El repliegue del imperio americano
EE UU espiaba en los a?os cincuenta tanto como ahora, pero ninguno de sus aliados dijo ni palabra. Hoy, Mosc¨² ofrece asilo a Snowden
Edward Snowden no es un factor en el repliegue mundial de EE UU. Pero tampoco podr¨ªa haber revelado la verdadera dimensi¨®n del espionaje practicado por la NSA, ni con las mismas consecuencias, sin una reevaluaci¨®n previa de los intereses norteamericanos que dirige, le guste o no, Barack Obama.
Ha sido el propio presidente de EE UU quien ha proclamado una nueva escala de valores de lo que es vital y no lo es para Washington, que abandona o minimiza posiciones donde hab¨ªa gozado de vara alta durante d¨¦cadas. Obama declar¨® recientemente que su pa¨ªs no pod¨ªa influir de manera decisiva en determinadas zonas de Oriente Pr¨®ximo y Medio, que se prolongan de facto hasta el Asia central. Los militares paquistan¨ªes hace a?os que no reciben entrenamiento en EE UU y son esas promociones sin adoctrinamiento occidental las que hoy tienen mando en tropa, y aunque Washington se permite seguir utilizando drones contra objetivos talibanes en la zona lim¨ªtrofe con Afganist¨¢n, el alto n¨²mero de bajas entre la poblaci¨®n civil ha da?ado gravemente las relaciones con Islamabad; el presidente afgano, Hamid Karzai, querr¨ªa que se mantuviera una presencia militar norteamericana en su pa¨ªs para contener, cuando menos, a la guerrilla talib¨¢n, pero las limitaciones operativas que Kabul trata de imponer al contingente que eventualmente permanezca, obligan a no descartar una retirada completa para 2014, como ocurri¨® en Irak en 2011, donde, en el mejor de los casos, EE UU compite hoy en influencia con Ir¨¢n; los militares egipcios que derrocaron al presidente Morsi, de la Hermandad Musulmana, no parecen excesivamente preocupados por la suspensi¨®n del env¨ªo de helic¨®pteros y cazabombarderos, sabedores de que tarde o temprano se reanudar¨¢ el suministro, porque en caso contrario podr¨ªan acudir a una Rusia que estar¨ªa encantada de poner pie en Egipto.
El primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, no ha logrado impedir el acuerdo ruso-norteamericano para la destrucci¨®n de las armas qu¨ªmicas de Damasco, a cambio de lo cual Obama acuartela cualquier prop¨®sito de bombardear Siria, as¨ª como reconoce t¨¢citamente que los sublevados no son capaces de derrotar a Bachar el Asad. Y, peor a¨²n para Israel, han comenzado auspiciosamente las conversaciones sobre enriquecimiento de uranio en Ir¨¢n, y su conversi¨®n ¡ªque Teher¨¢n desmiente¡ª en ¨¢tomos para la guerra. La ¨²ltima vez que EE UU puso mala cara a Israel fue cuando el presidente Eisenhower oblig¨® a Jerusal¨¦n a retirarse del Sina¨ª en 1957. Y como consecuencia de lo anterior la capacidad norteamericana de influir sobre Jerusal¨¦n es virtualmente nula.
El futuro no es una nueva bipolaridad en ciernes con China. El futuro es la multipolaridad o el caos
La Casa Blanca argumenta para sostener esa nueva realidad que no est¨¢ en juego en la zona ning¨²n inter¨¦s esencial norteamericano, salvo el mantenimiento de las conversaciones de paz entre israel¨ªes y palestinos, lo que, habida cuenta de su eterna par¨¢lisis, no parece gran cosa. Y, finalmente, Arabia Saud¨ª ha rechazado un puesto en el Consejo de Seguridad en protesta por los contactos de EE UU con Ir¨¢n, su rival por la hegemon¨ªa en el Golfo, y se deja querer con displicencia por Washington. ?Qu¨¦ le queda a EE UU en el ¨¢rea? Apenas Jordania, porque L¨ªbano no lo quiere nadie. Y todo ello ni remotamente est¨¢ compensado por el desv¨ªo de contingentes, sobre todo aeronavales, al mar de la China.
Como escribe el polit¨®logo norteamericano Immanuel Wallerstein, la comparaci¨®n con los a?os cincuenta es muy significativa. Washington espiaba entonces con la misma afici¨®n con que lo hace ahora, aunque con los limitados medios de la ¨¦poca. Pero a mediados del siglo pasado, en plena guerra fr¨ªa, ninguno de los aliados habr¨ªa dicho ni palabra sobre el espionaje. En cambio, Mosc¨² ofrece hoy asilo al hacker, y este se permite tratar con Alemania para facilitarle informaci¨®n sobre el espionaje de la NSA. A la vista de todo ello, parece como que EE UU necesite m¨¢s a sus amigos y aliados que estos a EE UU, sin olvidar que un grado prudente de alboroto antinorteamericano sienta bien a las opiniones p¨²blicas de los pa¨ªses afectados. Y la mera existencia de Snowden es un reflejo de esa reevaluaci¨®n a la baja de la presencia norteamericana en el mundo, algo impensable en los a?os cincuenta.
El futuro, que ya es parte del presente, no es de una nueva bipolaridad ni siquiera en ciernes con China, cuyo presupuesto militar es una fracci¨®n del norteamericano, y ya tiene m¨¢s de lo que puede abarcar conteniendo a Washington en el Pac¨ªfico. Es la multipolaridad o el caos.
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