El papa Francisco ya no necesita el Nobel de la Paz
Hasta ayer, el papa Francisco era un candidato al Nobel de la Paz. Hoy, tras los elogios recibidos por su mediaci¨®n en la reapertura de di¨¢logo entre Cuba y Estados Unidos, tanto por parte de Obama como de Ra¨²l Castro, que representan a dos mundos enfrentados desde hace m¨¢s de medio siglo, ya no lo necesita.
Es un Papa que ha apostado por la paz porque cree en el di¨¢logo y en el respeto a los diferentes, empezando por aceptar como hermanas a las dem¨¢s confesiones religiosas.
La historia de la Iglesia est¨¢ llena de papas guerreros e inquisidores que no siempre honraron el legado cristiano de la b¨²squeda de la paz, en un mundo atravesado por la violencia y amante de las guerras.
Hoy, Francisco, un Papa que est¨¢ volviendo a los or¨ªgenes del cristianismo primitivo y solidario, capaz de respetar el hecho de poder ser diferentes sin necesidad de sentirse enemigos, devuelve con sus gestos el legado de paz y conciliaci¨®n que tantas veces la Iglesia, al mundanizarse, hab¨ªa ido olvidando por el camino.
En un momento de la historia en que la pol¨ªtica (tanto la interna de los pueblos como la exterior de los Estados) est¨¢ especialmente desprestigiada, Francisco de alg¨²n modo la legitima y le devuelve su verdadera esencia.
No pocos cristianos han criticado la dimensi¨®n pol¨ªtica de la Iglesia y del papado alegando que la Iglesia ¡°no debe meterse en pol¨ªtica¡±. Y es cierto que muchos papas parec¨ªan m¨¢s jefes de Estado que representantes del ap¨®stol Pedro, que muri¨® perseguido por el poder romano.
Francisco, en su a¨²n breve y ya rico pontificado, se est¨¢ esforzando para purificar a la Iglesia de sus pecados de indebidas injerencias pol¨ªticas, generalmente a favor de los dictadores, al mismo tiempo que le devuelve su verdadero valor.
Ha sido ¨¦l qui¨¦n ha recordado que el ser humano es un ¡°animal pol¨ªtico¡± y que por tanto tambi¨¦n los cristianos deben ensuciarse las manos en la pol¨ªtica, quiz¨¢s escrita con may¨²scula. Es como admitir que no es posible separar el cuerpo del alma. Tambi¨¦n los cristianos y creyentes de cualquier fe religiosa viven en el mundo, sufren y gozan en ¨¦l y en ese mundo (terreno y espiritual al mismo tiempo) la pol¨ªtica, con la gesti¨®n del bien com¨²n y la lucha contra la injusticia, estar¨¢ inexorablemente presente.
La diferencia entre el ser pol¨ªtico del papa Francisco y el de otros de sus antecesores es que su pol¨ªtica es solo y siempre a favor del di¨¢logo y de la paz, de la b¨²squeda del respeto de todos. Tambi¨¦n del rescate universal de que la verdadera dignidad del ser humano reside en que es sujeto de respeto, compa?ero de viaje, defensor de la vida antes que objeto de explotaci¨®n, una mercanc¨ªa a merced de qui¨¦n m¨¢s paga por ¨¦l.
Seguidores de otras religiones no cristianas han sido los primeros en pedir para el papa Francisco el galard¨®n del Nobel de la Paz.
Para creyentes y no creyentes, Francisco, acusado de ser el ¡°menos papa de todos¡±, es m¨¢s que eso. Es una esperanza de paz en un mundo donde a¨²n se derrama demasiada sangre inocente.
Quiz¨¢s, parad¨®jicamente, Francisco sea el m¨¢s pol¨ªtico de los papas modernos, algo que se puede permitir porque como ¨¦l ha afirmado pertenece ¡°al partido del Evangelio¡±. Su pol¨ªtica, sellada con la autenticidad de su vida sencilla, tiene adem¨¢s un ingrediente especial, que no abund¨® siempre en la historia del papado: es una pol¨ªtica que no da miedo a los m¨¢s pobres y a los discriminados por sus diferencias.
En el Reino que ¨¦l proclama, ha dicho, caben hasta los animales que amamos. Solo no hay lugar en ¨¦l para las viejas hipocres¨ªas y las dobles morales de las que tanto sufri¨® y sigue sufriendo la Iglesia.
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