Alemania: una diputada entre dos mundos
Visiones del Parlamento Europeo desde seis pa¨ªses: los alemanes vigilan la competencia con el Bundestag
Hace poco, Franziska Brantner termin¨® por enfadarse. Y eso que, en realidad, era lo que pretend¨ªa evitar. Acaba de incorporarse a la vida pol¨ªtica de la capital alemana. Hace dos a?os organiz¨® una videoconferencia con activistas dem¨®cratas egipcios en el Parlamento Europeo. Ahora quer¨ªa repetir la experiencia como diputada del Bundestag [Parlamento alem¨¢n]. As¨ª, sin m¨¢s complicaciones: una habitaci¨®n, un proyector, un ordenador port¨¢til; en caso de dudas, v¨ªa Skype. Adem¨¢s, quer¨ªa invitar a miembros de organizaciones pro derechos humanos y de ONG interesadas en el tema. En el Parlamento Europeo hab¨ªa sido todo un ¨¦xito; en el Bundestag, desde el principio, todo fueron obst¨¢culos. La diputada de Los Verdes no se imaginaba hasta d¨®nde pod¨ªan llegar en Berl¨ªn los temores y las dudas sobre la seguridad. De todas maneras, parece que, despu¨¦s de todo, ha ganado la batalla; por fin, dentro de tres semanas se podr¨¢ celebrar la conferencia.
Naturalmente, se trata solo de un peque?o ejemplo; pero ilustrativo de una idea de las ideas y el entusiasmo de Brantner, de 34 a?os, que entre 2009 y 2013 ocup¨® un esca?o en el Parlamento Europeo y que en oto?o se traslad¨® al Bundestag. Tambi¨¦n ilustra las libertades y las posibilidades t¨¦cnicas que los 766 europarlamentarios tienen a su disposici¨®n. Y las trabas burocr¨¢ticas que ponen freno a determinas ideas en el Parlamento berlin¨¦s.
Por supuesto, ser¨ªa un error extraer demasiadas conclusiones. No cabe duda de que el Parlamento Europeo es un prodigio de internacionalidad que rara vez conoce la disciplina de voto dentro de las coaliciones. Por eso, en casi todos los temas se debe, y se puede, formar nuevas mayor¨ªas. Pero todo lo que parece bueno tiene su lado oscuro: aunque los eurodiputados tengan m¨¢s voz que antes, hay cuestiones clave en las que siguen careciendo de poder. Todos los parlamentos nacionales tienen la potestad de presentar sus propias iniciativas legislativas. Al Parlamento Europeo solo se le permite responder a las propuestas de la Comisi¨®n, algo que produce gran indignaci¨®n, y no solo a Brantner. Por el contrario, el Bundestag suele dar la impresi¨®n de ser prisionero de la disciplina de voto en el seno de las coaliciones y los grupos parlamentarios. En compensaci¨®n, tiene una influencia considerable, como por ejemplo, en el caso de las misiones de Ej¨¦rcito alem¨¢n en el exterior.
No obstante, el problema principal de ambos parlamentos no reside solo, ni ante todo, en sus diferentes competencias. El fallo decisivo es que siguen avanzando en paralelo, sin sumar fuerzas. Por ahora, en los asuntos fundamentales, como el rescate financiero europeo y sus repercusiones sociales, se comportan como competidores. En cambio, su obligaci¨®n ser¨ªa cooperar estrechamente para reforzar el car¨¢cter democr¨¢tico de la Uni¨®n Europea. Las consecuencias son fatales. Por el momento, ni el Parlamento Europeo ni el Bundestag son capaces de controlar realmente a la poderosa Troika, formada por la Comisi¨®n Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. En consecuencia, es ella la que establece en cada pa¨ªs las condiciones bajo las cuales se garantiza la ayuda a los estados en apuros. Es absurdo, pero a causa de las relaciones de poder todav¨ªa imperantes, fue el Bundestag, y no el Parlamento Europeo, el que consigui¨® reforzar su derecho a controlar las decisiones de Bruselas sobre el rescate, mientras que el segundo permanec¨ªa pr¨¢cticamente impotente. Por lo tanto, es evidente, y no solo para Brantner, que el control democr¨¢tico efectivo ¨²nicamente ser¨ªa posible si los parlamentos acompasasen sus posiciones de forma m¨¢s decidida.
La importancia de que, en general, la colaboraci¨®n sea m¨¢s estrecha queda de manifiesto tambi¨¦n en otro ejemplo muy diferente: la misi¨®n policial europea en Afganist¨¢n. Alemania contribuye sobre todo con funcionarios procedentes de los distintos estados federados. Francia env¨ªa numerosos funcionarios de la Administraci¨®n central. Y la Uni¨®n Europea pone el marco y la direcci¨®n de toda la operaci¨®n. El resultado es frustrante, ya que ninguna de las partes se siente responsable de la misi¨®n en su conjunto. Y, al parecer, nadie tiene autoridad para evaluarla a todos los niveles. La consecuencia es que no ha habido valoraci¨®n.
?Y por qu¨¦ ha cambiado Brantner de puesto? Porque quiere poner en marcha alguna iniciativa contra la falta de di¨¢logo entre Estrasburgo y Berl¨ªn. Y porque, de ese modo, le gustar¨ªa hacer algo contra el creciente populismo anti-europe¨ªsta. Sin duda, esto tambi¨¦n se podr¨ªa intentar desde Bruselas. Por otra parte, los acuerdos sobre las posibilidades de ¨¦xito de posturas como esta y la manera de combatirlas se suelen seguir adoptando en los debates nacionales. Por lo menos, eso dice Brantner. Ir a Berl¨ªn para salvar Europa no tiene por qu¨¦ ser un error, pero es una opci¨®n inusual.
Traducci¨®n: News Clips
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