que intentan alimentar a sus hijos. Save the Children lanza un informe esta semana que muestra c¨®mo la falta de alimentos, combinada con el aumento de los precios, est¨¢ dejando a los ni?os sirios en un serio riesgo de desnutrici¨®n. Pa¨ªs exportador de alimentos hasta hace poco, ahora cuatro millones de sirios -la mitad de ellos ni?os- necesitan ayuda alimentaria de emergencia. Mientras contin¨²a la destrucci¨®n, el n¨²mero crece: ni?os que hace tres a?os contaban con tres comidas al d¨ªa ahora se van a la cama hambrientos, asustados y conscientes de que el mundo les ha abandonado. Ya hay casos de ni?os muriendo en Siria por falta de alimento o de cuidado m¨¦dico. ?D¨®nde est¨¢ la indignaci¨®n?
Incluso donde hay comida disponible, los sirios se enfrentan a una horrible decisi¨®n: rendirse al hambre o ponerse en la l¨ªnea de fuego. Hay informes de personas abatidas mientras hac¨ªan cola para comprar el pan. Imaginen: hambrientos, desesperados y bajo las balas.
En la Asamblea General de Naciones Unidas de esta semana, nuestros l¨ªderes deben reconocer el coste humano de esta guerra. Deben reconocer la necesidad de usar su plataforma global para atraer la atenci¨®n del mundo sobre esta crisis y lograr un acuerdo para que la ayuda urgente llegue a todos los que la necesitan en Siria. Deben reconocer nuestra indignaci¨®n al ver c¨®mo miles de nuestros ni?os son arrojados al abismo del odio humano.
En Siria hay un antiguo dicho: un lugar peque?o puede albergar miles de amigos. Los ni?os de Siria est¨¢n en un lugar peque?o y oscuro. Debemos ser sus amigos. Debemos ayudarles. Debemos acabar con esta guerra.
Desmond Tutu es Arzobispo em¨¦rito de Ciudad del Cabo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.