H¨¦roes flexibles
Esta vez Teher¨¢n no juega de farol, sino que quiere resultados y pronto
Ha llegado la hora de Ir¨¢n. Los primeros signos del deshielo se notaron en Nueva York, con motivo del viaje del nuevo presidente Hasan Rohan¨ª para participar en la Asamblea General de Naciones Unidas. Pero los primeros pasos acaban de darse en Ginebra, donde su ministro de Exteriores, Mohamed Zarif, ha presentado una primera agenda de negociaci¨®n s¨®lida y cre¨ªble.
Ir¨¢n quiere jugar en la escena internacional. Su demograf¨ªa, su historia, su peso econ¨®mico y geopol¨ªtico, conducen a los dirigentes del pa¨ªs persa a una reflexi¨®n melanc¨®lica sobre el limitado lugar que ocupan ahora en el mundo. Justo cuando muchos pa¨ªses emergen desde el subdesarrollo con vocaci¨®n de protagonismo global, la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n no levanta cabeza debido a sus m¨¢s de tres d¨¦cadas de enemistad con Estados Unidos y, sobre todo, a las sanciones que est¨¢n golpeando a su econom¨ªa como castigo a su programa de enriquecimiento de uranio.
Como sucedi¨® con la Uni¨®n Sovi¨¦tica en tiempos de Gorbachov o con China tras la muerte de Mao Zedong, hay en Ir¨¢n un impulso reformista que viene de muy adentro y que es capaz de encontrar adhesiones incluso en el coraz¨®n ideol¨®gico del r¨¦gimen en la medida en que se consiga modernizar el pa¨ªs sin renunciar a los principios e incluso la estructura del poder isl¨¢mico. Su explicaci¨®n tiene que ver meramente con los reflejos de supervivencia, estimulados por el estado p¨¦simo de la econom¨ªa.
El ayatol¨¢ Jamene¨ª ha sabido encontrar la f¨®rmula para esta apertura hacia Occidente. Inspir¨¢ndose en la tradici¨®n del chiismo duodecimano, ha se?alado la idea de flexibilidad heroica, que es la que corresponde a las concesiones t¨¢cticas que hacen los luchadores ante el adversario para sacar ventajas estrat¨¦gicas. Cada momento exige su virtud para el int¨¦rprete m¨¢ximo de la ley isl¨¢mica. Hasan, nieto de Mahoma y segundo de los doce imanes sagrados del chiismo, que hizo la paz con el califa omeya, es quien ejemplifica la virtud chi¨ª que deber¨¢ desarrollar el actual presidente Hasan Rohan¨ª. Al igual que su hermano, el tercer im¨¢n y m¨¢rtir venerado del chiismo, Husein, ejemplifica la resistencia heroica que caracteriz¨® la presidencia anterior de Mahmud Ahmadineyad.
El actual deshielo, adem¨¢s del anhelo interno de normalizaci¨®n, surge de un doble ¨¦xito: el de Teher¨¢n con su programa de enriquecimiento de uranio, y el de Washington y Naciones Unidas con el severo r¨¦gimen de sanciones econ¨®micas impuestas precisamente como castigo por el proyecto nuclear. El r¨¦gimen iran¨ª ha conseguido con sus progresos en la fabricaci¨®n de uranio el nivel de invulnerabilidad que Sadam Husein nunca tuvo a su alcance; y las sanciones han hecho visible al r¨¦gimen que otra vida era posible y deseable incluso para su estabilidad y su futuro.
El resultado es que Teher¨¢n esta vez no juega de farol. Sus nuevos dirigentes quieren resultados y pronto. Est¨¢n dispuestos a hacer concesiones sustanciales, pero necesitan contrapartidas econ¨®micas inmediatas que repercutan en la poblaci¨®n. El equipo negociador ha dado todas las se?ales de que la flexibilidad heroica es ya efectiva por su parte. A cambio, quieren obtener para su pa¨ªs las ventajas de la globalizaci¨®n econ¨®mica, su reconocimiento como potencia regional y una industria nuclear civil del nivel que les corresponde. Como es natural, debe desaparecer del horizonte la idea de un cambio de r¨¦gimen propugnada con frecuencia desde Occidente.
Una vez mostrada la carta iran¨ª, la mano dif¨ªcil en esta partida corresponde a la Casa Blanca, que deber¨¢ contar con la opini¨®n hostil de sus aliados y amigos. En primer lugar, Benjam¨ªn Netanyahu, que no hace diferencias entre Rohan¨ª y Ahmadineyad y solo confiar¨¢ en la paralizaci¨®n total del programa nuclear. Luego, un grupo de nueve senadores dem¨®cratas y republicanos que han escrito a Obama con la generosa oferta de no imponer m¨¢s sanciones a cambio de que ponga fin al enriquecimiento de uranio: su propuesta nos advierte de las dificultades que tendr¨¢ la Casa Blanca para que las levante el Congreso. En tercer lugar, Arabia Saud¨ª, monarqu¨ªa hostil por definici¨®n a alterar el statu quo y temerosa de una apertura persa que convierta al enemigo chi¨ª en un socio estrat¨¦gico de Estados Unidos, como ha sucedido con China despu¨¦s de Deng Xiaoping. Todos ellos prefieren mantener las sanciones y no retirar las amenazas de represalias armadas. Es decir, que las negociaciones de Ginebra naufraguen. Ahora ser¨¢ Obama y no Rohan¨ª quien deber¨¢ dar muestras de la flexibilidad heroica demandada por el ayatol¨¢ Jamene¨ª.
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