Una d¨¦cada de desaf¨ªos y castigos
El programa nuclear iran¨ª gener¨® una din¨¢mica de aislamiento internacional
El rifirrafe nuclear con Ir¨¢n empez¨® en el verano de 2002. Ese pa¨ªs, como otros signatarios del Tratado de No Proliferaci¨®n (TNP), recib¨ªa visitas peri¨®dicas de los inspectores del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (OIEA) para vigilar sus instalaciones, b¨¢sicamente un reactor de investigaci¨®n de Teher¨¢n y un proyecto para construir una central de energ¨ªa en Bushehr, al suroeste. Pero entonces un grupo disidente revel¨® la existencia de un programa secreto. Eso hizo sospechar que la Rep¨²blica Isl¨¢mica buscaba la bomba.
La diplomacia estadounidense se moviliz¨® para conseguir que el OIEA tomara cartas en el asunto. Un a?o despu¨¦s, ese organismo daba un ultim¨¢tum a Teher¨¢n para que demostrara que no ten¨ªa objetivos militares. En noviembre, Teher¨¢n anuncia que suspende sus actividades y que permitir¨¢ que los inspectores visiten las instalaciones descubiertas. El OIEA no encuentra inicialmente nada sospechoso, pero en su informe de junio de 2004 alerta de que Ir¨¢n no est¨¢ cooperando.
El aumento de la tensi¨®n, con frentes abiertos en Afganist¨¢n e Irak, lleva a una troika europea formada por Reino Unido, Francia y Alemania a buscar una salida negociada. Los esfuerzos europeos y el temor de Ir¨¢n a ser el siguiente en la lista de Bush (que lo hab¨ªa incluido en su ominoso eje del mal), le llevan a aceptar suspender su programa de enriquecimiento de uranio (todav¨ªa por debajo del 5% y en peque?as cantidades). El jefe negociador iran¨ª era el hoy presidente Hasan Rohan¨ª.
La suspensi¨®n se mantuvo hasta agosto de 2005. Acababa de tomar posesi¨®n un desconocido Mahmud Ahmadineyad cuando se reanud¨® el procesamiento de uranio en la planta de Isfah¨¢n. En una entrevista con esta corresponsal, Hossein Mousavian, que fue portavoz de los negociadores iran¨ªes en aquel periodo, rechaz¨® que esa decisi¨®n fuera cosa del luego notorio presidente y la atribuy¨® al incumplimiento del pacto alcanzado con los europeos ¡°porque no ten¨ªan el respaldo de EEUU¡±. En cualquier caso, el OIEA declar¨® que Ir¨¢n estaba violando el TNP.
En los meses siguientes, Ir¨¢n retir¨® los precintos del OIEA en la planta de Natanz, donde se estaban instalando las primeras centrifugadoras para enriquecer uranio (el proceso por el que se purifica ese mineral y que eventualmente puede convertirlo en material fisible para una bomba). El OIEA envi¨® el caso al Consejo de Seguridad de la ONU. Se inici¨® entonces una espiral de provocaciones, resoluciones condenatorias, medios pactos, sanciones e intentos fallidos de negociaci¨®n que s¨®lo este fin de semana parecen haber llegado a su fin.
A cada nueva resoluci¨®n (y han sido seis), un desafiante Ahmadineyad respond¨ªa con un nuevo avance del programa: el primer uranio enriquecido (abril 2006), producci¨®n industrial (abril 2007), aumentan las centrifugadoras, la planta de Fordo (septiembre de 2009) o el enriquecimiento de uranio al 20%, poco despu¨¦s. El trabajo de los inspectores se hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil. No pueden probar que haya un programa militar, pero encuentran inconsistencias y pistas sospechosas.
Ni las cuatro resoluciones sancionadoras de la ONU, ni el esfuerzo de los europeos, a los que se han unido EEUU, China y Rusia, entonces bajo la batuta de Javier Solana, logran cambiar el curso emprendido por Ir¨¢n. Hasta que a finales de 2011, Washington decide otra v¨ªa de actuaci¨®n: atacar el sector financiero iran¨ª hasta bloquear sus ventas de petr¨®leo. En lugar de negociar laboriosos y a menudo frustrados acuerdos en el Consejo de Seguridad, presiona a los bancos que trabajan con d¨®lares (todos). Poco a poco, se estrecha el cerco a Teher¨¢n.
La combinaci¨®n de las sanciones y de la mala gesti¨®n de Ahmadineyad prepara el camino para que el pasado junio los iran¨ªes elijan presidente al hombre que promete restablecer las relaciones con el mundo, y sus l¨ªderes hayan asumido que tienen que encontrar una f¨®rmula de coexistencia que salve la Rep¨²blica Isl¨¢mica. Ser¨¢ la segunda vez que el futuro del programa est¨¢ en manos de Rohan¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.