El misterioso ¡®mister¡¯ Lee
China es la mayor acreedora de deuda estadounidense. Si un d¨ªa decidiese vender sus t¨ªtulos, el d¨®lar y la econom¨ªa de EE UU se ir¨ªan al traste
Me acuerdo de 1986, cuando viv¨ªa en Madrid tras haber terminado de hacer el Camino de Santiago, y le¨ªa EL PA?S para entender bien la cultura espa?ola. Sin didacticismos in¨²tiles, sin perder tiempo con juegos de palabras, el peri¨®dico era para m¨ª una referencia. Lo sigue siendo hoy ¡ªentro varias veces al d¨ªa en su p¨¢gina web en busca de temas relevantes.
Pues bien: contrariando todas las expectativas, que acostumbran a predicar la muerte de los medios de comunicaci¨®n impresos, EL PA?S se muestra, una vez m¨¢s, a la vanguardia de su tiempo y da un paso importante: una edici¨®n brasile?a.
?Qu¨¦? ?No es arriesgado? Pero nuestro mundo est¨¢ hecho de riesgos e improbabilidades. Y as¨ª como el peri¨®dico da un paso gigantesco en terrenos desconocidos, yo har¨¦ lo mismo en un territorio que jam¨¢s he pisado en p¨²blico: la econom¨ªa.
El famoso economista Burton Malkiel dijo una vez que "un mono con los ojos vendados, lanzando dardos sobre las p¨¢ginas financieras de un diario, es capaz de seleccionar una cartera de acciones que evolucionar¨¢ igual que una seleccionada por expertos". Uno de los ganadores del Nobel de econom¨ªa de 2013, Robert J. Shiller, capaz de prever en 2005 que el mercado inmobiliario viv¨ªa entonces una burbuja que estallar¨ªa pronto (lo har¨ªa en 2008), afirma que el mercado financiero refleja patrones repetitivos e irracionales del comportamiento humano. O sea: que las fortunas que ciertas personas se gastan en an¨¢lisis y gr¨¢ficos podr¨ªa sustituirse por suscripciones a boletines (m¨¢s baratos) de psicolog¨ªa colectiva.
Lo que ciertas personas se gastan en an¨¢lisis y gr¨¢ficos podr¨ªa sustituirse por suscripciones a boletines de psicolog¨ªa colectiva
He probado mi tesis con muchos banqueros amigos m¨ªos: solo un 30% estuvo de acuerdo en que es remotamente posible. Pero como en econom¨ªa, como en astrolog¨ªa, las previsiones son siempre un ejercicio de suerte, me arriesgo a hacer la m¨ªa. Ah¨ª va:
Como todos sabemos, China es la mayor acreedora de deuda estadounidense. Si un d¨ªa decidiese vender sus t¨ªtulos, el d¨®lar ¡ªy la econom¨ªa de EE UU¡ª se ir¨ªan al traste.
Todos dicen: pero la mayor perjudicada ser¨ªa la propia China. ?Es verdad eso?
Me imagino un d¨ªa de noviembre de 1978, cuando el nuevo l¨ªder del Partido Comunista Chino, Deng Xiaoping, consolidado en el poder, env¨ªa a miles de estudiantes a Singapur y Tailandia para aprender c¨®mo funciona el sistema capitalista. Es el comienzo de la Gran Marcha hacia la potencia mundial que conocemos hoy. Muchos de los insatisfechos dicen: estamos traicionando los ideales comunistas.
Deng no contesta, porque tiene un plan secreto.
?Y cu¨¢l es ese plan? Conquistar el mundo.
No sirve de nada explicar a los disidentes que el capitalismo solo puede ser destruido desde dentro: los radicales del Partido no lo va a entender. Pero Deng sabe lo que hace: escoge a un joven, al que llamaremos Lee, y le explica:
- Haremos un gran esfuerzo, como el que hizo antes de nosotros el Gran Timonel. Ser¨¢ duro; al comienzo exigir¨¢ un gran sacrificio de nuestra poblaci¨®n, pero poco a poco invertiremos en obligaciones estadounidenses. Y cuando alcancemos cierta cantidad (solo mister Lee sabe la cifra exacta) lo venderemos todo el mismo d¨ªa. Para entonces ya tendremos activos s¨®lidos en todos los rincones del mundo: de Sudam¨¦rica a ?frica, de Europa a Estados Unidos. Nuestro super¨¢vit se desvalorizar¨¢, pero el de otros pa¨ªses simplemente desaparecer¨¢ de la faz de la tierra. Y tendremos minas de carb¨®n, sider¨²rgicas, una gran cantidad de tierras cultivables, empresas de alta tecnolog¨ªa, construcci¨®n, telecomunicaciones, etc¨¦tera.
El camarada Deng da a Lee un malet¨ªn parecido al que los presidentes de EE UU siempre llevan consigo, con c¨®digos para activar los misiles nucleares. Dentro del malet¨ªn hay una caja negra, con un ¨²nico bot¨®n rojo: VENDER.
Pasa el tiempo. Deng Xiaoping muere, los estudiantes enviados al extranjero empiezan a aprender todo lo necesario para que el pa¨ªs salga adelante, China mantiene los precios artificialmente bajos y empieza a exportar de forma espantosa a Estados Unidos. A cambio, compran deuda del Tesoro estadounidense.
Los a?os transcurren y el d¨¦ficit de EE UU con China no deja de crecer. Pasadas unas d¨¦cadas la situaci¨®n est¨¢ fuera de control: 271.100 millones de d¨®lares en 2010, 295.500 millones de d¨®lares en 2011.
En 2013 el presidente Obama intenta estimular la balanza de pagos, pero es ya pr¨¢cticamente imposible. Y el mundo entero sigue sosteniendo a Estados Unidos con la compra de deuda del Tesoro.
Es decir: la econom¨ªa del planeta est¨¢ ahora gobernada por la estabilidad ¡ªo no¡ª de esas obligaciones en d¨®lares. Y eso parece una garant¨ªa
Es decir: la econom¨ªa del planeta est¨¢ ahora gobernada por la estabilidad ¡ªo no¡ª de esas obligaciones en d¨®lares. Y eso parece una garant¨ªa. Hasta que el Congreso estadounidense paraliza la Administraci¨®n por casi tres semanas. Y el presidente del Banco Central chino, Zhou Xiaochuan, propone: ?por qu¨¦ no establecer una nueva moneda de intercambio, m¨¢s estable y menos dependiente de los altibajos de los pol¨ªticos estadounidenses? Ning¨²n pa¨ªs lo acepta. Pero se ha dado la alerta roja.
Mister Lee, que conoci¨® a Deng Xiaoping cuando era un destacado estudiante de 16 a?os, acaba de cumplir 51 primaveras la semana pasada. Trabaja en un peque?o despacho en la provincia de Guangdong. El malet¨ªn ya fue jubilado y reemplazado por un poco sospechoso tel¨¦fono m¨®vil con una ¨²nica tecla: VENDER. Tres o cuatro t¨¦cnicos inform¨¢ticos saben parte de la historia, pero nadie sabe exactamente qu¨¦ significa ese bot¨®n ¡ªsolo tienen la orden de conectarlo con el Banco Central de China. Y nada m¨¢s.
Mister Lee consulta su hoja de c¨¢lculo: su pa¨ªs tiene, ahora mismo, 1,2 billones de d¨®lares en deuda estadounidense, el que m¨¢s t¨ªtulos tiene. Saca su m¨®vil especial, lo coloca sobre la mesa, y consulta las notas tomadas a mano por su a?orado mentor.
"No. A¨²n no hemos llegado", piensa. Y se vuelve a guardar el m¨®vil en el bolsillo.
Hasta que, un d¨ªa, un simple d¨®lar sobrepasa esa cifra estipulada. En ese momento, mister Lee pulsa el bot¨®n y se va a tomar un t¨¦ en casa de su amigo, mister Zhang, mientras todos los pa¨ªses van a la quiebra y el mundo se arrodilla ante la nueva y ¨²nica superpotencia mundial.
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