El Asad escenifica sus avances b¨¦licos en las presidenciales sirias
El Asad y su ej¨¦rcito han logrado reducir las bolsas rebeldes a la periferia
En el centro de Damasco cuesta apartar la vista de una imagen del presidente Bachar el Asad sin que caiga inmediatamente sobre otra de las miles que lo representan por todas partes en actitudes y ropas diversas. En los meses previos a las presidenciales del martes, el n¨²cleo de la capital siria se ha convertido en un remanso casi pac¨ªfico en la guerra civil que asola el pa¨ªs desde 2011. Hace dos a?os, las milicias insurgentes cercaban la ciudad hasta casi llegar a tomarla. Los combates dejaron huella en algunas calles c¨¦ntricas, ahora empapeladas de propaganda para las presidenciales. El Asad y su ej¨¦rcito han logrado reducir las bolsas rebeldes a la periferia, castigada a buen ritmo por su artiller¨ªa. Las tornas est¨¢n cambiando en la guerra siria y El Asad, que controla unas dos quintas partes del pa¨ªs, celebra las elecciones del martes para emitir un mensaje de normalidad a sus cr¨ªticos occidentales.
En el distrito de Bab Tuma, la puerta que le da nombre muestra carteles de El Asad en actitud marcial. En su parte interior, dos grandes letreros con los s¨ªmbolos amarillos y verdes de las milicias chi¨ªes de Hezbol¨¢ certifican que el presidente no est¨¢ aislado en el mundo. El Asad ha contado adem¨¢s con el apoyo inquebrantable de Ir¨¢n y de Rusia desde que empez¨® el conflicto. Los insurgentes, hoy divididos en facciones enfrentadas m¨¢s o menos islamistas, disfrutaron al principio de unas simpat¨ªas occidentales que apenas se concretaron en ayuda militar contundente. Los miles de combatientes veteranos y los expertos militares de Hezbol¨¢ venidos desde L¨ªbano desde 2013 han sido, en cambio, una aportaci¨®n crucial al cambio de signo b¨¦lico.
Basam Abu Abdala, militante del partido mayoritario Baaz y polit¨®logo, lamentaba en la v¨ªspera electoral lo que califica de "hipocres¨ªa" de las potencias occidentales que tachan de "farsa" o de "parodia democr¨¢tica" estos comicios. En el vest¨ªbulo de un lujoso hotel capitalino protegido por el ej¨¦rcito, Abu Abdala negaba esta semana que la guerra civil empezara en la propia Siria. Cree, como muchos entre los partidarios de El Asad, que los insurgentes son "terroristas venidos de fuera" para librar una batalla de una pugna geopol¨ªtica internacional.
El n¨²cleo de Damasco es casi un remanso pac¨ªfico en medio de la guerra
Es una opini¨®n muy extendida en Damasco que su ej¨¦rcito defiende en el frente los logros civilizatorios de la Siria preb¨¦lica: una clase media asentada, buena convivencia entre grupos religiosos. Los muchos laicos de diversas confesiones isl¨¢micas y cristianas en Siria vertebran el renovado apoyo dom¨¦stico a el Asad. La gente, dec¨ªa Abu Abdala, "est¨¢ harta de sangre, matar cansa tambi¨¦n a los militares, no es divertido". Estima que la guerra est¨¢ cerca de decidirse.
Tres a?os de combates han arruinado y dividido el pa¨ªs. Seg¨²n un reciente informe de la ONU, tres de cada cuatro sirios pueden considerarse pobres. M¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n es "extremadamente pobre". El costo de la reconstrucci¨®n se ha cifrado en unos 200.000 millones de euros. Han muerto ya m¨¢s de 160.000 personas en la contienda. 6,5 millones est¨¢n desplazadas y casi tres millones se han refugiado en el extranjero. Es imposible saber cu¨¢ntos sirios podr¨¢n votar el martes.
En la V¨ªa Recta de Damasco, Abu George lamentaba el lunes en su peque?o bar c¨®mo se ha hundido el turismo y c¨®mo la guerra redujo su clientela el n¨²mero de clientes: "no hay trabajo y la gente no se puede permitir beber" alcohol. Un p¨®ster de El Asad con uniforme gris e insignias de comandante en jefe guardaba la entrada del local con una promesa de victoria. La calle termina con otra de las puertas de la ciudad, Bab Sharki, desde la cual se ve¨ªa a las tres de la tarde una columna de humo negro no muy lejana, que un soldado atribuy¨® con indiferencia a un proyectil de mortero rebelde, ca¨ªdo 15 minutos antes.
No hay trabajo y la gente no puede permitirse beber explica un tabernero
Los mandatos presidenciales en Siria duran siete a?os. El Asad obtuvo apoyos de casi el 100% en los dos plebiscitos a los que se present¨® desde la muerte de su padre y predecesor en el cargo, Hafez, en 2000. El cumplimiento del plazo electoral contribuye a la impresi¨®n de normalidad que trata de emitir el r¨¦gimen. Pero adem¨¢s de la contienda de fondo, las elecciones sirias cuentan con la novedad de dos candidatos alternativos. Uno es el comunista Maher Hayar, que se ha prodigado bien poco en la campa?a y de quien apenas se ve propaganda electoral. El otro es el exministro Has¨¢n al Nuri, que asegura haber entrado en campa?a "por convicci¨®n" y "dispuesto a ganar".
Al Nuri habla un buen ingl¨¦s con marcado acento de Estados Unidos, donde vivi¨® como estudiante. Su contrincante El Asad, admit¨ªa el domingo en una suite de hotel, "es un candidato fuerte, imbatible ahora mismo". Las posiciones pol¨ªticas y estrat¨¦gicas, de este candidato independiente son, seg¨²n dijo, "id¨¦nticas, al 100%, a las del Gobierno". Solo al principio de las protestas previas a la escalada que desemboc¨® en la guerra en 2011, explicaba Al Nuri, habr¨ªa ¨¦l "actuado de forma diferente" al la de El Asad. Habr¨ªa hecho falta m¨¢s mano dura con lo l¨ªderes. El candidato reconoc¨ªa que "hasta una hermana" suya a¨²n no hab¨ªa decidido si votar por El Asad. Aunque reconoce que se ve a s¨ª mismo en el pr¨®ximo Gobierno de El Asad, el candidato alternativo asegur¨® triunfante: "En siete a?os, ganar¨¦ yo". Mientras, retumbaba en Damasco una serie particularmente larga de descargas de artiller¨ªa.
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