As¨ª act¨²an los ¡®lobbies¡¯ en la UE
Mientras la indiferencia ciudadana crece, hay sectores que no permanecen impasibles Grupos como la industria tabaquera, las tecnol¨®gicas o las empresas de energ¨ªa quieren influir
Desembarco tabacalero en Europa
La redacci¨®n y posterior aprobaci¨®n de la directiva del tabaco, en febrero pasado, hizo retumbar todos los tambores de los 97 lobbies de la industria en Bruselas, que no escatimaron recursos en el intento de acomodar el texto final a sus intereses privados. Hasta 200 personas desembarcaron en la capital comunitaria bajo la batuta de las tres grandes del sector ¡ªPhilip Morris, British American Tobacco y Japan Tobacco¡ª en una operaci¨®n a la que destinaron m¨¢s de tres millones de euros y que dividieron en dos fases: primero, persuadir a la Comisi¨®n Europea, y segundo, intentar convencer a los eurodiputados y a los Gobiernos nacionales. Los representantes del sector tabaquero de todos los Estados miembros coparon los hoteles de la capital belga durante semanas con un objetivo ¨²nico: que la norma que saliera de las instituciones comunitarias fuese lo menos da?ina posible para sus cuentas de resultados.
La cabeza visible de la industria tabaquera espa?ola es Juan P¨¢ramo, portavoz de la Mesa del Tabaco ¡ªla organizaci¨®n que re¨²ne a todos los agentes del sector¡ª. Admite haberse reunido "en varias ocasiones" con eurodiputados de su misma nacionalidad para explicarles el impacto que la directiva, en aquel momento a¨²n en ciernes, tendr¨ªa sobre un sector "clave" para Espa?a. La presi¨®n de la industria tabaquera europea, de la que ¨¦l es un destacado miembro, ten¨ªa un primer objetivo: convencer a los 71 miembros de la comisi¨®n de Medio Ambiente, Salud P¨²blica y Alimentaria de que deb¨ªan dar el primer visto bueno a la propuesta legislativa del Ejecutivo comunitario.
"Los lobbies no son como los pintan en las pel¨ªculas pero hay que tener cuidado con sus estrategias". El veterano eurodiputado socialista Andr¨¦s Perell¨®, miembro de este grupo de trabajo, afirma estar acostumbrado a lidiar con fabricantes de autom¨®viles, carburantes o medicamentos ¡ªbienes, todos ellos, fuertemente expuestos a cambios regulatorios¡ª pero no recuerda ninguna industria que le haya sometido al nivel de presi¨®n de la tabaquera. Se muestra comprensivo con el trabajo de los lobbies siempre y cuando se avengan a un c¨®digo de conducta "adecuado" y rechaza de pleno algunas de sus maniobras. "Estamos dispuestos a dialogar siempre que no nos veamos presionados por nadie", afirma. Su m¨¢xima cada vez que un lobbista le visita en su despacho es ser "totalmente transparente" y uno de sus asistentes toma nota de todo lo tratado en la reuni¨®n. "Para que conste", remarca.
"La presi¨®n consiste en visitas al despacho en tono muy cordial y en absoluto amenazante", sugiere otro eurodiputado, que reconoce haber recibido "muchas presiones". Todas fueron en vano: no le afectaron a la hora de emitir su voto. "No es plato de buen gusto pero todas las acciones fueron legales", a?ade. En esta ronda de presi¨®n comunitaria tambi¨¦n entran en juego las tres mayores asociaciones europeas de fabricantes (Ceccm, ECMA y ESTA), que act¨²an a trav¨¦s de influyentes asesores y consultores que conocen de cerca el entorno del Ejecutivo comunitario ¡ªel encargado de redactar la propuesta legislativa¡ª.
Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de la influencia por los cauces ordinarios, el mapa de las presiones de un mercado oligopol¨ªstico tan importante como el del tabaco conlleva todo tipo de intrigas y movimientos entre bambalinas. Un documento confidencial publicado en septiembre por The Guardian revela c¨®mo el l¨ªder del sector por facturaci¨®n, Philip Morris, estableci¨® un costoso entramado para convencer a eurodiputados y funcionarios europeos que inclu¨ªa listados sobre la facilidad de persuasi¨®n de los 766 miembros de la Euroc¨¢mara. "Fue algo asqueroso", apunta una alta fuente parlamentaria.
En un tablero tan sensible como la regulaci¨®n del tabaco, en el que est¨¢ en juego la salud de 510 millones de europeos, las asociaciones de sanitarios act¨²an con voz propia en forma de contralobby. "Frente a la tremenda presi¨®n de las tabacaleras, los sanitarios hemos tenido que hacer algo a lo que no estamos acostumbrados: lobby por la salud p¨²blica", concluye Francisco Rodr¨ªguez, presidente del Comit¨¦ Nacional para la Prevenci¨®n del Tabaquismo y conocedor de primera mano de las negociaciones previas a la aprobaci¨®n de una directiva, la del tabaco, que ¡ªal menos formalmente¡ª no logr¨® contentar a ninguno de los agentes implicados. Ignacio Fariza (El Pa¨ªs).
El?¡®lobby¡¯ diplom¨¢tico en Bruselas
?tienne Ranaivoson es un diplom¨¢tico con una tarea algo peculiar. Dentro de la Representaci¨®n Permanente de Francia en Bruselas, est¨¢ encargado de seguir los menores gestos y actuaciones de los eurodiputados. Cada mes, este joven alto funcionario acude sin faltar a la sesi¨®n plenaria de Estrasburgo. Tambi¨¦n conoce todos los rincones de la sede de la instituci¨®n en Bruselas, donde se realiza a diario la parte fundamental del trabajo parlamentario.
D¨ªa a d¨ªa y sesi¨®n a sesi¨®n, Ranaivoson no es el ¨²nico que moviliza sus contactos para ejercer influencia en esta o aquella ley. En los pasillos del Parlamento se cruza a menudo con sus hom¨®logos brit¨¢nicos y alemanes, y algo menos con los italianos y los espa?oles. "Desde hace dos legislaturas, las grandes embajadas, que est¨¢n en contacto con unas delegaciones nacionales numerosas en el Parlamento, hacen todo lo posible para dar a conocer sus argumentos", afirma Florent Saint Martin, profesor asociado en Sciences Po y antiguo ayudante de la eurodiputada francesa Corinne Lepage, a la que dej¨® para fundar su propio gabinete dedicado a hacer labor de lobby.
Por parte de Francia, sobre cada tema, los eurodiputados reciben una nota detallada de la Secretar¨ªa General de Asuntos Europeos, la estructura intergubernamental con sede en Par¨ªs, encargada de establecer las posturas francesas. Asimismo tienen frecuentes ocasiones de encontrarse con el ministro de Asuntos Europeos, una de cuyas principales funciones es precisamente servir de enlace con el Parlamento. "M¨¢s que de dar consignas de voto, se trata de ofrecer explicaciones sobre los textos que se van a votar y proporcionar argumentos en defensa de los intereses franceses", observa Jean-Paul Gauzes, eurodiputado de la UMP y especialista en cuestiones financieras. En su opini¨®n, los Estados "ejercen una presi¨®n comparable a la de los bancos y las compa?¨ªas de seguros".
La intervenci¨®n de los diplom¨¢ticos en las disputas parlamentarias se ha acentuado con el fortalecimiento del Parlamento Europeo, que ha adquirido nuevos poderes de decisi¨®n frente al Consejo en ¨¢mbitos tan variados como el medio ambiente, el transporte y, desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, la agricultura, la pesca y el presupuesto europeo. La situaci¨®n se ha agudizado adem¨¢s en paralelo a la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea desde 2004. "Con 28, es mucho m¨¢s dif¨ªcil construir mayor¨ªas o minor¨ªas de bloqueo que con seis, 12 o 15 Estados; por eso ahora es posible hablar con los eurodiputados para que se opongan, o enmendar un texto que se considera que va en contra de nuestros intereses", explica Alexis Dutertre, representante permanente adjunto de Francia ante la UE.
Dutertre exige a todos sus colaboradores "que pasen la mitad de su tiempo en el Parlamento Europeo, tanto como en el Consejo", el enclave habitual de las negociaciones entre los Estados. "No hay que conformarse con conocer m¨¢s que a los diputados franceses y sus ayudantes", dice. ?l guarda un recuerdo personal y emocionado de las negociaciones sobre la directiva de servicios, la famosa directiva Bolkestein, en 2005. Francia y Alemania se apoyaron en el Parlamento Europeo para lograr que volviera a redactarse el controvertido proyecto. Y en el transcurso de las negociaciones, Alexis Dutertre forj¨® lazos con diputados alemanes y brit¨¢nicos que a¨²n hoy le son ¨²tiles.
Sin embargo, el don de gentes de los diplom¨¢ticos franceses corre peligro de sufrir las consecuencias de las elecciones europeas en caso de una avalancha del Frente Nacional. "Una gran delegaci¨®n del FN ser¨¢ un problema enorme: o se ausentar¨¢n, o ser¨¢n incontrolables", predice el polit¨®logo Olivier Costa, director de estudios pol¨ªticos en el Colegio de Europa en Brujas. A su juicio, Francia va a aproximarse al Reino Unido, que se ve obligado a lograr acuerdos en el Parlamento con unos diputados nacionales en muchos casos euroesc¨¦pticos. "Si el FN obtiene 20 esca?os, no nos quedar¨¢n m¨¢s que alrededor de 50 diputados ¨²tiles", asegura un responsable franc¨¦s: "en t¨¦rminos num¨¦ricos, eso nos colocar¨¢ a la altura de pa¨ªses con la poblaci¨®n de Espa?a o Polonia". Philippe Ricard (Le Monde).
Las presiones de los consumidores
Cuando se aprob¨® en Bruselas la decisi¨®n de eliminar la tarifa de itinerancia en los tel¨¦fonos m¨®viles, el lobby de las compa?¨ªas de telecomunicaci¨®n acus¨® a la UE de "tener demasiado en cuenta los intereses de los ciudadanos y nada los de las empresas del sector, que viven tiempos dif¨ªciles". No hubo comentarios en las altas instancias del Ejecutivo europeo, que consider¨® que no conven¨ªa abrir pol¨¦micas. En su lugar habl¨® la Oficina Europea de Uniones de Consumidores (Bureau Europ¨¦en des Unions des Consommateurs, BEUC en franc¨¦s), una entidad que es casi un monopolio, amada y odiada por igual, en un caso porque es la ¨²nica voz que realmente se hace o¨ªr y en el otro porque sus relaciones econ¨®micas con la Comisi¨®n rayan lo incestuoso.
"S¨ª, es verdad, la UE paga el 41% de nuestro presupuesto, pero lo registramos con total transparencia en nuestros documentos", reconoce Johannes Kleis, portavoz del BEUC (que da trabajo a 35 empleados). La labor cotidiana de su equipo consiste en presionar a los funcionarios europeos, y por tanto a los parlamentarios y los Gobiernos, para que las decisiones comunitarias tengan en cuenta las exigencias de los ciudadanos. Eso quiere decir, explica Kleis, seguir de cerca un amplio abanico de asuntos en diversas direcciones y comisiones, puesto que la mayor parte de los temas legislativos europeos puede acabar teniendo repercusiones para la vida de los europeos.
En la pr¨¢ctica, no existe una pol¨ªtica ¨²nica para la defensa de los consumidores. A menudo, Bruselas ha agitado un arma cargada con salvas, y adem¨¢s los Estados no le han proporcionado los instrumentos para intervenir. Si un operador tur¨ªstico enga?a a alguien, la UE puede hacer poca cosa, porque la responsabilidad de actuar es sobre todo de las autoridades nacionales. Se organizan campa?as de sensibilizaci¨®n, pero la idea de una oficina con 12 estrellas, que es la que propugnan los ciudadanos para que les defienda, no ha acabado nunca de despegar. El responsable en la UE es un croata al que se ha visto poco hasta el momento y al que ahora se ve todav¨ªa menos: 10 meses despu¨¦s de haber sido designado, ha dejado el cargo para ser candidato a un puesto de eurodiputado.
Para ocuparse de todo est¨¢ el BEUC. O eso esperan al menos sus jefes, que, a diferencia de muchos otros observadores, sostienen que "la UE hace mucho por los consumidores". Mencionan, con raz¨®n, los debates sobre la itinerancia, (roaming), los derechos de los pasajeros y las informaciones sobre alimentos. A pesar de que, en las discusiones sobre el "made in" ¡ªel certificado de origen para los productos no alimentarios de terceros pa¨ªses¡ª, una fuente de Eurobusiness (la organizaci¨®n empresarial europea) recuerda que el BEUC, al principio, ten¨ªa tantas dudas como la Comisi¨®n y los pa¨ªses n¨®rdicos: "Despu¨¦s cambiaron de idea, como casi todos".
Kleis asegura que su tarea es "servir de contrapeso al lobby empresarial". Casi como un David contra Goliat, visto el dinero de que dispone cada bando. Los representantes de las multinacionales qu¨ªmicas o de las telecomunicaciones, por poner dos ejemplos, llevan a cabo un trabajo de lobby asombroso. Por no hablar de los bancos. "Una cosa que lamento" ¡ªdice el hombre del BEUC¡ª "es que hace muy poco que se ha empezado a pensar en los consumidores al debatir los temas de servicios financieros. Durante a?os no se ten¨ªa en cuenta m¨¢s que a los intermediarios y la banca". Queda mucho para alcanzar la meta. Ahora, la Oficina est¨¢ trabajando para que la UE ponga en marcha un mecanismo que ayude a sacar del mercado los productos financieros peligrosos para los ahorradores. Hoy, si algo va mal, intervienen las autoridades nacionales. "No es suficiente", precisa Kleis, "porque el mercado es global". Una cuesti¨®n complicada. Y cuando el principal interlocutor, es decir, la Uni¨®n Europea, es tambi¨¦n el financiador, la cosa puede no ser buena. Marco Zatterin (La Stampa).
La cara de Facebook
Si alguien en Bruselas ha puesto rostro a una entidad que destila intriga llamada ¡°lobby estadounidense¡±, esa es Erika Mann. Durante 15 a?os, de 1994 a 2009, esta alemana titulada en pedagog¨ªa ha ocupado un esca?o en el Parlamento Europeo como diputada de los socialdem¨®cratas alemanes. Luego cambi¨® de bando (seg¨²n las malas lenguas, de forma definitiva) y se convirti¨® en lo que oficialmente se conoce como la ¡°persona encargada de manera permanente de las relaciones con la UE¡± de Facebook, una de las mayores empresas de Internet estadounidenses que operan en todo el mundo.
De acuerdo con los ¨²ltimos datos disponibles, Facebook pretende que los gastos que ha supuesto el trabajo de cabildeo pol¨ªtico realizado en Bruselas en el a?o 2012 no han llegado al medio mill¨®n de euros. En cualquier caso, as¨ª consta en el registro oficial de lobbies de la UE. Esto resulta sorprendente al menos por dos motivos. Primero, porque Facebook gasta en EE UU much¨ªsimo m¨¢s en presi¨®n pol¨ªtica. Seg¨²n el mucho m¨¢s pormenorizado Registro de Transparencia de la C¨¢mara de Representantes de EE UU, solo en el primer trimestre de 2014 Facebook invirti¨® cerca de 2,8 millones de d¨®lares (2,02 millones de euros) en ejercer influencia pol¨ªtica en Washington DC. Y segundo, porque en el a?o 2012 es cuando se puso realmente en marcha el debate en torno a un proyecto legislativo de importancia fundamental para una empresa que trabaja con informaci¨®n como es Facebook. Ese proyecto no es otro que el futuro reglamento b¨¢sico sobre protecci¨®n de datos que deber¨¢ reemplazar, a m¨¢s tardar el a?o pr¨®ximo, las normas actualmente en vigor en toda la Uni¨®n Europea.
No es casual que en el marco de estos debates haya dado la impresi¨®n de que son sobre todo las empresas estadounidenses las que tratan de ejercer su influencia. En el sector de la gesti¨®n de datos, siguen llevando la voz cantante empresas de Silicon Valley como Facebook, Google o Microsoft. Raramente aparecen como empresas individuales, sino que suelen presentarse como alianzas empresariales. Adem¨¢s, tienen la suficiente potencia financiera como para permitirse los mejores abogados que diseccionan al mil¨ªmetro en Bruselas el efecto de los proyectos legislativos. El ponente encargado de la reforma de la protecci¨®n de datos en el Parlamento Europeo, el verde alem¨¢n Jan-Philipp Albrecht, calcula que m¨¢s de la mitad de las empresas que le han consultado ten¨ªan un trasfondo estadounidense. Otros diputados han hablado tambi¨¦n de una presi¨®n nunca vista. La plataforma de Internet LobbyPlag caus¨® un gran revuelo al demostrar que una serie de eurodiputados no se hab¨ªan limitado a buscar inspiraci¨®n en las empresas estadounidenses a la hora de proponer enmiendas, sino que hab¨ªa pasajes de texto enteros que proced¨ªan de modelos redactados por cabilderos estadounidenses.
Saber de qui¨¦n se trata en cada caso concreto no siempre resulta tan f¨¢cil de desentra?ar como en un chat de Facebook. El motivo: no todos los contendientes se lanzan a la batalla del cabildeo con la visera del casco levantada, sino que env¨ªan ¡°sugerencias¡± en papeles sin membrete. En cualquier caso, no se puede acusar de secreteo a Erika Mann. Esta representante de Facebook de 63 a?os de edad ha estado presente en los debates de forma claramente identificable, unas veces en el estrado y otras entre el p¨²blico de incontables foros de debate convocados en Bruselas en torno al tema de la futura protecci¨®n de datos. Tambi¨¦n se ha dejado ver con frecuencia en las comparecencias del Parlamento Europeo. ?Qu¨¦ alcance ha tenido su aportaci¨®n personal a los compromisos adoptados por los diputados a principios de a?o? Es dif¨ªcil precisarlo. Solo hay una cosa clara: a Mann todav¨ªa le queda mucho trabajo por delante. Porque los Gobiernos de los 28 Estados miembros todav¨ªa no se han posicionado en lo que respecta a la propuesta de reforma; solo cuando se hayan puesto de acuerdo sobre la adopci¨®n de un criterio com¨²n podr¨¢n comenzar las negociaciones definitivas con los parlamentarios. Pero existen serias dudas de que eso llegue a ocurrir este a?o. Pero una cosa est¨¢ clara: cuanto m¨¢s tiempo duren las deliberaciones, m¨¢s tiempo tendr¨¢n los grupos de presi¨®n para influir en el reglamento. Porque con la protecci¨®n de datos ocurre como con todo en Bruselas: ¡°Nothing is approved until everything is approved¡±. Nada est¨¢ aprobado hasta que todo est¨¢ aprobado. Javier Caceres?(S¨¹ddeutsche Zeitung).
Los grupos de presi¨®n polacos
Los perros viejos lo saben: los grupos solo pueden ejercer una buena presi¨®n en Bruselas despu¨¦s de una d¨¦cada de presencia constante. Algunas empresas polacas empiezan a cruzar ahora esta frontera.
Otras empresas, regiones, e incluso sectores enteros a¨²n no se han dado cuenta de que deben fomentar su influencia en la capital europea.
La presi¨®n de los grupos de poder en Bruselas es un punto clave a la hora de establecer las leyes, m¨¢s crucial a¨²n que en Varsovia o Berl¨ªn. Aqu¨ª entran en juego los intereses de decenas de jugadores de diferentes partes del continente. Es f¨¢cil no ser tomado en cuenta.
Hace varios a?os, cuando Polonia se estaba preparando para entrar en la Uni¨®n Europea, la legislaci¨®n de Europa se aceptaba sin discusi¨®n, porque dicha adaptaci¨®n se traduc¨ªa en un salto hacia adelante. Sin embargo, cada pa¨ªs que entra en la Uni¨®n Europea debe cambiar r¨¢pidamente el chip de receptor y ejecutor ya que pasa a ser el co-creador de la legislaci¨®n europea. Es algo que suele resultar dif¨ªcil. "El problema consist¨ªa en que el proceso de integraci¨®n con la Uni¨®n Europea se nos mostraba como algo absolutamente positivo, y nosotros cre¨ªamos que as¨ª era. De ah¨ª ven¨ªa la conclusi¨®n de que todo lo que viene de Bruselas es bueno, por lo que no tiene sentido influir en estas decisiones", explica el eurodiputado de Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco), Konrad Szyma¨½ski. "Los primeros a?os despu¨¦s de la adhesi¨®n cambiaron r¨¢pidamente esta forma de pensar. Tuvimos que aprender a influir em las decisiones de Bruselas. Este proceso a¨²n no ha terminado", a?ade.
Naturalmente, en la escena europea, el Gobierno representa los intereses de Polonia. Los ministros, funcionarios y diplom¨¢ticos han aprendido a influir sobre las decisiones de la Uni¨®n en lo que se refiere a cuestiones de gran importancia. Tal vez una de las pruebas m¨¢s espectaculares de que Polonia est¨¢ empezando a ser un actor serio fue la creaci¨®n, en 2009, de la Asociaci¨®n Oriental. Dicho proyecto dej¨® mal sabor de boca en Francia y Espa?a, entre otros, para los que el centro de gravedad de la Uni¨®n Europea despu¨¦s de la ampliaci¨®n se hab¨ªa desplazado demasiado hacia el Este. No obstante, se recurri¨® a una especie de trueque. Polonia apoy¨® con entusiasmo la Uni¨®n por el Mediterr¨¢neo, que form¨® el presidente franc¨¦s Nicolas Sarkozy, haciendo hincapi¨¦ en que la Uni¨®n deb¨ªa ejercer m¨¢s influencia sobre los vecinos. M¨¢s tarde, Sarkozy no pudo negarse a apoyar un proyecto similar en el Este. Adem¨¢s, Polonia involucr¨® en la creaci¨®n de la Asociaci¨®n a Suecia, encabezada por su ministro de Relaciones Exteriores, Carl Bildt. Muchos en Europa llegaron a pensar incluso que se un¨ªa a la idea sueca. Varsovia se alegr¨® de ello, dado que las ideas que se conceb¨ªan en un pa¨ªs "viejo" de la UE resultaban para algunos m¨¢s f¨¢ciles de tragar.
La Uni¨®n, no obstante, no supone solamente los grandes proyectos pol¨ªticos, sino, sobre todo, cientos de leyes que tienen un impacto fundamental en los sectores, o bien en la econom¨ªa en su conjunto. Aqu¨ª el lobby polaco, en ocasiones, no se hace notar demasiado. "A menudo nuestros pol¨ªticos reaccionan demasiado tarde, cuando ya se ha determinado el marco principal de la decisi¨®n", se queja el eurodiputado Szyma¨½ski.
El problema muchas veces reside no tanto en el lado de las autoridades, sino en el lado de las partes interesadas, que no siguen las ideas de Bruselas de forma constante. Antes de que los diplom¨¢ticos de los Estados miembros se ocupen de una directiva o reglamento, hay una verdadera y oculta lucha interna. Los que luchan deben ser ¨¢giles antes que fuertes, y tambi¨¦n estar muy familiarizados con la situaci¨®n: el presentar sus argumentos a la persona adecuada y en el momento oportuno puede ser clave para obtener unos beneficios millonarios. "Para ejercer una presi¨®n eficaz, hay que tener experiencia, contactos y conocimientos sobre el propio proceso legislativo; por ejemplo, cuando la Comisi¨®n est¨¢ trabajando en un proyecto nuevo, yo me re¨²no y explico el por qu¨¦ en Polonia, o en nuestra regi¨®n; algunas cosas son diferentes y deben considerarse as¨ª. Ello fue especialmente importante en los primeros a?os tr¨¢s la adhesi¨®n, cuando la Comisi¨®n se basaba sobre todo en la experiencia de Europa Occidental", explica Tomasz Lachowicz, quien desde hace 12 a?os dirige la oficina en Bruselas de Ferrocarriles Nacionales Polacos (PKP por sus siglas en polaco).
Lo id¨®neo es presentar la causa ante la Comisi¨®n Europea antes de que el proyecto est¨¦ listo. Para cualquier cambio posterior hay que convencer mucho m¨¢s. Los argumentos deben ser muy sustanciales y lo suyo es que justifiquen la manera en que una determinada soluci¨®n podr¨ªa beneficiar a toda la Uni¨®n.
M¨¢s tarde, el Consejo, es decir, los representantes de los Estados miembros y el Parlamento Europeo, debate la ley. Las dos instituciones trabajan a la vez y, a continuaci¨®n, negocian entre ellas la versi¨®n com¨²n. Mientras que, dentro del Consejo, el campo de actuaci¨®n pertenece a los diplom¨¢ticos, el Parlamento es una verdadero terreno de juego para diversos grupos de inter¨¦s. Es aqu¨ª donde las grandes corporaciones, las peque?as empresas, las asociaciones sectoriales, por ejemplo de los distintos grupos profesionales, las regiones, e incluso las iglesias o los diplom¨¢ticos extranjeros ven su oportunidad de influir sobre la ley en cuesti¨®n. Aqu¨ª, m¨¢s que en la Comisi¨®n, todo depende de los contactos personales. Y funcionan mejor los argumentos que se refieren a los intereses propios de los pa¨ªses.
Los que son miembros de las comisiones que influyen sobre la legislaci¨®n en materia econ¨®mica se ven bombardeados por los grupos de presi¨®n. El eurodiputado Szyma¨½ski, que est¨¢ finalizando su mandato en la Comisi¨®n de Industria, Investigaci¨®n y Energ¨ªa, calcula que ha tenido cerca de 40 reuniones al a?o con representantes de diversas empresas y sectores. Este n¨²mero se refiere tan solo a los que estaban considerablemente bien preparados para el debate y quer¨ªan responder a las preguntas. Es imposible llevar la cuenta de todos los que llaman o env¨ªan sus puntos de vista.
Los representantes de las empresas y organizaciones polacas constituyen una peque?a parte de los grupos de presi¨®n. Dentro del registro de la UE de los grupos de presi¨®n (oficialmente, el Registro para la Transparencia) constan inscritas 6.587 personas y organizaciones. Los nombres que de alguna manera parecen polacos son unas pocas docenas. El registro, que es opcional, es solo la punta del iceberg. Se calcula que en Bruselas trabajan unos 30.000 grupos de presi¨®n.
Tan solo unas pocas grandes empresas y organizaciones polacas (PKP, Poczta Polska, Gaz System, PGNiG, confederaciones de empresarios, agricultores, abogados y consejeros jur¨ªdicos) y la mayor¨ªa de las regiones tienen representaci¨®n permanente en Bruselas. Entre las empresas alemanas hay varios centenares de representaciones de este tipo.
Es cierto que algunas empresas contratan bufetes de abogados o agencias de relaciones p¨²blicas. Las empresas polacas tambi¨¦n lo hacen, aunque m¨¢s bien para que estas se hagan cargo de un caso particular, y no para una colaboraci¨®n fija. "Las empresas polacas probablemente no est¨¦n listas para invertir grandes sumas de dinero en fomentar sus influencias en Bruselas y formar las pol¨ªticas futuras. Solo reaccionan cuando sucede algo", afirma Sylwia Staszak, directora de una de las mayores empresas de relaciones p¨²blicas, Burson-Marsteller. "No obstante, las empresas de Alemania, Francia y Estados Unidos no siempre est¨¢n mucho m¨¢s adelantadas en este aspecto. Especialmente en tiempos de crisis, es m¨¢s dif¨ªcil convencerles de que inviertan en algo que no traer¨¢ frutos hasta dentro de unos a?os", a?ade.
El lobby polaco en Bruselas, por lo general en cooperaci¨®n con el Gobierno polaco, registr¨® a lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada varios ¨¦xitos. En 2006, en todas las instituciones, con el Parlamento Europeo a la cabeza, se libr¨® una fuerte batalla por la directiva relativa a los servicios, que permite a las empresas prestar sus servicios en otros pa¨ªses de la UE. Fue entonces cuando se amenazaba con el "fontanero polaco". El debate involucr¨®, a favor y en contra de la directiva, a muchos actores polacos, desde los pol¨ªticos hasta los sindicatos y las empresas. Finalmente, a pesar de la resistencia de Europa Occidental, fue posible adoptar la directiva. En el Parlamento, abogaba por ella, entre otros, el "fontanero polaco" del cartel, es decir el modelo Piotr Adamski.
Ha habido tambi¨¦n situaciones en que se han echado en falta los grupos de presi¨®n. Cuando se decid¨ªa la suerte de los astilleros polacos, el Gobierno polaco trabaj¨® a favor de ellos en la Comisi¨®n, mientras que en los alrededores del edificio Berlaymont se congregaron en varias ocasiones los trabajadores de los astilleros, vestidos con la ropa de trabajo. Sin embargo, hac¨ªa falta un grupo de presi¨®n permanente. Del mismo modo, cuando en 2006 se adopt¨® el reglamento REACH sobre los productos qu¨ªmicos permitidos en Europa, la voz de las empresas polacas no se oy¨®. "Resultaba dif¨ªcil creer que, en una cuesti¨®n as¨ª, la parte polaca apenas participara", recuerda Sylwia Staszak.
Algunas empresas son de la opini¨®n de que para estar representadas en Bruselas, simplemente hace falta mostrarse activo dentro de la asociaci¨®n que representa al sector en cuesti¨®n. Dicha estrategia funciona siempre y cuando los intereses del sector en toda Europa sean similares. A veces, sin embargo, resultan ser opuestos. Cuando la Comisi¨®n propuso la liberalizaci¨®n de los servicios ferroviarios, para las ricas redes ferroviarias occidentales supuso la apertura de nuevos mercados, pero para PKP supuso m¨¢s bien una amenaza, y pod¨ªa salir perdiendo dentro de su ¨¢rea de influencia. "La Comisi¨®n propuso la liberalizaci¨®n para el a?o 2019; los ferrocarriles occidentales quer¨ªan que tuviera lugar incluso antes. Hemos conseguido excluir de este proceso una parte de las rutas, por lo que la plena liberalizaci¨®n no se llevar¨¢ a cabo hasta 2025", se?ala, satisfecho, el representante de PKP, Tomasz Lachowicz.
Los grupos de presi¨®n que trabajan en el Parlamento Europeo preparan habitualmente enmiendas concretas a la legislaci¨®n y solicitan a los eurodiputados que las presenten. Ha habido casos en que los eurodiputados s¨ª han respondido a dichas peticiones, pero sin molestarse siquiera en anotarlas en su propia documentaci¨®n. De esta manera, el mundo se enter¨® de que el autor de la enmienda del eurodiputado checo, Miroslav Ouzk?, era la empresa Porsche.
A veces, en el Parlamento, los l¨ªmites entre los lobbies honestos y los deshonestos no est¨¢n muy bien definidos, a pesar de que durante el mandato de Jerzy Buzek al frente del PE se aprobara un nuevo c¨®digo que regula estas cuestiones. Los eurodiputados pueden trabajar fuera del Parlamento, aunque sin recibir, l¨®gicamente, dinero por promover soluciones legales concretas. El nuevo c¨®digo se adopt¨® tras el esc¨¢ndalo en 2011, cuando el rotativo brit¨¢nico The Sunday Times ofreci¨® a varios eurodiputados dinero por proponer enmiendas espec¨ªficas, y tres de ellos lo hicieron. En el caso del austriaco Ernst Strasser, el asunto se zanj¨® con su encarcelaci¨®n durante cuatro a?os; otros sufrieron consecuencias menores. The Sunday Times intent¨® ofrecer recompensas a algunos eurodiputados polacos, pero ninguno de ellos cay¨® en la trampa.
Sin lugar a dudas, una parte importante de un grupo de presi¨®n honesto en el Parlamento es hacer que los propios eurodiputados se convenzan unos a otros. Algunos eurodiputados polacos se han vuelto expertos en la materia, aunque la mayor¨ªa ejerza una influencia m¨ªnima. "El problema consiste en que est¨¢n mal posicionados, en las comisiones donde no se toman las decisiones econ¨®micas m¨¢s importantes", dice una de las funcionarias polacas en el Parlamento.
Sin embargo, cada vez hay m¨¢s polacos en otros grupos de presi¨®n de Bruselas. "Cuando vine a Bruselas, hace 9 a?os, hab¨ªa muy pocos. Ahora, en cada empresa grande de relaciones p¨²blicas hay al menos uno; en la nuestra, cuatro", se?ala Sylwia Staszak. Trabajan no solamente para las multinacionales polacas, sino tambi¨¦n para las internacionales, as¨ª como para ONG y los bufetes de abogados. Este camino hacia el ¨¦xito profesional en Bruselas, algo menos obvio, lo eligen, por lo general, los que han ganado algo de pr¨¢ctica trabajando en las instituciones europeas. Resulta m¨¢s f¨¢cil influir en las decisiones de la Comisi¨®n o del Parlamento cuando se conocen desde dentro. Dominika Pszcz¨®?kowska (Gazeta Wyborcza)
La hora del esquisto
Pasear por la enorme, fea y s¨®lida sede de las instituciones europeas en Bruselas es rozar el poder de los grupos de presi¨®n. Cada edificio de oficinas, cada bloque de acero y cristal erigido en un radio de un kil¨®metro en torno a la Comisi¨®n, el Consejo y el Parlamento est¨¢ ocupado por los nombres m¨¢s destacados del mundo empresarial europeo.
Son miles de empresas y bancos, bufetes de abogados, despachos de relaciones p¨²blicas, asociaciones sectoriales, todos decididos a hacerse o¨ªr e influir en las normas, regulaciones y leyes que rigen el mercado ¨²nico europeo, arreglar acuerdos comerciales y dirigir el comportamiento econ¨®mico y comercial de los 507 millones de habitantes con que cuenta la Uni¨®n.
Los grupos de presi¨®n constituyen un sector que mueve miles de millones en Bruselas. Seg¨²n el Corporate Europe Observatory, un organismo de vigilancia que reclama m¨¢s transparencia en las empresas, los lobbies tienen hasta 30.000 empleados en la capital comunitaria, casi tantos como los 31.000 funcionarios de la Comisi¨®n Europea, lo que la convierte en la segunda ciudad, despu¨¦s de Washington, en cuanto a concentraci¨®n de profesionales dedicados a influir en la legislaci¨®n.
Unos profesionales que prestan atenci¨®n a los m¨¢s rec¨®nditos detalles de la maquinaria legisladora en Bruselas. Y ning¨²n ¨¢mbito es m¨¢s importante para ellos que el de la energ¨ªa.
Estos son tiempos fecundos para ejercer presiones en el sector energ¨¦tico. Vladimir Putin, con su control absoluto del abastecimiento de gas a Europa y su campa?a para descuartizar Ucrania, ha hecho de la energ¨ªa una de las m¨¢ximas prioridades para Europa y la comunidad internacional.
Cuando Barack Obama hizo su primera visita a la sede de la UE en marzo, se mostr¨® duro en p¨²blico --y a¨²n m¨¢s en privado, seg¨²n fuentes diplom¨¢ticas-- con los dirigentes europeos y les dijo que deb¨ªan arrostrar el enfado de sus votantes y atreverse a promover el fracking y el gas de esquisto para inmunizarse contra el chantaje ruso.
En una carta dirigida a Downing Street el pasado mes de noviembre, Ivan Rogers, embajador del Reino Unido ante la UE, present¨® una estrategia para presionar a la Comisi¨®n y lograr que adopte una postura minimalista sobre la exploraci¨®n en esquisto, sin tener que aprobar nuevas leyes europeas. Una semana despu¨¦s, David Cameron escribi¨® al presidente de la Comisi¨®n, Jos¨¦ Manuel Barroso, para insistirle en esa estrategia de ligeros retoques.
La revoluci¨®n de la perforaci¨®n hidr¨¢ulica en Estados Unidos, que ha permitido afianzar unos precios bajos para la energ¨ªa, est¨¢ teniendo enormes repercusiones y ha beneficiado a los grupos de presi¨®n del sector en Bruselas.
Desde la exploraci¨®n en esquisto hasta el cambio clim¨¢tico, desde las emisiones de gas de los autom¨®viles hasta las energ¨ªas renovables, desde las tecnolog¨ªas para capturar el carbono hasta los programas de comercio de los derechos de emisi¨®n, el lobby energ¨¦tico en Bruselas trabaja mucho y obtiene grandes ¨¦xitos, y empresas como BP y Shell poseen grandes oficinas dedicadas a influir en la elaboraci¨®n de pol¨ªticas.
?Los grupos de presi¨®n del sector energ¨¦tico dicen que no son competitivos, en especial respecto a Estados Unidos, por el esquisto y los bajos precios que tiene all¨ª la energ¨ªa?, dice un profesional de este ¨¢mbito en Bruselas. ?Aseguran que estamos demasiado obsesionados con las renovables y el cambio clim¨¢tico y que deber¨ªamos ser m¨¢s abiertos, como los estadounidenses?.
La labor de presi¨®n m¨¢s eficaz que se ve en Bruselas es la de los ?guardas convertidos en cazadores furtivos?, la puerta giratoria de altos funcionarios, diplom¨¢ticos y eurodiputados que se retiran o dejan sus cargos p¨²blicos y se apresuran a aceptar ofertas para aprovechar sus contactos y su experiencia en un lucrativo trabajo en los grupos de presi¨®n; muchas veces no tienen m¨¢s que cruzar la calle.
Como Jean de Ruyt, un bar¨®n belga que conoce Bruselas como nadie. Cuando era embajador ante la UE, este diplom¨¢tico dirigi¨® de hecho la presidencia de turno de la Uni¨®n hace cuatro a?os, luego se jubil¨®, entr¨® a trabajar en un bufete de abogados estadounidense y hoy es una de las principales figura del lobby del esquisto.
Su n¨²mero dos de cuando era embajador es hoy jefe de gabinete de Herman van Rompuy, el presidente del Consejo Europeo, que organiza las cumbres de la UE.
Para este sector, Ucrania y Putin son tal vez, m¨¢s que una crisis, una gran oportunidad.
?Consideran que la crisis de Ucrania es una bendici¨®n, porque ha dado al sector del gas de esquisto la ocasi¨®n perfecta para decir que, si queremos librarnos de la dependencia del gas ruso...?, dice Antoine Simon, que analiza la pol¨ªtica de las industrias de extracci¨®n para el grupo Amigos de la Tierra. Ian Traynor (The Guardian)
Traducci¨®n. Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia: ingl¨¦s, franc¨¦s e italiano. News Clips: polaco y alem¨¢n.
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