De la necesidad, virtud
Juan Pablo II quiso proclamar como dogma la no ordenaci¨®n de mujeres y se opuso con severidad a abrir la puerta para que los curas pudieran casarse, pese a que ya en su tiempo eran decenas de miles las parroquias que carec¨ªan de pastor, contraviniendo uno de los preceptos m¨¢s queridos de su confesi¨®n. Es m¨¢s, los catecismos insisten en que incumplir cada domingo con la eucarist¨ªa es pecado mortal. El cardenal Bueno Monreal, que se jubilaba como arzobispo de Sevilla, le expuso sus preocupaciones cuando fue a despedirse del Papa polaco, poniendo sobre su mesa la experiencia de la archidi¨®cesis andaluza- ¡°Santidad, tengo el deber moral de advertirle de que nos estamos quedando sin sacerdotes y esa es una situaci¨®n que debemos resolver, porque lo reclaman nuestros fieles con angustia¡±, le dijo. Juan Pablo II le cort¨®, encolerizado: ¡°Y yo tengo el deber de conciencia de decirle a su eminencia que se levante ahora mismo y salga de este despacho¡±.
Fue Ratzinger quien le advirti¨® de la barbaridad que supondr¨ªa proclamar como dogma que la mujer no pudiera ser ordenada sacerdote, y fue tambi¨¦n Ratzinger quien abri¨® la posibilidad de ¡°admitir al orden sagrado del sacerdocio a hombres casados, seg¨²n los criterios objetivos aprobados por la Santa Sede¡± (art¨ªculo 6 de la carta Anglicanorum Coetibus). El obispo de Tenerife orden¨® por entonces sacerdote a un hombre casado, procedente de la Iglesia anglicana, todo ello previa autorizaci¨®n por escrito del futuro papa, que entonces presid¨ªa la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe. Al margen de algo m¨¢s de 6000 curas que colgaron la sotana en las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo pasado para casarse, arrojados a las tinieblas exteriores por sus obispos, como apestados, en Espa?a ya ejercen un centenar de sacerdotes casados por la Iglesia con el benepl¨¢cito de los obispos, que les han puesto al frente de m¨²ltiples parroquias hasta entonces sin pastor. Como suele decirse, los prelados han hecho de esa necesidad virtud.
Quiere decirse que lo dicho ahora por el papa Francisco no es extraordinario. Se ve venir desde hace algunos a?os. Es m¨¢s, no s¨®lo no est¨¢ lejos la ordenaci¨®n de casados, lo que en la jerga del Vaticano se conoce como los viri probati, sino que m¨¢s pronto que tarde ocurrir¨¢ lo que ahora sucede en las iglesias orientales: que los seminaristas pueden elegir all¨ª, al final de sus estudios y antes del diaconado, si ser¨¢n o no c¨¦libes. Es decir, en el catolicismo de Oriente no es que los curas se casen, es que se ordenan hombres previamente casados y probados. Prelados tan relevantes como el actual secretario de estado, Pietro Parolin, o el cardenal Cl¨¢udio Hummes, admirado por Francisco, lo vienen diciendo a quien quiere o¨ªrles. ¡°El celibato no es parte del dogma de la Iglesia y la cuesti¨®n est¨¢ abierta a discusi¨®n¡±, declar¨® el primero el a?o pasado a un diario de Venezuela. ¡°La mayor¨ªa de los ap¨®stoles estaban casados. En esta era moderna, la Iglesia debe observar estas cosas, y se tiene que avanzar con la historia¡±, remacha Hummes.
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