V¨ªctimas, pero ahora de los pol¨ªticos
Colombia logr¨® un cambio de fondo cuando aprob¨® hace 3 a?os la Ley de V¨ªctimas
?C¨®mo evitar que las v¨ªctimas sean manipuladas y politizadas? Ocurri¨® en Espa?a con las v¨ªctimas de la ETA, y en otras naciones, y en Colombia se vienen convirtiendo en el bot¨ªn de los pol¨ªticos de izquierda y de derecha. Estos parecen traficar con la angustia de no menos de seis millones de ciudadanos que esperan verdad y reparaci¨®n, pero que adem¨¢s se est¨¢n dejando usar como si no tuvieran plenos derechos para hacer respetar su ya dolorosa condici¨®n.
Colombia logr¨® un cambio de fondo como sociedad cuando aprob¨® hace 3 a?os la conocida Ley de V¨ªctimas. Primero porque reconoci¨® a m¨¢s de 6 millones de colombianos v¨ªctimas del conflicto tanto de grupos al margen de la ley como de agentes del Estado.
Segundo, porque con esa ley gener¨® por primera vez la posibilidad de reparar a las v¨ªctimas y no solo con un cheque, como ocurr¨ªa por v¨ªa de mandatos judiciales, sino de manera integral con restituci¨®n de tierra, con verdad y rehabilitaci¨®n, entre otros.
Y tercero, porque implicaba que tarde o temprano los victimarios reconocieran a sus v¨ªctimas, y el pasado 7 de junio ocurri¨®. Las FARC, con su ya caracter¨ªstica soberbia, y luego de reiterar que ellas son las primeras v¨ªctimas del conflicto, aceptaron su condici¨®n de victimarios.
Las FARC no quer¨ªan responder por sus v¨ªctimas con el argumento que lo de ellos es rebeli¨®n, y con un cinismo sin l¨ªmites dec¨ªan( y siguen diciendo aun hoy) que las v¨ªctimas son ellos. Pero resulta que su crueldad ha sido ya ventilada en cientos de foros alrededor del pa¨ªs y los muertos siguen cayendo tras cada atentado contra la poblaci¨®n civil, porque en Colombia se est¨¢ negociando en medio del conflicto y sin exigencia de cese al fuego.
Esta ley otorg¨® a las v¨ªctimas sus derechos y hoy, cuando se llega a ese punto fundamental en la mesa de negociaciones del Gobierno y las FARC en La Habana, es cuando deben hacerlos valer.
Precisamente esta semana se defini¨® una metodolog¨ªa de participaci¨®n que estar¨¢ a cargo de las Naciones Unidas y del Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional de Colombia con el acompa?amiento de la Conferencia Episcopal. En buena hora, estas organizaciones estar¨¢n al frente para que la selecci¨®n de las v¨ªctimas cumpla con los m¨ªnimos de representatividad de todos los sectores sociales afectados por toda clase de violaciones.
En Colombia hay 6 millones 43 mil v¨ªctimas, seg¨²n datos oficiales. Muchas de varios victimarios. Hay v¨ªctimas del Estado, del paramilitarismo y de la guerrilla. Las del Estado lograron organizarse. Otras incluso han logrado que el Estado pida perd¨®n como en los casos de las atroces masacres de Chengue, El Salado, La Hacienda Nilo y Mapirip¨¢n.
Pero una gran mayor¨ªa de v¨ªctimas est¨¢ sola y tocando puertas para rogar que le digan si acaso en donde esta el cad¨¢ver de un hijo, o recorriendo un pa¨ªs sembrado de minas antipersona cuando son desplazados. Cinco millones 500 mil corresponden a v¨ªctimas de desplazamiento forzado. Un poco m¨¢s del 40% de ellos identifican que el autor fue la guerrilla; un 30, los paramilitares mientras que el 10% a un agente del Estado.
En Colombia, el riesgo para las v¨ªctimas est¨¢ latente en la medida en que diversos partidos y organizaciones quieren apoderarse de su vocer¨ªa para hacer de su situaci¨®n una bandera pol¨ªtica. Ya existen 950 mesas de participaci¨®n municipales, 33 departamentales y una mesa nacional, que representan a las casi 4 mil organizaciones de v¨ªctimas.
El gobierno Santos, que inicia su segundo per¨ªodo tiene que lograr un acuerdo real en torno a este tema que es el centro del proceso de paz con las FARC y el que ahora inician con el ELN. Un acuerdo que vuelva intocables a las v¨ªctimas y les d¨¦ verdaderas respuestas sobre sus derechos, sobre los procesos de verdad y reparaci¨®n que incluyan reglas de convivencia en paz en un escenario de posconflicto. Y que impida a los guerreristas seguir us¨¢ndolos para torpedear la reconciliaci¨®n.
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