Fuego amigo sobre el pacto nuclear
La presi¨®n de los ¡®halcones¡¯ en Washington y Teher¨¢n amenaza la consolidaci¨®n del acuerdo provisional sobre el programa at¨®mico iran¨ª
2014 puede convertirse en el a?o en que se resuelva el contencioso nuclear con Ir¨¢n. El preacuerdo alcanzado entre ese pa¨ªs y las grandes potencias el pasado 24 de noviembre ha despertado muchas expectativas despu¨¦s de una d¨¦cada de intentos fallidos. Sin embargo, las dificultades son enormes; no tanto por la complejidad del proceso cuanto por lo que est¨¢ en juego, que es mucho m¨¢s que el programa at¨®mico iran¨ª. Se trata, sobre todo, del regreso de Teher¨¢n a la escena regional e internacional, con los riesgos que conlleva para quienes se benefician del status quo dentro y fuera del pa¨ªs.
De momento, el resultado inmediato del Plan Conjunto firmado en Ginebra entre Ir¨¢n y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (EE UU, Rusia, China, Reino Unido y Francia) m¨¢s Alemania ha sido el inicio de las reuniones t¨¦cnicas. Los siete pa¨ªses tienen que decidir cu¨¢ndo entra en vigor el acuerdo y consensuar de qu¨¦ forma y a qu¨¦ ritmo va a suspender Teher¨¢n las partes m¨¢s delicadas de su trabajo nuclear (el enriquecimiento de uranio y las obras en la central de Arak). Pero tambi¨¦n cu¨¢ndo van a empezar a levantar las sanciones los pa¨ªses occidentales, especialmente Estados Unidos.
Hay presiones en ambos lados. As¨ª que no pasa un d¨ªa sin que alg¨²n dirigente iran¨ª declare (para consumo interno) que el programa at¨®mico sigue en marcha y que Ir¨¢n no ha renunciado a sus derechos. En parte es cierto, en el sentido de que impl¨ªcitamente se le ha reconocido el derecho a enriquecer uranio (el proceso por el que se fabrica el combustible para las centrales nucleares pero tambi¨¦n el material fisible para las bombas). Pero el l¨ªmite del 5% establecido en el Plan Conjunto busca atemperar el riesgo de lo segundo.
La primera prueba de fuego se produjo el 12 de diciembre. Los expertos iran¨ªes que participaban en la primera fase de las negociaciones en Viena fueron llamados de forma repentina a Teher¨¢n. Era una reacci¨®n a la decisi¨®n del Departamento del Tesoro norteamericano de incluir en su lista de sanciones a 19 empresas iran¨ªes a las que Washington acusa de ayudar a Ir¨¢n a sortear las restricciones financieras que le ha impuesto por su programa at¨®mico. Tanto ese pa¨ªs como Rusia consideraron que la medida violaba el esp¨ªritu del acuerdo de Ginebra.
Desde el lado estadounidense se aduce que era la forma de frenar a los duros del Congreso que intentaban introducir nuevas sanciones antes de que concluyera el a?o. Ampliando la lista de las compa?¨ªas objeto de medidas previas, la Casa Blanca transmit¨ªa (tambi¨¦n para su consumo interno) el mensaje de que las negociaciones no suponen ablandarse ante Ir¨¢n a cambio de evitar una colisi¨®n frontal con Teher¨¢n. El ministro iran¨ª de Exteriores, Mohamed Javad Zarif, hab¨ªa dejado claro que una ampliaci¨®n de las sanciones ser¨ªa el final del Plan Conjunto.
Ambas partes parecen ser conscientes de las dificultades que sus interlocutores afrontan en casa. Adem¨¢s, por primera vez en 35 a?os, disponen de canales directos de comunicaci¨®n. As¨ª que la cosa no lleg¨® a mayores y, tras un par de llamadas telef¨®nicas, los expertos volvieron a reunirse una semana m¨¢s tarde. Hasta la interrupci¨®n navide?a del d¨ªa 22, acordada en una conversaci¨®n telef¨®nica de 45 minutos entre Zarif y la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, que coordina a los negociadores de las seis potencias.
¡°Es una oportunidad tanto para Obama como para Rohan¨ª, y puede ser la ¨²ltima¡±, se?alaba el analista Amir Mohebbian durante una reciente entrevista con este diario. En opini¨®n de este conservador, ¡°la reintegraci¨®n de Ir¨¢n [en la comunidad internacional] puede contribuir a resolver importantes problemas estrat¨¦gicos¡±.
Los asuntos en los que esa cooperaci¨®n es no solo posible sino deseable van desde la seguridad regional y el sectarismo, hasta la lucha contra el terrorismo islamista, pasando por la guerra civil en Siria. En ese pa¨ªs, Ir¨¢n apoya como Rusia al Gobierno de Bachar el Asad, mientras que EE UU y sus aliados est¨¢n en su contra sin terminar de decidirse por una oposici¨®n armada cada vez m¨¢s controlada por Al Qaeda.
¡°El problema no es t¨¦cnico ni nuclear, sino la incapacidad de Estados Unidos para aceptar la realidad de un Ir¨¢n independiente que no claudica ante sus dictados como Arabia Saud¨ª y el resto de las monarqu¨ªas ¨¢rabes¡±, apunta por su parte Mohammad Marandi, el decano de la Facultad de Estudios del Mundo de la Universidad de Teher¨¢n. Este polit¨®logo, devenido en portavoz oficioso de los sectores m¨¢s ultras, ve las negociaciones nucleares como un triunfo de las posturas maximalistas de su pa¨ªs y rechaza que vaya a llevar a un cambio en su pol¨ªtica exterior.
Nadie ni en Teher¨¢n ni en Washington ha vinculado ambos temas, pero est¨¢ claro que un Ir¨¢n que se sienta reconocido y seguro tiene m¨¢s posibilidades de convertirse en un socio constructivo que un Ir¨¢n marginado internacionalmente. Pero eso suscita recelos en la zona, en especial en la otra potencia, Arabia Saud¨ª, que teme salir perjudicada por la reintegraci¨®n de su rival e intenta construir un frente ¨¢rabe en la orilla sur del golfo P¨¦rsico.
Debido a esas dificultades internas y externas, el pr¨®ximo a?o (el Pacto Conjunto se dio un margen de seis meses prorrogables por otros seis para alcanzar un acuerdo estable) es previsible las negociaciones sufran altibajos. Al mismo tiempo, es de esperar que ambas partes hagan esfuerzos para llegar a algo m¨¢s que un compromiso con el que salvar la cara. Prolongar sine die la interinidad del actual entendimiento dejar¨ªa a la regi¨®n en un equilibrio inestable que solo beneficia a quienes se oponen a la normalizaci¨®n.
Sin permiso para un apret¨®n de manos
La conversaci¨®n telef¨®nica entre Obama y Rohan¨ª el pasado septiembre fue la puesta en escena de un acercamiento que se hab¨ªa estado preparando en secreto durante meses. El gesto revelaba sin embargo lo delicado del paso. La llamada del presidente de EE UU, oficialmente para despedir a su colega iran¨ª al concluir su visita a la Asamblea General de la ONU, era la alternativa a un apret¨®n de manos que el l¨ªder supremo iran¨ª, Ali Jamenei, no hab¨ªa autorizado. A¨²n as¨ª, en Ir¨¢n fue muy criticada por los conservadores.
¡°[Rohan¨ª] no tiene autorizaci¨®n para establecer relaciones plenas con Estados Unidos. Los Pasdar¨¢n y los servicios secretos se oponen¡±, conf¨ªa un asesor del presidente iran¨ª.
Despu¨¦s de casi 35 a?os sin relaciones diplom¨¢ticas, la desconfianza mutua es muy profunda. Otras fuentes consultadas durante un reciente viaje a Teher¨¢n coinciden en que la reapertura de embajadas no est¨¢ a la vuelta de la esquina.
¡°Una cosa es que los diplom¨¢ticos iran¨ªes puedan saludar a sus colegas estadounidenses con normalidad, y otra cosa distinta que tengan permiso para abrazar a los americanos¡±, se?ala el interlocutor.
Seg¨²n ¨¦l, ese fue el motivo de que finalmente ni Rohan¨ª ni su ministro de Exteriores, Mohamed Javad Zarif, acudieran al entierro de Mandela el pasado 14 de diciembre.
¡°Ambos son hombres educados que se hubieran sentido obligados a responder al saludo de Obama, y eso les hubiera tra¨ªdo problemas en casa¡±, asegura.
De momento, el respaldo del l¨ªder a las negociaciones ha silenciado la cr¨ªtica frontal de los sectores m¨¢s duros. El malestar con ese camino se expresa manifestando la desconfianza a que EE UU cumpla con su parte, o atacando a Zarif por otras declaraciones no directamente vinculadas al acuerdo nuclear.
¡°Mi impresi¨®n es que [los recalcitrantes] est¨¢n autorizados a criticar, pero solo hasta cierto l¨ªmite¡±, apunta el asesor.
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