Afganist¨¢n dobla su producci¨®n de opio
Los beneficios de las drogas han financiado el resurgir de los talibanes a pocos meses de la retirada de las fuerzas internacionales
La superficie dedicada al cultivo de opio ha aumentado un 36% en Afganist¨¢n en 2013, seg¨²n el informe anual de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (UNODC) presentado esta ma?ana en Kabul. Esa cifra r¨¦cord se ha traducido en una producci¨®n de 5.500 toneladas de esa planta de la que obtiene la hero¨ªna, casi el doble que el a?o pasado. Los datos, en v¨ªsperas de la salida del pa¨ªs de las tropas de la OTAN, evidencia tanto el fracaso de la comunidad internacional para acabar con ese lastre como el peligro de que los beneficios de esa cosecha il¨ªcita alienten la lucha entre los se?ores de la guerra que compiten por el poder ante las elecciones presidenciales del pr¨®ximo abril.
¡°Seg¨²n nos aproximamos a 2014 y la retirada de las fuerzas internacionales, los resultados del Estudio del Opio en Afganist¨¢n 2013 deben tomarse como lo que son: una advertencia y un llamamiento urgente a la acci¨®n¡±, ha declarado en la presentaci¨®n el director ejecutivo de UNODC, Yury Fedotov.
La extensi¨®n de las superficies cultivadas con opio ha pasado de las 154.000 hect¨¢reas de 2012 a las 209.000 actuales, superando el r¨¦cord de 193.000 hect¨¢reas alcanzado en 2007, seg¨²n el informe que la agencia de la ONU elabora junto al Ministerio Antinarc¨®ticos afgano. Adem¨¢s, la amapola ha reaparecido en Balkh y Faryab, dos provincias que el a?o pasado fueron declaradas libres de opio, por lo que el n¨²mero de estas se reduce a s¨®lo 15 de las 34 en que se divide administrativamente el pa¨ªs.
Ese avance, que se traduce en una producci¨®n un 49% mayor que el a?o pasado y unos beneficios estimados de mil millones de d¨®lares (un 4% del PIB afgano), pone en una situaci¨®n dif¨ªcil a los pa¨ªses donantes que durante una d¨¦cada han tratado sin ¨¦xito de erradicar la adormidera. Aunque Afganist¨¢n tiene un gran n¨²mero de adictos, la mayor¨ªa de la droga que produce se env¨ªa fuera, sobre todo a Europa.
Pero ni los programas de cultivos alternativos, ni la lucha contra la corrupci¨®n de los funcionarios afganos, han dado resultado y, mientras tanto, los beneficios de las drogas han financiado el resurgir de los talibanes. El narcotr¨¢fico proporciona a esos insurgentes entre 100 y 400 millones de d¨®lares anuales, seg¨²n estimaciones de la ONU y del Gobierno afgano citadas por France Presse.
¡°El v¨ªnculo entre inseguridad y cultivo del opio se observa desde 2007 y contin¨²a siendo cierto en 2013¡±, asegura el informe de la ONU, seg¨²n cuyos datos el 90% de las plantaciones se concentran en las nueve provincias donde los talibanes tienen sus bastiones. Y la mitad del total en Helmand, un escaparate de las dificultades para acabar con esa lacra. Afganist¨¢n ha sido el mayor productor de opio desde los a?os noventa del siglo pasado (y excepto en el a?o 2001 bajo el r¨¦gimen talib¨¢n). Su cosecha de este a?o tal vez alcance al 90% del suministro mundial.
Doce a?os despu¨¦s de la intervenci¨®n estadounidense, la fuerza internacional coordinada por la OTAN no ha logrado acabar con la insurgencia islamista y a apenas un a?o de la retirada de sus 75.000 soldados hace temer una guerra civil. Esa inseguridad ser¨ªa, seg¨²n el informe de UNODC, una de las causas del aumento de la producci¨®n. Los agricultores intentar¨ªan ¡°preservar sus haberes ante la perspectiva de un futuro incierto¡±. Pero tambi¨¦n ha podido influir el mayor precio alcanzado por el opio el a?o pasado (145 d¨®lares por kilo) y la falta de voluntad pol¨ªtica de las autoridades afganas para hacer frente al problema. En privado, diplom¨¢ticos occidentales acusan a algunos dirigentes de beneficiarse de ese negocio.
Las circunstancias no ayudan. Afganist¨¢n tiene una agricultura muy atrasada, cuyas infraestructuras han sido destruidas por tres d¨¦cadas de guerra, y castigada adem¨¢s por varios a?os continuados de sequ¨ªas. Incluso si los campesinos plantan algod¨®n u otros cultivos alternativos no hay infraestructuras b¨¢sicas para llevarlos al mercado. Frente a ello, el opio precisa menos mano de obra, escasa atenci¨®n, se adapta a la climatolog¨ªa, se almacena bien, no es perecedero y se vende al cliente en efectivo. La cuesti¨®n ha sido desde el principio c¨®mo romper ese c¨ªrculo vicioso sin los instrumentos de un estado de derecho.
Durante la pasada d¨¦cada, los donantes han tratado de construir infraestructuras, desarrollar mercados y facilitar cosechas alternativas a los agricultores, sin demasiado ¨¦xito. La inseguridad y la corrupci¨®n han frenado en gran medida el desarrollo de las zonas rurales, en tanto que los planes de erradicaci¨®n han sido muy desiguales.?
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