Falla geol¨®gica m¨¢s que puente
Ucrania est¨¢ partida por la mitad entre un eslavismo europeizante y otro asi¨¢tico
Era inevitable que se calificara a Ucrania de puente entre este y oeste, una y otra Europa, en una conocida met¨¢fora de obras p¨²blicas. Pero es m¨¢s bien una falla geol¨®gica, un moderado abismo entre dos partes de una presunta unidad. Y, tanto si esto es un embri¨®n de Guerra Fr¨ªa, como si no, las narrativas de cada bando son diametralmente opuestas.
El relato occidental subraya la brutal violaci¨®n de fronteras que supone la anexi¨®n rusa de Crimea; la agresividad del presidente Putin y su apoyo al secesionismo del Donetsk; y hasta una proyecci¨®n de amenaza sobre los miembros lim¨ªtrofes de la OTAN, en especial Polonia. El discurso de Mosc¨² privilegia la ampliaci¨®n progresiva de la Alianza Atl¨¢ntica ¡ªl¨¦ase EE UU¡ª para cercar a Rusia; la evidencia de que se desea encuadrar a Ucrania en la organizaci¨®n de defensa; el sost¨¦n a la insurrecci¨®n contra el presidente proruso Yanuk¨®vich; y la formaci¨®n de un nuevo cuadro dirigente en Kiev que incluye a destacados ultra-derechistas en Defensa, Educaci¨®n y aparatos de seguridad, para los que Rusia es el antiCristo. El ingreso de Ucrania en la OTAN eliminar¨ªa los derechos militares rusos sobre Crimea, base de su flota mediterr¨¢nea, extendidos por el presidente ucranio derrocado hasta 2042.
La teorizaci¨®n occidental a?ade que Putin huye hacia adelante por debilidad y temor al contagio de una nueva Ucrania democr¨¢tica, pero sin pruebas al efecto. La cota de popularidad del presidente ruso ya era muy alta antes de la anexi¨®n de Crimea y en diciembre pasado promulg¨® una amnist¨ªa que afectaba a 20.000 presos, entre ellos el exoligarca Mijail Jodorkovski, y las blasfemas de Pussy Riot. Escasa demostraci¨®n de inestabilidad.
Ucrania est¨¢ partida por la mitad entre un eslavismo centroeuropeizante, con notable presencia cat¨®lica y uniata que le aproxima a Polonia, y un eslavismo euro-asi¨¢tico. Una brecha parecida a la que se dec¨ªa que separaba a Lenin y Dostoyevski, el primero volcado hacia una Europa a la que quer¨ªa convertir o forzar a hacerse comunista, y el segundo cultor de la Santa Madre Rusia, asiatizante, y en la que Mosc¨² era la Tercera Roma, tas la ca¨ªda del imperio romano y la p¨¦rdida de Constantinopla. Occidente empuja a Putin hacia Asia, al acuerdo con China, y a oponerse a la pol¨ªtica norteamericana en Irak, Afganist¨¢n e Ir¨¢n, donde hasta ahora Mosc¨² ha sido pasablemente cooperadora.
Rusia no es la URSS, aunque Putin quiera consolidar una posici¨®n mundial independiente de EE UU, y tiene tan poco apetito como el presidente Obama de una nueva Guerra Fr¨ªa, pero el maniobreo de ambas fuerzas siempre en peligro de grave deslizamiento, no permite garantizar nada. Henry Kissinger ha dicho que ¡°la diabolizaci¨®n¡± del l¨ªder ruso ¡°no es una pol¨ªtica¡±, como el refer¨¦ndum del Donetsk, de resultado previsible, tampoco lo es. Pero hasta que Mosc¨² tenga garant¨ªas de que Ucrania vaya a permanecer fuera de la OTAN, dif¨ªcilmente puede haber arreglo. Esa s¨ª ser¨ªa una pol¨ªtica.
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