Ucrania y el reto de la Europa que no lleg¨® a ser
Ahora que Ucrania, ese pa¨ªs europeo potente pero poco cohesionado, es sacudida por una profunda crisis pol¨ªtica, econ¨®mica y social, quiz¨¢ sea el momento de mirar hacia atr¨¢s, hacia el tortuoso camino recorrido por los Estados que surgieron de la Uni¨®n de Rep¨²blicas Socialistas Sovi¨¦ticas (URSS) en 1991. Los 22 a?os transcurridos desde entonces pueden parecer mucho tiempo, pero la construcci¨®n de Estados modernos en lo que fue un imperio formado por 15 rep¨²blicas federadas (entre ellas Rusia y Ucrania) est¨¢ siendo mucho m¨¢s complicado de lo que imaginaban los protagonistas de aquel divorcio. En las ruinas de la URSS (una etiqueta que ocultaba relaciones feudales convergentes en Mosc¨²) qued¨® sepultado el documento que plasm¨® de forma m¨¢s completa la visi¨®n internacional renovadora de la ¡°perestroika¡±, el proceso de reformas abortadas del presidente de la URSS Mija¨ªl Gorbachov.
Derechos humanos, pluralismo, respeto a la diversidad, justicia para todos, libertad de pensamiento, de religi¨®n, de conciencia, de asamblea, son principios recogidos en un texto, que suena incluso po¨¦tico: ¡°Nuestros Estados cooperaran y se apoyar¨¢n mutuamente con el fin de hacer irreversible los logros democr¨¢ticos¡±, ¡°La seguridad es indivisible y la seguridad de cada estado participante est¨¢ inseparablemente ligada a la de todos los otros. Por eso, nos comprometemos a cooperar en reforzar la confianza y la seguridad entre nosotros y en promover el control del armamento y el desarme¡±. La ¡°interdependencia¡± se supon¨ªa, ten¨ªa que ¡°ayudar a superar la desconfianza de d¨¦cadas, a incrementar la estabilidad y a construir una Europa unida¡±.
Con estos ingredientes se puede fabricar un explosivo muy potente y la cuesti¨®n es c¨®mo neutralizar la p¨®lvora, ahora que Vlad¨ªmir Putin est¨¢ raptando a Rusia para llev¨¢rsela no se sabe ad¨®nde, pero, en cualquier caso, lejos de Europa, esa Europa que cada d¨ªa demonizan los canales de televisi¨®n estatales rusos como si de una nueva Sodoma y Gomorra se tratara. ?C¨®mo evitar ese rapto del pa¨ªs de Ant¨®n Ch¨¦jov, Piotr Chaikovski, Serguei Eisenstein o Alexandr Rodchenko? ?C¨®mo tranquilizar a pa¨ªses europeos crecientemente preocupados por la pol¨ªtica y la psicolog¨ªa de Putin, un hombre considerado poderoso no por ser magn¨¢nimo, no por la seducci¨®n de sus visiones, sino por el miedo que inspira y por las ambiciones imperiales que el mismo afirma y las que adem¨¢s le atribuyen?. Las l¨ªneas rojas reaparecen en el continente, donde nunca acabaron de borrarse y la desconfianza inspira desconfianza y alimenta un c¨ªrculo vicioso que deber¨ªa atajarse por alg¨²n punto si es que no queremos dejar de reconocernos mutuamente como europeos con v¨ªnculos y complicidades comunes. Habr¨ªa que volver atr¨¢s y encontrar un punto, un proyecto, que permitiera generar una confianza entre los actores y a partir de ah¨ª, tal vez, romper el el reflejo condicionado ¡°yo gano/tu pierdes¡± ¨® ¡°yo pierdo/ tu ganas¡±. Para ello se requiere una causa, un espacio, donde experimentar una cooperaci¨®n internacional sin trampas, un punto de cristalizaci¨®n, ll¨¢mese conflicto territorial congelado como Transdnistria, ll¨¢mese Siria, ll¨¢mese Ir¨¢n. ?Y por qu¨¦ no, Ucrania? Pero, ojo, Ucrania en nombre de la misma Ucrania, de sus propios intereses de estabilidad, no en nombre de los intereses de los fabricantes europeos en busca de mercados, no en nombre de los conceptos de ¡°espacio vital¡± de los geoestrategas rusos. A fin de cuentas, Rusia es tambi¨¦n un pa¨ªs europeo, al que Putin est¨¢ secuestrando, y llev¨¢ndoselo, no en direcci¨®n a Asia en el espacio, sino en direcci¨®n a la Edad Media, en el tiempo. fin
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