Miles de personas piden reformas en EE UU contra la violencia policial
Los manifestantes marchan hacia el Capitolio, mientras otras ciudades del pa¨ªs convocan actos de protesta
Cincuenta a?os despu¨¦s de que el Congreso de Estados Unidos redactara sus grandes y admiradas leyes contra la segregaci¨®n racial, una nueva ola de indignaci¨®n alcanz¨® este s¨¢bado la orilla del Capitolio de Washington. El motivo fue el hartazgo por la violencia policial, que en los ¨²ltimos meses se ha cobrado la vida de cinco afroamericanos, y contra un sistema judicial que castiga a la minor¨ªa negra. Miles de personas llegadas de todo el pa¨ªs marcharon por las avenidas de la capital hasta el Congreso, donde reclamaron a los legisladores, all¨ª reunidos para aprobar la ley presupuestaria, reformas efectivas para que ¡°la Constituci¨®n sea igual para todos¡±, como proclam¨® el reverendo afroamericano Al Sharpton, l¨ªder de la National Action Network, una de las organizadoras de la protesta.
La manifestaci¨®n de Washington congreg¨® a los familiares de v¨ªctimas como Eric Garner, Michael Brown, Tamir Rice, Akai Gurley y Trayvon Martin. Desde un estrado abarrotado, en medio de una intensa emoci¨®n y rabia contenida, no lejos de la Casa Blanca, todos ellos reclamaron justicia. ¡°Esta no es una marcha de la gente negra contra la gente blanca. Esta es una marcha de los americanos, por los derechos de los americanos. No pedimos nada extravagante: solo que se aplique la ley, la Constituci¨®n, de igual manera para todos¡±, proclam¨® Sharpton, acompa?ado por la vieja guardia de organizaciones de derechos civiles (Black Women¡¯s Round Table, National Association for Advancement of Colored People o la National Urban League, entre otras). ¡°Puede que nuestros hijos no est¨¦n aqu¨ª de cuerpo presente, pero est¨¢n en todos vosotros¡±, afirm¨® Gwen Carr, madre de Eric Garner, ante una audiencia entregada pese al fr¨ªo reinante.
La protesta de Washington, que congreg¨® a miles de personas llegadas en autob¨²s desde Nueva York, Nueva Jersey, Delaware, Maryland, Carolina del Norte, Florida y otros Estados, no fue la ¨²nica. En ciudades como la propia Nueva York, Boston, San Francisco y otras tambi¨¦n hubo concentraciones como culminaci¨®n de la denominada Semana de la Indignaci¨®n. La celebrada en Manhattan fue una de las m¨¢s concurridas.
¡°Estoy aqu¨ª por mi nieto, ya que temo lo que le pueda pasar cuando sea un adolescente. La polic¨ªa debe estar mejor entrenada para tratar con personas de distintas razas y no utilizar sus armas con tanta facilidad. Ellos son los que deben proteger¡±, coment¨® a EL PA?S Joy Bailey, una abuela afroamericana de Washington DC.
Estoy aqu¨ª por mi nieto, ya que temo lo que le pueda pasar cuando sea un adolescente
Michelle Mutisya, estudiante negra del Montgomery Community College, lament¨® lo que est¨¢ sucediendo: ¡°Parece que hayamos retrocedido cien a?os. Tenemos que avanzar, cambiar el sistema y que la polic¨ªa responda de sus acciones¡±. Cerca de ella, Peter Roberts, jubilado blanco de Maryland, considera que ¡°para cambiar primero tienen que cambiar los corazones. Se necesita liderazgo y que los pol¨ªticos den la cara¡±.
El objetivo profundo de la manifestaci¨®n de Washington fue pedir una reacci¨®n del Congreso y del Departamento de Justicia ante lo que se considera una polic¨ªa demasiado violenta, paramilitarizada y un sistema judicial condescendiente con ella. Si la Ley de Derechos Civiles, la Ley de Derechos de Voto y la Ley de Vivienda Justa se aprobaron todas en los a?os 60 en respuesta a una demanda racial, con la comunidad afroamericana como gran protagonista, en este caso la protesta es transversal. Manifestantes de toda raza y condici¨®n, sin filiaciones pol¨ªticas, volvieron a verse por todo el pa¨ªs.
¡°La persistencia de un racismo profundo y la consciencia creciente de que las demandas de los negros necesitan cambios estructurales han generado una nueva fase de resistencia blanca en el norte y en el sur¡±, dijo el reverendo Martin Luther King hace 47 a?os. Hoy, en 2014, muchos de los concentrados en Washington y en otras ciudades creen que se est¨¢ viviendo un momento similar. Es lo que califican como Estado 51 de la Uni¨®n, el Estado de la Negaci¨®n. De ah¨ª que la protesta, denominada Justicia para todos, haya tenido a los legisladores de Washington como objetivo.
Un estudio indica que Siete de cada diez estadounidenses ha cometido alg¨²n delito sin saberlo
Recientemente, y como respuesta a lo sucedido en Ferguson y Nueva York, el presidente Obama anunci¨® un grupo de trabajo que elaborar¨¢ un informe con recomendaciones de reformas concretas en 90 d¨ªas. Asimismo, prometi¨® fondos federales para que 50.000 polic¨ªas act¨²en con c¨¢maras. Sin embargo, el Capitolio sigue sin lanzar ninguna iniciativa.
El congresista por Houston, Texas, Al Green, subi¨® al estrado para prometer que los legisladores afroamericanos como ¨¦l se van a encargar de que el Congreso d¨¦ la respuesta que le han pedido los miles que llevan meses saliendo a las calles.
"Hemos escuchado vuestro grito", asegur¨® a los manifestantes. "Vamos a elaborar leyes que lleven a cabo un cambio en las pr¨¢cticas policiales", agreg¨®. Pero los activistas no reclaman solo un cambio en la polic¨ªa. Tambi¨¦n el sistema judicial debe reformarse para que, entre otros, el Departamento de Justicia tenga autoridad para investigar casos "dudosos" como los de Brown o Garner o se puedan nombrar fiscales especiales en localidades donde los locales no generen suficiente confianza.
¡°Estamos aqu¨ª por las mismas razones por las que Rosa Parks tom¨® un asiento en un autob¨²s en una ciudad racista del sur y Martin Luther King encabez¨® marchas (¡) estamos aqu¨ª porque nos negamos a aceptar la injusticia¡±, subray¨® Green, que uni¨® su voz a la de los manifestantes para que se act¨²e de una vez. "Este movimiento empez¨® antes de que naci¨¦ramos, pero queremos que acabe antes de que muramos", resumi¨®.
El pasado jueves hubo una protesta de los trabajadores negros del Congreso. Personal de las C¨¢maras, asistentes de legisladores e incluso algunos congresistas se congregaron en la escalinatas de la C¨¢mara de Representantes y alzaron las manos para gritar ¡°no puedo respirar¡±, la ya hist¨®rica frase pronunciada hasta once veces por Eric Garner antes de morir asfixiado este verano cuando era detenido por la polic¨ªa.
El expresidente Bill Clinton, en relaci¨®n con lo ocurrido, plante¨® dos cuestiones en una entrevista en el canal en espa?ol de CNN. ¡°La primera cuesti¨®n es si la ley hizo lo correcto. La otra es c¨®mo podemos mejorar las relaciones en este pa¨ªs entre la polic¨ªa y la comunidad¡±.
El expresidente dem¨®crata concluy¨® su intervenci¨®n con una reflexi¨®n muy com¨²n estos d¨ªas: ¡°El problema es cuando las personas piensan que sus vidas y las de sus hijos no importan, que son desechables, como una servilleta de papel despu¨¦s de un almuerzo en un restaurante. Tenemos que hacer que la gente sienta que sus vidas importan¡±.
La protesta de Washington, como la mayor¨ªa de las celebradas en las ¨²ltimas semanas, con la excepci¨®n de Ferguson, discurri¨® de forma pac¨ªfica. La indignaci¨®n no es solo racial. Es, m¨¢s bien, un cuestionamiento de un sistema disfuncional en un pa¨ªs en el que 90 de cada 100 personas tiene alg¨²n arma, los muertos ¡°justificados¡± a manos de la polic¨ªa se suman por centenares y en el que el C¨®digo Penal ha adquirido unas dimensiones desproporcionadas.
Seg¨²n una investigaci¨®n de la Rutgers University, el 70% de los estadounidenses ha cometido alg¨²n delito sin saberlo. Seg¨²n la Heritage Foundation, los tipos penales han pasado de 3.000 en 1980 a 4.450 en 2008, una l¨ªnea que contin¨²a con un nuevo delito por semana, motivo por el cual el sistema env¨ªa tanta gente a prisi¨®n (m¨¢s de dos millones, el 25% de la poblaci¨®n carcelaria mundial).
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