Primera Dama o Presidenta
Alan Garc¨ªa, presidente de Per¨² en dos ocasiones y con voluntad reincidente, posee el don de la ingeniosidad verbal. En 2011 dio con una f¨®rmula que ha hecho fortuna al bautizar como reelecci¨®n conyugal el posible inter¨¦s de Nadine Heredia, esposa del presidente Humala, en suceder a este en Palacio Pizarro, y que parece expresarse en su absorbente presencia en la pol¨ªtica nacional. La Primera Dama ha desmentido rotundamente que pensara ser candidata en 2016, entre otras cosas porque la constituci¨®n proh¨ªbe la consanguinidad sucesoria, pero eso no obsta para que la bola - como se llama en Per¨² a cualquier especie que corra como la p¨®lvora- haya rodado por los mentideros de la que fue engalanada corte virreinal de Lima.
Y si las entradas y salidas de palacio de la se?ora Humala fueran solo una leyenda urbana, el asunto no requerir¨ªa mayor atenci¨®n, pero a su intervencionismo diletante se atribuye haber acortado de manera radical la vida de la que se ha convertido en una de las grandes profesiones de riesgo del Per¨²: la jefatura de Gobierno o en la parla local, el premierato. A mitad de periodo Humala ya va por su quinto primer ministro, Ren¨¦ Cornejo, que recib¨ªa la confianza de la c¨¢mara el pasado 17 de marzo apenas en una segunda votaci¨®n. Por orden de aparici¨®n ante los micr¨®fonos le antecedieron en el cargo Oscar Valdez, Salom¨®n Lerner, ambos con ministerios que no pasaron de cuatro meses, Juan Jim¨¦nez, 15 meses, y C¨¦sar Villanueva, nombrado a fin de octubre de 2013. Y esa formidable atrici¨®n de gobernantes se atribuye urbi et orbi a la ¡°intromisi¨®n¡± de la se?ora presidenta.
?Qui¨¦n es esa Primera Dama a la que no le basta cortar crisantemos y socorrer al necesitado?
Cuando el expresidente Garc¨ªa P¨¦rez (1985-90 y 2006-11) atinaba con su ocurrencia, Vargas Llosa le¨ªa m¨¢s all¨¢ de sus palabras atribuy¨¦ndole miedo ¡°a la popularidad de Nadine Heredia, que le hab¨ªa desquiciado poniendo en peligro su candidatura¡±. Pero era el propio Humala quien daba p¨¢bulo a todas las conjeturas homologando las inclinaciones de su se?ora al decir que era ¡°mejor gobernar como familia, que hacerlo solo¡±. Y cuando el mal ya estaba hecho a?ad¨ªa un tanto incoherentemente: ¡°No hay poderes paralelos¡±. Los cr¨ªticos asent¨ªan porque ese poder no solo no era paralelo, sino que estaba dentro de casa.
Luis Esteban Gonz¨¢lez Manrique, historiador peruano que trabaja en Madrid, le hac¨ªa a esta publicaci¨®n un retrato halagador, pero sincero: ¡°Es muy inteligente, bien formada acad¨¦micamente y con un gran encanto personal. Incluso parece que tiene m¨¢s confianza en s¨ª misma que el propio Ollanta, que, para darle un papel pol¨ªtico aut¨®nomo, la ha nombrado presidenta del Partido Nacionalista Peruano, que ambos fundaron¡±. Y la profesora Gloria Tovar aclaraba que ese papel le correspond¨ªa de pleno derecho puesto que ¡°tiene un recorrido pol¨ªtico propio, central en la construcci¨®n del proyecto y juega un doble rol: como presidenta del partido de Gobierno tiene aspiraciones l¨®gicamente pol¨ªticas, y como pareja del presidente, relaci¨®n directa con el Ejecutivo, sobre el que ejerce una evidente influencia¡±. Pero Tovar no niega que ¡°su participaci¨®n en las decisiones gubernamentales, si se da, supone una ruptura institucional¡±. Los encuestados para este texto, negaban, en general, que en Per¨² hubiera dos presidentes, aunque dir¨ªase que lo hac¨ªan ateni¨¦ndose m¨¢s a la letra que al esp¨ªritu de las cosas: Alejo Mir¨®-Quesada, exdirector de El Comercio y uno de los periodistas m¨¢s influyentes del pa¨ªs, era tajante: ¡°Las constantes injerencias de Nadie Heredia de Humala en el gobierno del Per¨² son una excelente raz¨®n para que la oposici¨®n le diga al Ejecutivo que debe poner orden en la casa¡±. Pese a lo que no dejaba de calificarla de ¡°animal pol¨ªtico, con ambici¨®n, carisma y llegada popular, lo que hace comprensible que el Partido vea en ella a una pr¨®xima candidata¡±. Para ello har¨ªa falta, sin embargo, una reforma constitucional o que en su defecto dejara de ser Heredia de Humala, que se divorciara, como se ha dicho que pod¨ªa ocurrir en los mentideros lime?os.
El exministro de Asuntos Exteriores Jos¨¦ Antonio Garc¨ªa Bela¨²nde ve¨ªa en toda esta novela entre rosa y rojo chill¨®n un efecto negativo para la siempre Primera Dama: ¡°Su sobre-exposici¨®n ha hecho que la opini¨®n se fatigara de ella. Y si antes era un activo del presidente, ahora comienza a ser un lastre¡±. Mario Cortijo, periodista de El Comercio, recordaba una reciente encuesta del propio peri¨®dico en la que ¡°cay¨® 13 puntos, del 40% al 27%. Y en el mismo sondeo el 69% prefer¨ªa que Humala gobernara solo mientras que ¨²nicamente un 25% se decantaba porque lo hiciera con su esposa¡±. La explicaci¨®n de todo ello, seg¨²n Mir¨®-Quesada, era que ¡°la ciudadan¨ªa no ha aceptado como justificaci¨®n (de su intervencionismo) que fuese nombrada presidenta del Partido¡±. Garc¨ªa Bela¨²nde recordaba muy atinadamente una definici¨®n del conocido analista de La Rep¨²blica, Mirko Lauer, sobre el papel de la se?ora: ¡°El ejercicio del poder en Per¨² es como un juego de ajedrez, donde la Dama tiene una gran versatilidad de movimientos, pero lo suyo es proteger al Rey¡±. Y el exministro conclu¨ªa diciendo a esta publicaci¨®n que ¡°no se trata de dos presidencias¡±.
Pero esa influencia, que nadie niega, ?c¨®mo se relaciona con el poder de los altos funcionarios del Gobierno?
El historiador Gonz¨¢lez Manrique cree que ¡°existe un triunvirato que (Heredia) comparte con el ministro de Econom¨ªa Luis Miguel Castilla y el presidente, hasta el punto de que en una ocasi¨®n a la se?ora Humala se le oy¨® hablar de ¡°sus ministros¡±, y Oscar Valdez declar¨® en su d¨ªa (Infolatam) que tuvo que ¡°prohibir a los miembros de su Gabinete que entraran en el despacho de Nadine (situado en la propia sede presidencial)¡±, no hace falta decir por qu¨¦. Otra versi¨®n, aun menos caritativa de ese tri¨¢ngulo escaleno, de lados de longitud desigual, convierte a Humala en notario, el que da fe y promulga las decisiones que conciben Nadine Heredia y el super-ministro Castilla.
La fragilidad de los equipos gobernantes tiene en Per¨² or¨ªgenes bien conocidos. Como subraya el publicista Jos¨¦ Luis Sard¨®n en El Comercio (27, 2,14) ¡°el presidente de la Rep¨²blica es siempre jefe del Estado y del Gobierno¡±, de forma que el que asume la direcci¨®n del Gabinete no pasa de ser un primus inter partes, como aquel Walpole que en el siglo XVIII en Inglaterra recibi¨® el t¨ªtulo de First Minister; denominaci¨®n que solo con el tiempo lleg¨® a ser Prime Minister. Y esa debilidad de las instituciones tiene una base muy social. Como dijo Gonz¨¢lez Manrique ¡°los partidos no existen en Per¨² como en Europa. Son poco m¨¢s que clubes de amigos¡±, con lo que queda desdibujada la figura del primer servidor p¨²blico y medran francotiradores externos, sobre todo si comparten alcoba con el jefe del Estado. El Per¨² es un pa¨ªs muy presidencialista y ¡°por eso los primeros ministros son b¨¢sicamente fusibles del presidente. Lo que ocurre es que Ollanta est¨¢ abusando de ese recurso y los ha elegido con poco tino¡±, afirmaba Gonz¨¢lez Manrique. Tan poco, que el pen¨²ltimo, C¨¦sar Villanueva, ¡°le ha sali¨® respond¨®n con sus continuas quejas sobre interferencias de Nadine en sus funciones¡±. Villanueva dijo que se estudiaba un aumento del salario m¨ªnimo poco despu¨¦s de que se hubiera doblado el sueldo a ministros y altos funcionarios, y tanto la esposa presidencial como el ministro incombustible (Castilla) le desmintieron p¨²blicamente. Augusto ?lvarez Rodrich escrib¨ªa en La Rep¨²blica que con eso la ¡®presidenta¡¯ ¡°le regala munici¨®n a sus oponentes y le jala la alfombra al nuevo premier¡±. Y, como acotaba Garc¨ªa Belaunde, en Per¨² puede cambiar el jefe de gobierno sin que necesariamente cambie el equipo ministerial. Es un panorama en el que ¡°no se consolidan partidos que trasciendan a sus l¨ªderes; se crean movimientos que se aglutinan en torno a un objetivo: ganar las elecciones. Y as¨ª constituir un Ejecutivo fuerte e integrado, con una l¨ªnea clara y un apoyo sostenido, resulta muy dif¨ªcil¡±, resume la profesora Tovar Gil. En vez de un primer ministro el presidente lo que elige es un pararrayos para su uso particular.
Ollanta Humala ha dado, aparte de la omnipresencia de su se?ora, alguna sorpresa en el desempe?o de su alta magistratura. Su padre, Isaac Humala, fue gu¨ªa pol¨ªtico de Mario Vargas Llosa cuando este militaba en una c¨¦lula comunista, como el propio escritor confirmaba en El pez en el agua, y era un personaje de Conversaciones en la catedral; se dice descendiente de los panacas, realeza quechua del imperio incaico, casta que tuvo un enorme relieve ¨Ccomo detalla Gonz¨¢lez Esteban en una de sus obras- durante la colonia por los privilegios nobiliarios que les reconoci¨® la metr¨®poli. Con semejante pedigr¨ª se le pod¨ªa anticipar alguna emulsi¨®n bolivariana e incluso vinculaci¨®n con el altiplano de Evo Morales. Indigenismo pol¨ªtico. Pero, muy al contrario, el presidente ha hecho una pol¨ªtica amable con Occidente; cuando ha tenido que proferir ruidos ideol¨®gicos el brasile?o Lula le habr¨ªa dado su m¨¢s cara enhorabuena; y, posiblemente parapetado en unas estupendas macrocifras de crecimiento, que pese a ello, tardan en colarse hacia abajo, el culto bolivariano no es comparable al de Venezuela o Ecuador.
Seg¨²n el historiador peruano, ¡°Ollanta nunca tuvo una ideolog¨ªa muy definida. Y se dio cuenta de que, tras su propia derrota ante Alan Garc¨ªa en 2006, el chavismo no ten¨ªa futuro en Per¨²¡± y, como a?ad¨ªa Cortijo, ¡°se nota que le cuesta condenar a sus antiguos cofrades (Maduro, Correa, Morales), pero su pol¨ªtica de apertura econ¨®mica evidentemente no cuenta con la bendici¨®n de los l¨ªderes bolivarianos¡±. Garc¨ªa Bela¨²nde coincid¨ªa en que ¡°alg¨²n reconocimiento debe guardarle por el apoyo brindado por Ch¨¢vez en 2006, y por eso insiste tanto en la doctrina de no intervenci¨®n en los asuntos de otro pa¨ªs, pero ah¨ª acaba la afinidad. Tanto el chavismo como el kirchnerismo est¨¢n muy devaluados en la regi¨®n, salvo para los dinosaurios de la izquierda setentona¡±.
Garc¨ªa P¨¦rez, inagotable proveedor de s¨¢tira, suger¨ªa el pasado 23 de marzo que lo que hab¨ªa que hacer era ¡°desnadinizar¡± el pa¨ªs, a lo que la ministra Ana Jara respond¨ªa con la premura del m¨¢s disciplinado oficialismo que mas bien conven¨ªa ¡°desalanizarlo¡±. Si Churchill dec¨ªa que los Balcanes produc¨ªan m¨¢s historia de la que eran capaces de consumir, Per¨² fabrica toda la pol¨ªtica que su pueblo es capaz de asimilar y la clase pol¨ªtica peruana padece o se ufana de una antropofagia que ha encontrado su ¨²ltima gran obra de demolici¨®n en la ¡°pareja presidencial¡±. Dos presidentes, se dice, por el precio de uno.
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