El clan de los asesinos natos
La ca¨ªda de los grandes capos en M¨¦xico fragmenta las organizaciones en peque?os grupos ultraviolentos dedicados a la extorsi¨®n y el secuestro
A¨²n no hab¨ªa anochecido cuando un hombre con bata blanca entr¨® en la habitaci¨®n de la unidad de terapia intensiva donde estaba ingresado Cris¨®foro Rogelio Maldonado Jim¨¦nez. Sac¨® una pistola con silenciador, dispar¨® al t¨®rax y al abdomen del paciente y luego sali¨® tranquilamente del hospital para desaparecer con un par de c¨®mplices en la espesa noche de la Ciudad de M¨¦xico. Era el 14 de diciembre de 2012 y el clan de los Guerreros Unidos acababa de liquidar al l¨ªder del cartel rival, Los Rojos, que justo unos d¨ªas antes se hab¨ªa escapado malherido de otro intento de asesinato.
Este crimen, uno m¨¢s, marc¨® el inicio de una espiral de violencia extrema que ha convertido a los Guerreros Unidos en uno de los objetivos prioritarios de las fuerzas de seguridad mexicanas. Un objetivo ante el que el propio Ej¨¦rcito no se detiene demasiado cuando los tiene cerca: apunta y mata, como ocurri¨® en la madrugada del pasado lunes en una oscura bodega del poblado de Cuadrilla Nueva, al sur del Estado de M¨¦xico, donde 22 supuestos integrantes de la banda fueron abatidos a balazos por los militares. Fue la mayor sangr¨ªa desde que el presidente Enrique Pe?a Nieto lleg¨® al poder. Y un golpe en el coraz¨®n de esta organizaci¨®n criminal, que representa, como pocas, la nueva tipolog¨ªa de los carteles que ahora pululan por M¨¦xico.
Sobre la identidad de los fallecidos en el enfrentamiento nada ha trascendido
La ca¨ªda de los grandes capos, como el Chapo Guzm¨¢n o el Z-40, y el incesante acoso policial a sus macroestructuras ha tra¨ªdo consigo su desmembraci¨®n en c¨¦lulas m¨¢s peque?as y de fuerte raigambre territorial. Acabada la ¨¦poca dorada de las grandes organizaciones que absorb¨ªan la actividad delictiva a lo largo de miles de kil¨®metros, ahora el modelo lo configuran bandas muy compactas que, como reconocen fuentes de la inteligencia federal, han ampliado el abanico de sus delitos, m¨¢s all¨¢ del narcotr¨¢fico, a la extorsi¨®n y el secuestro.
Este es el caso de los Guerreros Unidos, nacidos tras la muerte a tiros el 16 de diciembre de 2009 de Arturo Beltr¨¢n Leyva, el llamado Jefe de Jefes. Su ca¨ªda dio origen a una mir¨ªada de peque?as organizaciones que buscaron hacerse con los restos de un imperio que abarcaba amplias franjas del Pac¨ªfico y del centro de M¨¦xico. La lucha por el bot¨ªn deriv¨® en un estallido de sangre del que emergi¨®, por su brutal eficacia, un nuevo l¨ªder, Mario Casarrubias Salgado, alias Sapo Guapo. Un antiguo mando de Beltr¨¢n Leyva que, seg¨²n la Comisi¨®n Nacional de Seguridad, decidi¨® fundar su propia organizaci¨®n. Para ello se rode¨® de la temible guardia personal del fallecido capo, y emprendi¨® la lucha por el control del Estado de M¨¦xico, el m¨¢s populoso del pa¨ªs. En esta ofensiva quedaron sobre la cuneta m¨¢s de 70 de cad¨¢veres. Corr¨ªa 2013 y su ambici¨®n le llev¨® a expandirse a los Estados de Michoac¨¢n y de Guerrero, donde se enfrent¨® al cartel de la Familia Michoacana, dominada por el mesi¨¢nico Nazario Moreno Gonz¨¢lez, abatido el 9 de marzo pasado, y cuya organizaci¨®n se rige bajo ritos propios de una secta.
Una de las fuentes de ingreso de los Guerreros Unidos procede del tr¨¢fico de droga v¨ªa terrestre, especialmente a Chicago, donde Casarrubias ha vivido. Pero esta entrada de capital es marginal en su estructura de negocio. Como ya es norma en las nuevas bandas que est¨¢n surgiendo en esta era crepuscular del gran narco, la actividad se ha expandido al secuestro, la extorsi¨®n y el cobro de cuotas. ¡°Este factor ha disparado la sensaci¨®n de inseguridad ciudadana y se refleja en un aumento nacional de los casos de secuestro del 35% y de extorsi¨®n del 30%¡±, afirma Eduardo Guerrero, antiguo analista de la agencia nacional de inteligencia.
Estos ¨ªndices de criminalidad han alarmado a las autoridades federales. El peligro de que la marea de violencia pase del Estado de M¨¦xico (donde en 2013, cuatro de cada diez habitantes hab¨ªan sido v¨ªctimas de alg¨²n delito), al colindante Distrito Federal no es ajena a este temor. Con enormes y rugientes frentes abiertos en Tamaulipas y Michoac¨¢n, las fuerzas de seguridad se han lanzado en los ¨²ltimos meses a la caza y captura de los Guerreros Unidos. El 29 de abril pasado, Casarrubias, de 33 a?os, fue detenido en Toluca. La Armada, el Ej¨¦rcito y la Procuradur¨ªa General participaron en su arresto. El propio zar antidelincuencia, Monte Alejandro Rubido, fue el encargado de anunciar la detenci¨®n.
El pasado lunes lleg¨® el siguiente golpe. A las 5.30, un convoy militar acab¨® a tiros con 22 supuestos narcos en Cuadrilla Nueva, un peque?o poblado del agreste sur del Estado de M¨¦xico. En la operaci¨®n fueron liberadas tres mujeres supuestamente secuestradas. Un soldado result¨® herido. ¡°Los Guerreros Unidos son ahora un grupo debilitado por la detenci¨®n de su capo y la muerte de 22 de sus sicarios. Nunca han sido muy numerosos, aunque s¨ª muy violento¡±, se?ala Eduardo Guerrero.
Sobre la identidad de los fallecidos en el enfrentamiento nada ha trascendido. El operativo estuvo en manos militares, unas fuerzas herm¨¦ticas que, pese a las denuncias de ejecuciones extrajudiciales, act¨²an con autonom¨ªa en la salvaje guerra contra el narco que se libra en M¨¦xico.
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