El masivo metro de M¨¦xico DF sube sus precios para sostenerse
La direcci¨®n argumenta que el mantenimieno no es viable sin m¨¢s ingresos. Sus cr¨ªticos achacan las carencias a la corrupci¨®n
¡°Yo fui uno de los babosos que fue a ver qu¨¦ se sent¨ªa¡±.
Recuerda el escritor Armando Ram¨ªrez que cuando inauguraron el metro de M¨¦xico DF, all¨¢ por septiembre de 1969, la gente iba admirada a ver c¨®mo funcionaba. Cuarenta y cuatro a?os despu¨¦s, dice que a ¨¦l le maravilla que a pesar de los terremotos, de las inundaciones, de la falta de presupuesto y de trasladar todos los d¨ªas a millones de ¡°chilangos y de conurbados¡±, siga funcionando.
Un chilango es un oriundo del DF, y un conurbado, como les llama el chilango Ram¨ªrez, es uno de tantos que viven en los alrededores de la ciudad y que entran a la capital a trabajar. Entre los de dentro y los de fuera, el metro de M¨¦xico DF transporta cada d¨ªa a m¨¢s de cinco millones de pasajeros. En la tercera zona metropolitana m¨¢s poblada del mundo (por encima de 20 millones de individuos), el transporte p¨²blico subterr¨¢neo aguanta el paso del tiempo. Pero se desgasta. Para mantenerlo, su direcci¨®n ha decidido subir el precio del billete. De tres pesos (23 c¨¦ntimos de d¨®lar) a cinco (38 c¨¦ntimos). Esta ma?ana ha empezado la nueva tarifa.
En los ¨²ltimos d¨ªas ha habido alguna protesta por el encarecimiento del metro, pero han sido leves. La mayor¨ªa de los usuarios acatan la medida. O se resignan. Esta ma?ana, a las siete, con la nueva tarifa ya funcionando, en un and¨¦n de la estaci¨®n de metro Insurgentes, un oficinista de 29 a?os con un borr¨®n de pasta de dientes al lado derecho de la boca opinaba que el aumento no es justo, y que si nadie se rebela es por el fatalismo mexicano: "No somos personas que tomamos decisiones, dejamos que pasen las cosas". El oficinista pone un ejemplo: dice que desde ni?o pasa a diario en el metro por delante de un reloj digital que nunca ha funcionado: "Jam¨¢s ha dado la hora bien, jam¨¢s. Desde toda la vida". Si bien la jefatura del metro asegura que lo que recauden a mayores ser¨¢ para mejorar el servicio, no es irracional que una persona que identifica desde su infancia ese servicio con un reloj eternamente in¨²til dude de que la subida del precio ponga a girar las manijas del metro del DF con regularidad suiza.
Una tarifa baja para una poblaci¨®n en apuros
La direcci¨®n del metro del DF ha insistido en que, pese al aumento de precio, su tarifa es una de las m¨¢s baratas del mundo. El acad¨¦mico Ernesto Villanueva matiza que eso debe analizarse en relaci¨®n al salario m¨ªnimo del pa¨ªs, y no tomando por separado el coste del boleto. En raz¨®n de eso, Villanueva afirma que a un neoyorquino le cuesta menos un boleto que a uno de M¨¦xico DF.
EL PA?S ha elaborado una tabla comparativa relacionando los precios de los boletos y los salarios m¨ªnimos en distintas metr¨®polis. La moneda usada para la comparaci¨®n es el d¨®lar. Estos son los resultados, ordenados de m¨¢s caro a m¨¢s barato.
Madrid. Salario m¨ªnimo: 29,6 d¨®lares. Coste del boleto: 4.13 d¨®lares. Porcentaje del salario m¨ªnimo que cuesta un boleto: 14%.
Londres. Salario m¨ªnimo: 83. Coste del boleto: 7.40. Porcentaje: 8,9%.
Sao Paulo. Salario m¨ªnimo: 16.35. Coste del boleto: 1.30. Porcentaje: 8%.
M¨¦xico DF. Salario m¨ªnimo: 5.04. Coste del boleto: 0,38. Porcentaje: 7,5%.
Nueva York. Salario m¨ªnimo: 58. Coste del boleto: 2,50. Porcentaje: 4,3%.
Buenos Aires. Salario m¨ªnimo: 26. Coste del boleto: 0,56. Porcentaje: 2,2%.
De acuerdo con estos datos, el billete del metro de M¨¦xico DF es uno de los m¨¢s econ¨®micos. El director de metro, adem¨¢s, apunta que el salario m¨ªnimo mexicano tiene una fiabilidad relativa porque est¨¢ muy por debajo de los ingresos reales de la poblaci¨®n. Ortega sostiene que el coste del metro del DF a¨²n es m¨¢s econ¨®mico de lo que muestra la comparativa con el salario m¨ªnimo.
El director del metro, Joel Ortega, defiende que la decisi¨®n es inevitable. Ayer a mediod¨ªa, en su despacho, iba desgranando los n¨²meros que, seg¨²n su equipo, han obligado a encarecer el billete. Un d¨¦ficit de inversi¨®n de 2.000 millones de d¨®lares. De un total de 390 trenes, hay 27 ¡°completamente parados¡±, siete ¡°irrecuperables¡± y unos 70 de ida y vuelta frecuente entre el taller y las v¨ªas. Una onerosa renta anual de 100 millones de d¨®lares por el alquiler de 30 trenes nuevos. Un 60% del coste de cada billete subvencionado por el Gobierno del DF. Ortega dice que el dinero no llega para un mantenimiento correcto, y que el cuidado de la infraestructura nunca ha sido la prioridad. ¡°Los recursos han sido ¨ªnfimos. Hasta ahora todo se ha ido en la construcci¨®n de nuevas l¨ªneas¡±. Con el plus de dos pesos por billete espera recaudar alrededor de 200 millones de d¨®lares m¨¢s, y ha anunciado que con eso se arreglar¨¢n trenes, se acortar¨¢n los tiempos de espera, se cambiar¨¢n escaleras mec¨¢nicas estropeadas, se pondr¨¢n m¨¢s polic¨ªas. Y dem¨¢s.
En la prensa, o en la calle, los disconformes le objetan que para todo eso el metro no deber¨ªa pedir m¨¢s dinero, sino gestionar mejor el que tiene. Ortega, sin embargo, acomete la subida de precio convencido de sus argumentos y esgrimiendo una encuesta que le hicieron a 7.200 usuarios tres empresas privadas por encargo del metro. Seg¨²n estos sondeos, m¨¢s de un 50% de los chilangos o conurbados a los que se les pregunt¨® dijo que estaba de acuerdo con pagar m¨¢s por tener un servicio mejor.
Hasta la fecha, no ha habido una oposici¨®n masiva a la medida. En Internet ha surgido un lema contrario a la tarifa que tiene como estandarte el lema #PosMeSalto, y en la realidad no-virtual, en efecto, ha habido peque?os grupos de manifestantes que en los ¨²ltimos d¨ªas se han brincado los torniquetes de entrada para mostrar que no est¨¢n de acuerdo con la decisi¨®n. Uno de esos grupos se hace llamar la Asamblea contra el alza del Metro. ¡°Operativamente, somos como 12 personas¡±, dice uno de sus miembros, Jorge Mungu¨ªa, de 34 a?os. Su teor¨ªa es que el aumento de precio no va a beneficiar a los pasajeros: ¡°Esos dos pesos solo van a alimentar la red de corrupci¨®n de metro¡±. La sospecha que debe refutar el metro es la misma que sobrevuela en general a toda la administraci¨®n p¨²blica mexicana: la tradici¨®n del desfalco.
Una de las voces que reitera el riesgo de que el incremento de la recaudaci¨®n no vaya en la direcci¨®n adecuada es Ernesto Villanueva, especialista en rendici¨®n de cuentas de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico. ¡°Se quiere aumentar el precio del boleto sin afectar al ¨¢mbito de corrupci¨®n interno¡±. Villanueva dice que cada a?o la Asamblea Legislativa del DF establece un presupuesto de mantenimiento que deber¨ªa servir para que el tiempo no machaque la red del metro. ¡°?A d¨®nde se fue ese presupuesto durante 40 a?os?¡±, se pregunta. Ortega niega que su organismo est¨¦ siendo orde?ado por la corrupci¨®n. ¡°Estoy convencido de que estamos gastando bien¡±. Aunque al mismo tiempo asume que algunos gastos no son ¨®ptimos. Por ejemplo, los 35 arcos detectores que se compraron en 2009 para interceptar a pasajeros armados. Ortega reconoce que algunos no funcionan y que los dem¨¢s tiene una utilidad relativa. Hace dos d¨ªas, en una estaci¨®n, un polic¨ªa pasaba el tiempo de manera ociosa junto a uno de estos detectores. Los pasajeros entraban al metro sin atravesar el detector.
¨C?Cu¨¢l es el criterio para decidir qui¨¦n debe ser revisado?
¨CLos que gusten pasar, pasan ¨Crespondi¨® el agente.
Ayer, jueves, dos empleados del metro concedieron una entrevista an¨®nima a este diario. En s¨ªntesis, su juicio redunda en la sospecha sobre la mala administraci¨®n. ¡°El problema no son los dos pesos, sino la corrupci¨®n que hay en el metro¡±, dijo uno. El otro hizo una relaci¨®n de los huecos por los que, seg¨²n ¨¦l, se escurre dinero p¨²blico en el metro. ¡°Los sobreprecios que se pagan por las refacciones, la caja de ahorros que maneja el sindicato, los comedores de los empleados, las cuotas sindicales, las licitaciones arregladas, los ingresos por renta de locales comerciales en las instalaciones del metro, los ingresos por publicidad¡¡±.
La entrevista se desarroll¨® paseando por el metro. En un momento determinado, los empleados se metieron en la zona del and¨¦n reservada a mujeres (una particularidad de g¨¦nero del suburbano del DF) para evitar la incomodidad de los apretados vagones masculinos. Pero no eran los ¨²nicos hombres que ten¨ªan el privilegio de esperar al tren en esa parte del and¨¦n. Un joven con gorra tambi¨¦n estaba all¨ª. A los empleados, los vigilantes del metro los dejaron pasar porque eran compa?eros de trabajo. Al joven, porque era vendedor ambulante, y los l¨ªderes del comercio ambulante saben cultivar la generosidad del sector de la vigilancia.
La direcci¨®n del metro calcula que en sus instalaciones trabajan m¨¢s 4.000 ambulantes de distintas categor¨ªas: vagoneros, que venden dentro de los trenes, pasilleros, que venden en los pasillos, bocineros, que venden ced¨¦s dentro de los vagones equipados con unos equipos de sonido insufribles.Ortega ha anunciado que la lucha contra el comercio ambulante ser¨¢ una de sus prioridades. Hoy ha desplegado a 500 polic¨ªas para empezar a contener este comercio.
Es un gesto, m¨¢s que una declaraci¨®n de guerra. Dejar el metro del DF libre de ambulantes es una opci¨®n inveros¨ªmil. Como que ma?ana por la ma?ana, un d¨ªa despu¨¦s del inicio del aumento de la tarifa, el oficinista con pasta de dientes en la comisura se encuentre el reloj digital marcando la hora a la perfecci¨®n.
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