Las espinas de la Posici¨®n Com¨²n
Aznar logr¨® en 1996 que Bruselas condicionase cualquier avance en su relaci¨®n con La Habana al respeto a los derechos humanos y la democracia
Las relaciones entre Cuba y la Uni¨®n Europea en el a?o 1996 eran m¨¢s o menos titubeantes, un pasito para adelante, dos pasitos para atr¨¢s, y en los v¨ªnculos bilaterales con La Habana entonces primaba lo que dec¨ªa Espa?a, igual que en las excolonias de Francia en ?frica se hac¨ªa lo que dec¨ªa Par¨ªs. Pero en eso lleg¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
Hasta que el anterior l¨ªder del Partido Popular lleg¨® al poder en Espa?a, a Bruselas le interesaba Cuba un poquito, pero no demasiado, y viceversa. El Gobierno de Estados Unidos era el m¨¢s interesado en sugerir o presionar c¨ªclicamente para que la UE endureciese su pol¨ªtica hacia la isla, pero ni la Espa?a de Felipe Gonz¨¢lez ni la Europa de entonces apoyaban el embargo norteamericano, ni la ley Helms-Burton ¡ªque hac¨ªa extraterritorial el embargo¡ª ni estaban por la labor requerida de incrementar el aislamiento de Cuba.
En ciertos momentos la UE estuvo cerca de incluir a Cuba en el acuerdo del club de los pa¨ªses ACP (?frica, Caribe, Pac¨ªfico), que implicaba generosas ayudas europeas al desarrollo de las naciones firmantes, pero siempre, por un motivo o por otro ¡ªla mayor¨ªa de las veces relacionado con la famosa cl¨¢usula del respeto a los derechos humanos, que los que ingresaban al grupo deb¨ªan firmar¡ª el acercamiento se fastidiaba en el ¨²ltimo momento. Y sol¨ªa ser el Gobierno de Fidel Castro el que dec¨ªa no y declinaba tener mayor relaci¨®n con Europa.
En 1996 Aznar gan¨® las elecciones y todo se precipit¨®. Unos d¨ªas despu¨¦s de asumir la presidencia, a finales de mayo, pas¨® por Espa?a el entonces vicepresidente norteamericano Al Gore, y Aznar anunci¨® muy ufano, a su lado durante una rueda de prensa en Madrid, que el Gobierno espa?ol interrump¨ªa fulminantemente la cooperaci¨®n oficial con La Habana, aunque mantendr¨ªa la ayuda humanitaria. Gore felicit¨® al presidente espa?ol en aquella visita y dijo sentirse ¡°reconfortado por la visi¨®n m¨¢s ambiciosa del Gobierno Aznar para lograr una democracia en Cuba¡±.
Pocos meses despu¨¦s, Madrid propuso en Bruselas endurecer la pol¨ªtica europea hacia Cuba y condicionar cualquier avance en las relaciones bilaterales al respeto a los derechos humanos y el desarrollo de las libertades democr¨¢ticas en la isla. Aznar fue acusado de entreguista y diversos medios de prensa, incluido este diario, publicaron documentos que mostraban que la posici¨®n espa?ola ¡°calcaba¡± y desarrollaba el grueso de las reivindicaciones que un enviado especial norteamericano, Stuart Eizenstat, hab¨ªa formulado en una gira por diversas capitales europeas en septiembre de 1996. Durante una r¨ªspida conferencia de prensa en Roma, Aznar neg¨® que su pol¨ªtica hacia la isla fuera ¡°dictada por EE UU¡± o respondiera a la ¡°devoluci¨®n de un favor¡± al exilio cubano por, supuestamente, haberle prestado apoyo financiero para su campa?a electoral. Pese a las cr¨ªticas y las denuncias, Aznar logr¨® que la famosa Posici¨®n Com¨²n Europea hacia Cuba saliese adelante con el apoyo de los 15 pa¨ªses que entonces integraban la UE.
De ah¨ª los actuales truenos. El Gobierno de Fidel Castro jam¨¢s acept¨® la Posici¨®n Com¨²n de la UE por considerarla punta de lanza de su hist¨®rico enemigo ¡°imperialista¡±. Como por supuesto La Habana ni cambi¨® su pol¨ªtica de no reconocimiento y persecuci¨®n de la disidencia, ni permiti¨® el pluripartidismo, ni foment¨® las libertades econ¨®micas que le exig¨ªan, las relaciones bilaterales Cuba-UE se enquistaron y llegaron a un punto muerto. Pero con una diferencia importante: desde 1996, la iniciativa de las relaciones con Cuba ya nunca m¨¢s ser¨ªa de Espa?a, pues Aznar puso en manos de los Quince ¡ªhoy Veintiocho, y por lo tanto todav¨ªa m¨¢s complicado cualquier consenso¡ª cualquier posible cambio de rumbo hacia un pa¨ªs que antes nadie en Europa discut¨ªa que era ¡°¨¢rea de influencia¡± espa?ola, como el ?frica franc¨®fona de Par¨ªs.
As¨ª las cosas, apoyadas sobre arenas movedizas, durante los ¨²ltimos 18 a?os las relaciones Cuba-UE sufrieron vaivenes diversos, muchas veces tormentas y hasta huracanes, y en algunas ocasiones ¡ªpocas¡ª con peque?as treguas y hasta t¨ªmidos momentos de acercamiento. La UE lleg¨® a abrir una oficina diplom¨¢tica en La Habana ¡ªeso s¨ª, sin rango de embajada¡ª que durante a?os ha distribuido decenas de millones de euros en ayuda de emergencia y para al desarrollo, pero siempre la Posici¨®n Com¨²n fue una espina atragantada en la garganta de La Habana.
El gran cicl¨®n lleg¨® en el a?o 2003, cuando como respuesta al encarcelamiento de 75 disidentes y el fusilamiento de tres secuestradores de una lancha de pasajeros, la UE adopt¨® una serie de sanciones diplom¨¢ticas contra el r¨¦gimen de Fidel Castro. La que m¨¢s irrit¨® a La Habana fue la decisi¨®n de invitar a los opositores y activistas de los derechos humanos a las recepciones diplom¨¢ticas de las embajadas europeas realizadas con motivo de sus fiestas nacionales.
Cuba respondi¨® a las bravas, como en un cuartel: embajada que cumpl¨ªa la orden de invitar a bebida y piscolabis a los disidentes, autom¨¢ticamente quedaba congelada. Congelada significaba eso mismo: ni una invitaci¨®n oficial, cero interlocuci¨®n con las autoridades, etc¨¦tera. Empez¨® la llamada Guerra del Canap¨¦, y los diplom¨¢ticos perjudicados fueron bautizados como los ¡°embajadores Findus¡±, pues nadie oficial ni semioficialmente les dirig¨ªa la palabra ni les contestaba el tel¨¦fono.
El pulso se mantuvo cierto tiempo, hasta que lleg¨® al Gobierno de Espa?a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y su ministro de Exteriores Miguel Angel Moratinos, que desde el principio sostuvo que esa pol¨ªtica era insostenible y que hab¨ªa que recuperar la interlocuci¨®n con Cuba. Espa?a dej¨® de invitar a la disidencia y a remolque lo hicieron otros pa¨ªses europeos, y de este modo se desbloque¨® la situaci¨®n. Luego vino la enfermedad de Fidel Castro, la liberaci¨®n de los presos del Grupo de los 75 por Ra¨²l Castro y las medidas de liberalizaci¨®n econ¨®mica y migratoria.
Moratinos trat¨® de acabar con la Posici¨®n Com¨²n, convertida en escollo para cualquier avance bilateral, pero no lo consigui¨® por la oposici¨®n de los pa¨ªses m¨¢s duros. Hoy, algunas naciones que antes se opon¨ªan a cualquier flexibilizaci¨®n, como Holanda, abogan por un cambio en la pol¨ªtica europea hacia Cuba. Es cierto que en medio siglo el embargo norteamericano no ha logrado cambiar el statu quo en Cuba. Tampoco la Posici¨®n Com¨²n que ahora muchos quieren revisar.
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