Ir¨¢n conf¨ªa en una pr¨®rroga para evitar el fracaso del di¨¢logo nuclear
El plazo pactado con las grandes potencias expira el lunes sin un previsible acuerdo
Una atm¨®sfera de resignaci¨®n se cern¨ªa el domingo por la noche sobre Teher¨¢n a medida que las noticias procedentes de Viena daban a entender que el esperado acuerdo nuclear no estar¨ªa listo antes de que el lunes concluya el plazo que se marcaron Ir¨¢n y las grandes potencias. De acuerdo con las escasas filtraciones diplom¨¢ticas, los obst¨¢culos siguen siendo la capacidad de enriquecimiento de uranio que va a conservar Ir¨¢n y el ritmo al que van a levantarse las sanciones. Como ambas partes desean evitar el fracaso, es previsible que se anuncie una nueva extensi¨®n de las negociaciones, junto a alg¨²n avance que justifique esa medida.
¡°Dado el escaso tiempo que queda para que termine el plazo y el n¨²mero de asuntos pendientes de debatir y resolver, es imposible alcanzar un acuerdo definitivo y global para el 24 de noviembre¡±, declaraba a la agencia semioficial ISNA un miembro del equipo negociador iran¨ª sin identificar.
No obstante, la cadena estatal PressTV aseguraba la noche del domingo que, seg¨²n sus fuentes, ¡°la posibilidad de una extensi¨®n no estaba en la mesa¡±. Una fuente europea citada por Reuters concurr¨ªa en que a¨²n no se hab¨ªa tomado esa decisi¨®n, pero que podr¨ªa abordarse ¡°el domingo por la noche o el lunes¡±.
Todo para salvar el esfuerzo por poner fin a una crisis que ya dura 12 a?os y cuya resoluci¨®n transformar¨ªa la regi¨®n. ¡°El cambio de status de Ir¨¢n va a suponer un shock. Exige pensar un Oriente Pr¨®ximo distinto en el que Ir¨¢n no ser¨¢ un objetivo de la guerra fr¨ªa, sino que tendr¨¢ una relaci¨®n con EE UU¡±, advert¨ªa en una reciente entrevista con este diario el polit¨®logo Vali Nasr.
El fin de d¨¦cadas de enfrentamiento con Occidente y el eventual levantamiento de las sanciones supondr¨ªa la incorporaci¨®n al mercado internacional de un pa¨ªs con cerca de 80 millones de habitantes e importantes reservas de hidrocarburos. Los gobernantes iran¨ªes necesitan acabar con esa situaci¨®n para renovar sus infraestructuras petroleras (e industriales) y poder ofrecer un futuro a su joven poblaci¨®n. Las multinacionales miran con ojos golosos las oportunidades de negocio que se abrir¨¢n entonces.
La recta final de las negociaciones se inici¨® el pasado martes en Viena. A la mesa se sientan representantes de Ir¨¢n y de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (EEUU, China, Rusia, Reino Unido y Francia) m¨¢s Alemania, coordinados por la enviada europea, Catherine Ashton. Pero es evidente que los actores clave son Teher¨¢n y Washington, que no mantienen relaciones diplom¨¢ticas desde la crisis de los rehenes, hace 35 a?os.
El ministro de Exteriores iran¨ª, Mohamed Javad Zarif, y el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, se reunieron el domingo por quinta vez. Tambi¨¦n estaba previsto que se les uniera su hom¨®logo ruso, Sergu¨¦i Lavrov. Pero en previsi¨®n de que no se alcance un acuerdo, cada parte ya ha empezado a responsabilizar a la otra. ¡°La diferencia es que yo tengo a toda la comunidad de mi lado, y los iran¨ªes est¨¢n pr¨¢cticamente solos¡±, ha declarado el presidente Barack Obama en una entrevista a la cadena de televisi¨®n ABC.
¡°Nuestro l¨ªder ha apoyado las negociaciones, si el acuerdo no sale no ser¨¢ por falta de voluntad de nuestra parte; creo que los estadounidenses tienen problemas para llegar hasta el final¡±, discrepaba un diplom¨¢tico iran¨ª en conversaci¨®n con esta corresponsal.
Al margen de las dificultades t¨¦cnicas para encontrar una f¨®rmula que garantice el objetivo exclusivamente civil del programa nuclear iran¨ª, los negociadores afrontan tambi¨¦n escollos pol¨ªticos. Obama lidia en el frente interno con la oposici¨®n de los republicanos y en el externo, con el recelo de sus aliados Israel y Arabia Saud¨ª, a cuyos responsables telefone¨® el domingo Kerry para asegurarles que el resultado no va a perjudicarles. En Ir¨¢n, tambi¨¦n existe un bloque reticente a pactar.
¡°Hay muchos intereses por medio y la cuesti¨®n es m¨¢s complicada de lo que parece¡±, apunta Siavosh (nombre figurado). Para este peque?o empresario, de 40 a?os, lo m¨¢s importante es que ¡°por primera vez Ir¨¢n est¨¢ negociando con EE UU¡±. No obstante, repite una idea muy extendida entre los iran¨ªes, que ¡°a otros pa¨ªses, como China o Rusia, no les viene bien que mejoren las relaciones con Occidente, y tal vez pongan trabas¡±.
Para Faezeh, en la cincuentena, el problema est¨¢ dentro de su pa¨ªs. ¡°Los Pasdar¨¢n y los basiy¨ªes tienen mucho poder y no quieren la normalizaci¨®n de relaciones, porque se benefician de la situaci¨®n actual¡±, manifiesta en relaci¨®n a los Guardianes de la Revoluci¨®n y su milicia auxiliar. Los Guardianes, una especie de Ej¨¦rcito paralelo creado por Jomeini para mantener la llama de la revoluci¨®n, han adquirido con el tiempo un importante peso pol¨ªtico y econ¨®mico, y son los responsables del programa nuclear.
A pesar de la incertidumbre que rodea el desenlace de la negociaci¨®n, la mayor¨ªa de los iran¨ªes se muestran partidarios de que se logre un acuerdo. Desean que su pa¨ªs normalice sus relaciones con el resto del mundo, eso s¨ª, sin renunciar a lo que consideran su derecho: un programa nuclear aut¨®ctono sin m¨¢s restricciones que las del resto de los firmantes del Tratado de No Proliferaci¨®n.
¡°Al final llegar¨¢n a un acuerdo porque los occidentales saben que Ir¨¢n no depende de ellos para desarrollar su programa y no pueden pararlo; as¨ª que tendr¨¢n que conformarse con controlar su evoluci¨®n¡±, concluye Hamid, un taxista de 55 a?os que vive con una oreja pegada a la radio.
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