Mandela, un s¨ªmbolo de la lucha por los derechos civiles de EE UU
Los afroamericanos vieron en el movimiento contra el apartheid un reflejo y una continuaci¨®n del que iniciaron en los 60 por la defensa de sus libertades
Cuando Nelson Mandela aterriz¨® en Detroit, justo tres meses despu¨¦s de su liberaci¨®n, lo primero que pidi¨® tras apearse del avi¨®n fue poder conocer a Rosa Parks, la mujer que deton¨® el movimiento a favor de los derechos civiles en Estados Unidos al negarse a ceder su asiento a un blanco en un autob¨²s en Alabama. El inter¨¦s de Mandela por conocer a un s¨ªmbolo de la lucha por la igualdad en EE UU como Parks, demuestra el grado de conexi¨®n entre la rebeli¨®n contra la segregaci¨®n impuesta por el apartheid, a cuya extinci¨®n el l¨ªder sudafricano consagr¨® su vida, y el empe?o de la comunidad afroamericana por tener las mismas oportunidades que sus compatriotas. Los estadounidenses se identificaron con el conflicto en Sud¨¢frica porque la lucha de Mandela era la misma por la que ellos hab¨ªan marchado en Washington y tomado las calles de cientos de ciudades de este pa¨ªs durante los 50 y 60.
¡°Todas las luchas por los derechos humanos est¨¢n relacionadas a nivel mundial, y ninguna puede estar desvinculada¡±, cuenta en conversaci¨®n telef¨®nica Clayborne Carson, director del Instituto de Investigaci¨®n sobre Martin Luther King de la universidad de California. ¡°El doctor King estaba muy influenciado por el ejemplo de Gandhi, y Gandhi mismo comprob¨® la injusticia del apartheid en Sud¨¢frica. King siempre estuvo interesado en el conflicto de ese pa¨ªs y apoy¨® la primera petici¨®n de libertad de Mandela a finales de los 60¡±, explica Carson.
Los estadounidenses se identificaron con el conflicto en Sud¨¢frica porque la lucha de Mandela era la misma por la que ellos hab¨ªan marchado en Washington y tomado las calles de cientos de ciudades de este pa¨ªs durante los 50 y 60
Mientras Mandela se convert¨ªa en el h¨¦roe de muchos j¨®venes afroamericanos, como el de un joven Barack Obama -que ha reconocido que su primera actividad con significaci¨®n pol¨ªtica fue manifestarse contra el apartheid-, el Gobierno de EE UU consideraba al sudafricano un ¡°terrorista¡±. "Las Administraciones apoyaban al r¨¦gimen de Sud¨¢frica no por la segregaci¨®n sino porque era un valioso aliado en plena Guerra Fr¨ªa", explica Steve McDonald, asesor del programa sobre ?vrica del Centro Woodrow Wilson.
Las im¨¢genes televisadas de la brutalidad con la que la polic¨ªa de Sud¨¢frica reprim¨ªa los conatos de rebeli¨®n en las ciudades negras de ese pa¨ªs a mediados de los 80, intensificaron las protestas ciudadanas en las calles estadounidenses que hab¨ªan comenzado una d¨¦cada atr¨¢s, impulsadas, en buena medida, desde las universidades. ¡°El movimiento contra el apartheid dirigido por Mandela se convirti¨® en la fuerza galvanizadora del movimiento post derechos civiles en nuestro pa¨ªs¡±, explica Reiland Rabaka, profesor de Filosof¨ªa Pol¨ªtica en la Universidad de Colorado en Boulder.
¡°Quienes promovieron la lucha a favor de Mandela, quienes dieron visibilidad en la sociedad estadounidense a lo que estaba sucediendo en Sud¨¢frica no fueron los pol¨ªticos, fueron los ciudadanos, la gente en las comunidades locales, en las universidades, en las iglesias fueron los que atrajeron la atenci¨®n sobre lo que pasaba all¨ª¡±, puntualiza Willis Lodan, presidente de la ONG Operation Crossroads Africa y miembro del Fellowship of reconciliation, el grupo a favor de la justicia y la paz interreligiosa m¨¢s antiguo de EE UU.
Martin Luther King siempre estuvo interesado en el conflicto de ese pa¨ªs y apoy¨® la primera petici¨®n de libertad de Mandela a finales de los 60¡± Clayborne Carson
En los 70 y 80, los estudiantes, los sindicatos y muchas asociaciones de derechos civiles empezaron a organizar protestas exigiendo la liberaci¨®n de Mandela y el fin del apartheid en Sud¨¢frica. Muchos fueron detenidos por erigir chabolas de cart¨®n en las calles para llamar la atenci¨®n sobre las condiciones en las que viv¨ªan los negros en ese pa¨ªs. En Washington, los sindicalistas montaban guardia frente a la Embajada sudafricana instando a la puesta en libertad de Mandela. Los manifestantes demandaban del Gobierno de EE UU que estableciera sanciones econ¨®micas contra el r¨¦gimen de Pretoria.
¡°Mandela era un l¨ªder africano en la di¨¢spora trabajando por aquello por lo que organizaciones como NAACP [La Asociaci¨®n Nacional para el Ascenso de las Personas de Color, en sus siglas en ingl¨¦s], hab¨ªamos venido haciendo desde hace casi un siglo, igualdad para todos y eliminaci¨®n de los prejuicios y la discriminaci¨®n. Hab¨ªa sido castigado por trabajar a favor de los mismos derechos que nosotros est¨¢bamos defendiendo aqu¨ª¡±, cuenta Hilary Shelton, director de la oficina de la NAACP en Washington. En esa gira por EE UU que Mandela emprendi¨® en 1990 tras ser liberado, ¨¦l agradeci¨® a la NAACP su ayuda y su implicaci¨®n en su liberaci¨®n, recuerda Shelton.
El Congreso Nacional Africano, que Mandela dirigi¨® desde la c¨¢rcel, se fund¨® cuatro a?os despu¨¦s de la NAACP a su imagen y semejanza, indica su responsable en Washington en otro ejemplo de los paralelismos entre la lucha por los derechos en ?frica y en EE UU. ¡°Nosotros entend¨ªamos a Mandela y lo que significaba el apartheid en Sud¨¢frica, cuando nosotros hablamos de apartheid en EE UU, hablamos de Jim Crow, que impuso por ley la segregaci¨®n en nuestra sociedad¡±, explica Shelton.
Su valor como ejemplo, su comportamiento, el modelo de humanidad que representa, ese es el ascendiente que admira el presidente de EE UU y al que aspiran otros j¨®venes l¨ªderes afroamericanos, no s¨®lo en la esfera pol¨ªtica, sino en la cultural y la social" Steve McDonald
Carson halla otra conexi¨®n entre el movimiento por los derechos civiles de los 60 en EE UU y el combate contra el apartheid en Sud¨¢frica. ¡°Gracias a nuestra lucha se aprob¨® la Ley de Derechos Civiles en 1965, lo que permiti¨® la elecci¨®n de congresistas afroamericanos que luego se aliar¨ªan en el Black Caucus [la agrupaci¨®n de pol¨ªticos negros del Capitolio], desde donde se presion¨® para que se adoptaran las leyes de embargo contra Sud¨¢frica en 1988¡±, sostiene.
En 1986, el congresista dem¨®crata Ron Dellums, promovi¨® una norma para aprobar un embargo total sobre Sud¨¢frica y la liquidaci¨®n de todas inversiones de las compa?¨ªas estadounidenses en ese pa¨ªs -algunas tan poderosas como Ford o GM, opuestas al bloqueo-. La ley que se aprob¨® en la C¨¢mara de Representantes, fue vetada en dos ocasiones por Ronald Reagan, aunque, finalmente, el Congreso consigui¨® levantarlo. Como parte de las condiciones para terminar con el apartheid, la disposici¨®n exig¨ªa la excarcelaci¨®n de Mandela.
La influencia de Mandela en la comunidad afroamericana va mucho m¨¢s all¨¢ de su lucha com¨²n contra la injusticia. "Su valor como ejemplo, su comportamiento, el modelo de humanidad que representa, ese es el ascendiente que admira el presidente de EE UU y al que aspiran otros j¨®venes l¨ªderes afroamericanos, no s¨®lo en la esfera pol¨ªtica, sino en la cultural y la social", explica? McDonald que destaca la importancia del discurso del sudafricano para las futuras generaciones. "Para los j¨®venes que se enfrentan a los prejuicios raciales que todav¨ªa dividen a nuestra sociedad, la lecci¨®n de Mandela es que, a pesar de que ¨¦l fue oprimido sin piedad por un Gobierno blanco, jam¨¢s tuvo un comentario racista, nunca habl¨® en contra de los blancos. ?l siempre asegur¨® que luchaba, no por la liberaci¨®n de la opresi¨®n de los blancos contra los negros, sino por la libertad de todas las personas".
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